La industria textil cubana viste a los niños y militares con uniformes hechos con cortinas defectuosas
La falta de personal, la obsolescencia tecnológica y los apagones lastran la producción
La Habana/Nuevos datos sobre la debacle en la industria textil de la Isla fueron revelados por la prensa oficial este sábado. Un reportaje publicado en Invasor muestra que en agosto pasado la venta de uniformes escolares se vio afectada no solo por la carencia de materia prima sino también por la falta de personal en los talleres, la obsolescencia tecnológica y los constantes apagones que sufre el país.
El reportaje es inusualmente crítico con la situación de estos talleres de Ciego de Ávila y Sancti Spíritus donde se confeccionan uniformes –tanto escolares como militares– y que ante la falta de presupuesto han tenido que echar mano de la “creatividad”.
Para mantenerse en funcionamiento, por ejemplo, las Unidades Empresariales de Base (UEB) Confecciones Trébol de Ciego de Ávila y Confecciones Cumbre de Sancti Spíritus, han decidido surtir sus telares comprando a la estatal Servisa retazos de tela vieja, ya sean sábanas y toallas viejas o cortinas defectuosas que son desechadas por la industria turística de la Isla. Todo sirve a la hora de reconvertirse en nuevas piezas con las que vestir a los niños y militares cubanos.
El reportaje es inusualmente crítico con la situación de estos talleres que ante la falta de presupuesto han tenido que echar mano de la “creatividad”
“Ni Trébol ni Cumbre poseen autonomía ni moneda dura para reaprovisionarse. La falta de tejido imposibilita negociar con clientes que buscan acercamientos. Esos propios clientes también han decidido estrechar lazos con los no estatales”, lamentó el director de Trébol, Maikel Abreu García.
En agosto pasado, de cara al inicio del curso 2024-2025, el Ministerio del Comercio Interior reconoció que la escasez de tejidos obligaría al régimen a la venta controlada por grados. En la práctica, según constató 14ymedio, el proceso terminó pareciéndose más a la venta de módulos de productos de primera necesidad en las bodegas de la Isla, conocidos como “combos”. Los padres de familia se anotaron en una lista con su carné de identidad y tuvieron que esperar a que, desde el interior de los comercios, los fueran llamando para atenderlos, si es que alcanzaban alguna pieza de ropa para sus niños.
Los talleres de costura y las fábricas textiles de la Isla ya no son lo que fueron hace algunas décadas. Si en los años 80 gozaban de buena salud, tres décadas después lucen desolados y la mayoría ni siquiera cuenta con la mitad del personal necesario para operar.
Los talleres de costura y las fábricas textiles de la Isla ya no son lo que fueron hace algunas décadas
Detrás de esta crisis están también los bajos salarios. En comparación con lo que pueden obtener trabajando por cuenta propia u ofreciendo sus servicios a una empresa privada, las costureras estatales apenas cobran lo suficiente para sobrevivir. Esto provocó, en gran medida, la estampida de personal en los talleres de costura cubanos que viene empeorando desde hace aproximadamente 10 años, de acuerdo con los testimonios de la industria recogidos por la prensa oficial.
“Esa apertura (a los negocios particulares) estableció una fuerte competencia, sobre todo en la comercialización de uniformes, por los convenios realizados con entidades del polo turístico Jardines del Rey”, explicó al respecto Abreu García.
A principios de la década de los 80, cuando Trébol aún no llevaba ese nombre y respondía a una empresa de Camagüey, los talleres estaban abarrotados de tejidos y costureras. “Eran más de 500 en toda la provincia”, recordó Aida Torres Carmenate especialista en Gestión Económica de la empresa que en aquella época –cuando la desaparecida Unión Soviética todavía enviaba dinero y recursos a la Isla– era una de esas costureras.
Detrás de esta crisis están también los bajos salarios, pues las costureras estatales apenas cobran lo suficiente para sobrevivir
Otro obstáculo que enfrenta la industria es la obsolescencia tecnológica de sus talleres, que tienen que reparar sus máquinas como pueden. Algunos de los equipos tienen décadas de explotación y han recibido escaso mantenimiento. Los talleres, que tampoco cuentan con las piezas de repuesto y las herramientas necesarias, en la práctica mantienen el equipo a base de inventos y piezas artesanales.
Los constantes apagones que se registran en Isla también golpean al sector. En Trébol causó baja una fábrica completa que operaba en Ciro Redondo luego de que las autoridades decidieron retirar el transformador eléctrico para reponer uno averiado en el sector residencial en Ciego de Ávila. “La electricidad es la principal materia prima que nos falta”, dijo a Invasor con cierta ironía el director de la estatal. Aunque, la materia prima fundamental –la tela– escasea tanto o más que la corriente.