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Un recorrido irreverente por el templo dedicado al dios de la Revolución cubana

El Centro Fidel Castro Ruz fue inaugurado el pasado jueves en presencia de la plana mayor del Gobierno, además de Nicolás Maduro y Raúl Castro

Fachada principal del lujoso Centro Fidel Castro Ruz, en La Habana. (Centro Fidel Castro Ruz)
Natalia López Moya

01 de diciembre 2021 - 16:11

La Habana/A la Policía cubana se le ha colado una indigente en la esquina de la avenida Paseo y calle 11 en el Vedado habanero. "Por favor, deme algo para comprar una pizza, tengo hambre", insistía la mujer a los visitantes del flamante Centro Fidel Castro Ruz, testimonio vivo del fracaso de la historia que se cuenta en el museo detrás del alto muro donde la opulencia reina y deja fuera lo que molesta.

"Aquí han echado unos cuantos millones", susurraba una joven a su acompañante esta semana, cuando una reportera de 14ymedio recorrió los pasillos de esta suerte de templo dedicado al dios de la Revolución cubana.

Se desconoce el costo de la monumental obra, ya que el jefe de Preservación del Patrimonio Documental del Palacio de la Revolución, Alberto Albariño, rechazó responder a esa pregunta en una visita guiada a la prensa internacional. El funcionario prefirió decir que buena parte de la inversión se cubrió con "donaciones que se recibieron de otros países", que tampoco especificó, y que por ello no ha supuesto un gran gasto para el Estado.

Se desconoce el costo de la monumental obra, ya que el jefe de Preservación del Patrimonio Documental del Palacio de la Revolución, Alberto Albariño, rechazó responder a esa pregunta en una visita guiada a la prensa internacional

La exuberancia reina desde la misma entrada, con un jardín que alberga más de 11.000 plantas traídas de todo el país, aunque también desde fuera. Entre ellas están las que forman un bosque como el de Birán, cuna de Castro; árboles de la Sierra Maestra, donde comenzó su insurrección contra Batista; y una muestra de sus últimas excentricidades, la moringa, planta proteica a la que se dedicó obsesivamente en sus últimos años. Además, hay árboles venezolanos –tal vez parte de una donación de Caracas–, y rocas traídas desde la desembocadura de los ríos La Plata y Carpintero moldean un salto de agua que cae en un pequeño estanque lleno de peces tropicales.

En medio de este vergel, aparece el jeep que utilizó Castro en la Sierra Maestra. "Llegó caminando hasta aquí, lo difícil fue meterlo dentro", dice la imprescindible guía que acompaña a los visitantes por el Centro. "Esta sala de al lado está pensada para los más pequeños. Así realizan juegos didácticos mientras admiran el jeep de Fidel", añade señalando el espacio contiguo.

El Centro, inaugurado el pasado jueves en presencia de la plana mayor del Gobierno cubano, además de Nicolás Maduro y Raúl Castro, comenzó a recibir visitas programadas un día más tarde y, aunque están abiertas al público en general y la entrada es gratuita, muchos de los grupos de visita que coincidieron con 14ymedio estaban integrados por funcionarios y miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

"En realidad es un museo con nombre de otra cosa, se viene a conocer a Fidel desde que era niño hasta su pérdida física", dice la guía nada más comenzar y después de que los visitantes hayan completado el protocolo habitual de entrada a un museo, incluida la revisión de seguridad de las pertenencias y el detector de metales. Además, es preciso entregar un documento de identificación con el que se registran los datos personales en un libro.

La mansión, que data de la última década del siglo XIX y perteneció a un capitán de la guerra de 1895, está vigilada por guardias con zapatos pulidos, trajes oscuros y pinganillos en los oídos. Son la sombra de los visitantes, ayudados por decenas de cámaras de última generación.

Una puerta de la época antecede otra corrediza, aparentemente blindada, de cristal que protege la climatización del recinto. La primera sala a la izquierda, donde se exponen condecoraciones del ex presidente, está decorada replicando el original de hace más de un siglo. Según explica la guía, tanto los muebles y candelabros como las pinturas en las paredes y demás detalles arquitectónicos fueron restaurados al detalle por encargados de la Oficina del Historiador de la Ciudad.

"Son del número 45 a pesar de que el comandante calzaba el 43. Esto se debe a que Fidel tenía un problema en el pie derecho que lo obligaba a usar una horma mayor"

De pronto, en el entorno decimonónico aparece el siglo XXI y los pasillos de la casa descubren frases de Fidel Castro y José Martí delante del visitante o un cuadro interactivo muestra un mosaico que, en función del punto de vista, permite ver la cara de uno u otro. Aunque una trabajadora del Centro declaró a la televisión que el museo se hizo pensando precisamente en los deseos de Castro,esta transmutación de su rostro en el del Apóstol contrasta con su declarada intención de que no se le rindiera culto a su imagen.

Armas, mochilas o prismáticos utilizados por el Máximo Líder en la Sierra Maestra salpican la muestra, para la que los creadores han hallado, en un hecho insólito, un defecto de Castro que exponer: unas botas hechas por el mismo zapatero que confeccionó las usadas por el ex presidente en las montañas. "Son del número 45 a pesar de que el comandante calzaba el 43. Esto se debe a que Fidel tenía un problema en el pie derecho que lo obligaba a usar una horma mayor", explica la guía.

"Por el momento y debido a protocolos sanitarios establecidos por la pandemia, solo el personal del Centro puede interactuar con los paneles táctiles", añade durante parte del recorrido, "pero nuestro objetivo es que los jóvenes y niños hagan suya esta tecnología y a la par se interesen por la vida y obra de nuestro Comandante", subraya.

Televisores, pantallas interactivas, táctiles e inteligentes están repartidos por cada una de las nueve salas que alberga la mansión. Un moderno elevador con vista panorámica, pero adaptado a la arquitectura del lugar, conecta las dos plantas del Centro, y sensores de movimiento que provocan la reproducción de contenidos multimedia al paso del visitante completan el despliegue de medios. Pero no todos los problemas de la Isla pueden mantenerse alejados: una descarga eléctrica ocurrida hace unos días afectó algunas de las pantallas y no todas funcionan con normalidad.

La selección de la muestra ha sido cuidadosa y ha evitado mostrar los descalabros y hasta las malas compañías. Pasando velozmente por los fiascos al estilo de la Ofensiva Revolucionaria, el fracaso de la Zafra de los Diez millones o el estallido social de agosto de 1994, el Centro solo enseña el lado victorioso de Castro.

Los pasajes con Carlos Lage, Roberto Robaina y Felipe Pérez Roque han sido borrados o convenientemente minimizados

En la exposición se nota la ausencia de muchos de los defenestrados que una vez compartieron primeras planas junto al líder. Los pasajes con Carlos Lage, Roberto Robaina y Felipe Pérez Roque han sido borrados o convenientemente minimizados.

El Centro se define como una institución pública, destinada a difundir, estudiar e investigar el pensamiento y la obra del líder histórico de la Revolución Cubana, pero termina por convertirse, por más que lo rechacen sus creadores y empleados, en un templo dedicado al culto de Castro.

Los nombres de las salas dan cuenta de ello: la sala Guerrillero, para hablar del Fidel militar; la sala La Palabra, para escuchar los eternos discursos del Fidel orador; la sala Solidaridad, para contar sus provechosas campañas internacionales; la sala Comandancia, que retrata lugares desde los que dirigió operaciones; e, incluso, el anfiteatro, nombrado con sobriedad "Fidel habla, te necesito". Como colofón, la sala Fidel es Fidel, que hizo llorar a su hermano el pasado jueves durante la inauguración según sus propias palabras, en la que se reproducen clips de video de personas que hablan (bien) de él o, dicho en palabras del Centro testimonios "de cuánto caló en el alma de la gente".

Durante el recorrido realizado por 14ymedio, una de las visitantes preguntó a la guía si había alguna cafetería o espacio en el que comprar algo para beber o comer, como es habitual en otros museos. "Para eso previmos que existieran cafeterías alrededor del Centro. La mayoría son privadas, tienen capacidad para atender muchas personas a la vez y ofertan un buen servicio", explicó la empleada.

"Aunque sea agua y café deberían vender acá, porque el recorrido es largo", insistió otro miembro del grupo. "Tenemos pensado más adelante ofrecer ese servicio, pero nada más, no queremos esto lleno de personas haciendo fila para comprar chocolates o pan con jamón. El que venga tiene que hacerlo porque verdaderamente quiere conocer la vida y obra de nuestro líder", replicó la guía.

La dirección del Centro parecía, en ese gesto, haber decidido expulsar a los mercaderes del templo. Pero no será así del todo. Una imprenta en 3D que albergan las instalaciones hará réplicas en miniatura de la Plaza de la Revolución y de bustos de héroes de las luchas de Independencia que podrán ser adquiridos por los visitantes en la futura tienda en la que, sin embargo, y cumpliendo con la voluntad del ex presidente, no se podrán comprar bustos del hombre que da nombre al templo.

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