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El régimen cubano borra a 'Barbarroja' de la historia de la Seguridad del Estado

Manuel Piñeiro murió en extrañas circunstancias mientras preparaba su autobiografía

El comandante Manuel Piñeiro conocido como 'Barbarroja' / La Pupila Asombrada
Juan Izquierdo

26 de marzo 2024 - 19:02

La Habana/Ni un solo periódico oficial aludió este martes, en los panegíricos dedicados al aniversario de la Seguridad del Estado, a su fundador más célebre, el comandante Manuel Piñeiro, conocido como Barbarroja. Abundan, en cambio, los homenajes a los “verdaderos héroes del silencio” –como el centenario Julio Camacho Aguilera o Abelardo Colomé Ibarra, dos incombustibles– y los reportes de numerosas condecoraciones a agentes en activo en varias provincias.   

Fue el caso de un grupo de diez oficiales del G2 en Sancti Spíritus que recibieron medallas por su labor como “destacados combatientes” en la vigilancia a nivel local. De los condecorados, solo tres coroneles “con altas responsabilidades” en la Seguridad del Estado se dejaron fotografiar e identificar. En el discurso de Julio Jiménez, del buró provincial del Partido Comunista, hubo citas de Fidel y Raúl Castro, además de Ramiro Valdés, pero también se omitió a Piñeiro.  

Tachado de la historia oficial y muerto en circunstancias sospechosas –un presunto accidente mientras manejaba su propio automóvil– en 1998, el jefe de los espías de Fidel Castro tampoco encontró su lugar en la delirante historia de la contrainteligencia del régimen que publicaron Cubadebate y Granma, que busca sus antecedentes nada menos que en la Guerra de Independencia de 1895. Entonces, un tal “agente Luis” recibió instrucciones de José Martí para que desarrollara “originales métodos” para burlar a la inteligencia española.

Que el caudillo saliera ileso de la Sierra Maestra fue “la misión más importante” de un grupo de agentes que, a la larga, constituyeron la Inteligencia Rebelde

Tras múltiples desvaríos históricos –que también convierten en espías, entre otros, a Julio Antonio Mella y Carlos Baliño–, Cubadebate insiste en que la Seguridad del Estado quería decir, en sus orígenes, la seguridad de un hombre: Castro. Que el caudillo saliera ileso de la Sierra Maestra fue “la misión más importante” de un grupo de agentes que, a la larga, constituyeron la Inteligencia Rebelde y su “servicio de observación campesina”, encargado de interrogar a guajiros sospechosos de colaborar con Fulgencio Batista. 

Aunque Barbarroja –que formaba parte de la columna que dirigía el propio Castro y luego de la de su hermano Raúl– fue protagonista, antes y después de 1959, de la formación de los órganos de espionaje cubanos, el oficialismo prefiere ensalzar a Camacho Aguilera, a quien otorga un rol decisivo en la infiltración de las tropas batistianas. 

El texto de Cubadebate alude a otros “protagonistas” de la fundación de la Seguridad del Estado, como René de los Santos Ponce, Camilo Cienfuegos –a quien le atribuye el desmantelamiento de los órganos de espionaje batistianos– y Ramiro Valdés, primer ministro del Interior, de quien Piñeiro fue viceministro. 

El oficialismo describe una idílica “residencia rodeada de árboles” del Campamento de Columbia, en La Habana, donde los espías de Castro armaron su cuartel general, trasladado luego a la céntrica Quinta Avenida de Miramar, al mando de Colomé Ibarra.

Tras múltiples desvaríos históricos, Cubadebate insiste en que la Seguridad del Estado quería decir, en sus orígenes, la seguridad de un hombre: Castro

Para Granma, el Ejército y la Seguridad del Estado son “hermanos gemelos” del régimen, “bajo la atención directa de Fidel y Raúl”. Asegura que 108 espías cubanos han muerto en el ejercicio de su profesión y que otros miles han neutralizado “planes terroristas” y “actividades subversivas” dentro de la Isla. 

El texto concluye con una advertencia. La Seguridad del Estado sigue “en vigilancia” actualmente, sobre todo en las redes sociales y “especialmente” cerca de la juventud. Infiltrados, alega Granma citando a Fidel Castro, “tienen la amarguísima tarea de pasar por contrarrevolucionarios para servir a la Revolución”. 

El pasado 8 de febrero, Televisión Cubana estrenó con suma discreción un documental de Rebeca Chávez dedicado a Piñeiro. El audiovisual, titulado Sigo siendo Barbarroja, no fue publicado –como es habitual con los contenidos de su programación– por el Canal Educativo en YouTube. 

Chávez, a quien la contrainteligencia cubana ha ofrecido antes grabaciones inéditas (las de la autoinculpación del poeta Heberto Padilla, por ejemplo), usó fragmentos de una entrevista que Barbarroja concedió a la CNN poco antes de morir, en 1997. En el material se describe el rol de Piñeiro en el secuestro de varios marines estadounidenses –la llamada Operación Antiaérea, de 1958– y se alude al tiempo en que recibió entrenamiento del KGB, con el nombre falso de Celestino Martínez, en la Unión Soviética.

La Seguridad del Estado sigue “en vigilancia” actualmente, sobre todo en las redes sociales y “especialmente” cerca de la juventud

Videos del antiguo jefe del Departamento América del Partido Comunista no aparecían en televisión nacional desde 2023, cuando el comisario cultural Iroel Sánchez intentó rehabilitarlo en su programa La Pupila Asombrada por el 25 aniversario de su muerte. La semblanza suya que publica la enciclopedia oficialista Ecured –otro proyecto de Sánchez– insinúa que se alejó de la vida política en 1997 para acometer “con gran intensidad y entusiasmo” una autobiografía que nunca ha sido editada.  

Hijo de gallegos acomodados –su padre era gerente de la ronera Bacardí–, estudió en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y colaboró con Castro desde los inicios del Movimiento 26 de Julio. Sanguinario durante los juicios contra antiguos oficiales del Ejército de Batista, a partir de los años 60 se ocupó de sembrar movimientos guerrilleros en toda Latinoamérica y África, orientados desde La Habana. 

Fue cercano a altos cargos de la Stasi alemana y el KGB soviético, cuya estructura inspiró a la Seguridad del Estado cubana. La versión oficial sobre su muerte asegura que “se estrelló contra un árbol mientras conducía hacia su casa, en medio de un episodio de diabetes”. El “desvanecimiento” ocurrió mientras volvía de una recepción en la Embajada de México en La Habana, aunque Ecured omite la fiesta e insiste en que antes había participado “en un homenaje y conmemoración” al segundo Frente Oriental. 

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