Regresa a las bodegas el café que hace explotar las cafeteras

"Llevaba meses sin venir y este enero finalmente volvió, en un sobre blanco que no se puede ver lo que contiene"

La prueba de fuego sigue siendo el café que se vende a través del mercado racionado, en su emblemático sobre blanco.
La prueba de fuego para los equipos sigue siendo el café que se vende a través del mercado racionado. / 14ymedio
Mercedes García

24 de enero 2025 - 19:36

Sancti Spíritus/Como el pescador ante un río turbulento, Suanny sobrevive con lo que a otros asusta. Su especialidad es reparar las cafeteras, estilo italiano, ya sean eléctricas o de colocar sobre una hornilla, que explotan o se tupen. "Por estos días no paro de recibir clientes porque el café que llegó a la bodega es un peligro", cuenta a 14ymedio este espirituano de 32 años. "Limpio, cambio filtros, reemplazo la parte superior y hasta tengo cables y bases nuevas".

Con un puesto de reparaciones ubicado en el reparto Kilo 12, Suanny comenzó dándole mantenimiento a ollas arroceras y de presión, luego incursionó en las lámparas recargables que alivian la oscuridad del apagón y finalmente se concentró en las cafeteras. "Siempre tengo trabajo porque, mal que bien, en todas las casas de esta ciudad se cuela un buchito cada día". Algunos clientes llegan con modelos de "más de 50 años", reconoce el hombre, hábil para detectar cuándo hay remedio o cuándo hay que recomendar deshacerse del artefacto.

"Pongo mangos nuevos, la perilla de la tapa, cambio las juntas de goma y hasta pulo el exterior si el dueño lo quiere"

"Pongo mangos nuevos, la perilla de la tapa, cambio las juntas de goma y hasta pulo el exterior si el dueño lo quiere", detalla. "Viene mucha gente que puso la cafetera sobre leña o carbón y el calor le derritió la agarradera y la tiznó por todos lados". Pero en estos últimos años los formatos electrónicos se han popularizado. "Son muy cómodas, no tienes que estar pendiente de si ya coló o no porque cuando terminan, automáticamente se apagan, mantienen el café caliente y resultan más seguras", considera.

La prueba de fuego, sin embargo, sigue siendo el café que se vende a través del mercado racionado. "Llevaba meses sin venir y este enero finalmente regresó en un sobre blanco que no se puede ver lo que contiene", cuenta y explica que la mezcla tiene una textura más compacta que se hincha y tapa el filtro de la cafetera, “las explosiones están a la orden del día, es raro que no me lleguen cada día una o dos cafeteras con problemas por esta razón".

Justo este miércoles, el manitas atendió a una cliente desconsolada. "Le eché el café de la casilla, ni siquiera le puse mucho porque ya me habían advertido que tupía la cafetera", comenta la mujer. "Mi hijo me dijo que saliera de la cocina mientras colaba y en la sala sentimos la explosión. Toda la cocina salpicada, una mancha en el techo y la parte de arriba de la cafetera partida a la mitad", explica. El modelo de la familia, eléctrico y con la pieza superior de plástico resistente al calor, no soportó la fulminante bomba en que se convirtió el polvo oscuro cuando entró en contacto con el agua que ebullía.

"Qué voy a hacer, tengo que tomar de este porque el café bueno está a 1.400 pesos el paquetico"

"Qué voy a hacer, tengo que tomar de este porque el café bueno está a 1.400 pesos el paquetico", se justificaba la mujer mientras Suanny le explicaba los riesgos de usar el contenido de aquellos paquetes de hechura tosca y contenido impredecible. "Normalmente lo mezclan con chícharo pero ahora parece que han aumentado la proporción de esos granos y también he visto pedazos de trigo tostado en su interior", añadió el técnico. "Mi consejo: para tomarse esto hay que hacerlo en una coladora o media, de esa que usaban nuestros abuelos, las cafeteras italianas no están hechas para este compuesto que nadie sabe muy bien qué contiene".

Con manos rápidas, Suanny cambió la junta de goma, reemplazó la parte superior de la cafetera por otra que tenía en su diminuto taller, sustituyó el cable dañado por la explosión y limpió la base del dispositivo que estaba cubierta de un líquido pegajoso que olía a chícharos quemados. La factura final tras el trabajo, más de 3.000 pesos cubanos. En el río revuelto del café, siempre hay quienes pueden pescar algunos dividendos. 

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