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Regresa la feria de La Rampa habanera, con menos turistas y más baratijas chinas

En sus primeros años solo era posible comercializar en sus predios producciones nacionales

La reapertura del espacio, a pocos metros del hotel Habana Libre, llega con un cambio de imagen. / 14ymedio
José Lassa

08 de febrero 2025 - 13:41

La Habana/La Feria de La Rampa ha regresado a su sitio habitual, en el corazón de El Vedado. Decenas de comerciantes se ubicaron esta semana en la avenida 23 entre M y N con ofertas que van desde productos artesanales a falsificaciones chinas de baja calidad. Si hasta hace unos años el cliente ideal era el turista que buscaba algún souvenir, ahora, con la caída en el número de visitantes extranjeros que llegan a Cuba, el foco se ha puesto en el comprador nacional.

La reapertura del espacio, a pocos metros del hotel Habana Libre, llega con un cambio de imagen que lo asemeja más a una tienda de variedades importadas que de confecciones locales. Junto a las tradicionales maracas, las tallas de cedro que reproducen a una pareja de ancianos vestidos para bailar un buen danzón o a los collares de semillas, van ganando terreno las pacotillas venidas de fuera, los objetos de uso cotidiano y los productos de aseo.

“¿Cuánto valen esos audífonos inalámbricos?”, preguntaba la mañana de este viernes un joven. “5.000 pesos”, respondió el vendedor sin dejar de comerse un pan. Una adolescente también indagó por la copia de un Xiaomi Smart Band, un dispositivo que, entre otras funciones, calcula los pasos caminados cada día y que en el mercado negro cuesta unos 50 dólares. Sin embargo, en la feria de La Rampa, por 2.000 pesos, se puede adquirir una falsificación que, aunque visualmente muy parecida al original, solo da la hora. 

Junto a las tradicionales artesanías van ganando terreno las pacotillas venidas de fuera. / 14ymedio

Al lado de los audífonos había también relojes que imitaban a los de la firma Casio, por 3.000 pesos. Sobre el mismo mantel asomaban productos muy variados: cortauñas, hisopos de algodón, cepillos para peinar, crema para la piel y una mascarilla facial que promete dejar el rostro fresco y limpio. Con ese abanico de opciones, el puesto de venta se parece cada día más a las candongas ubicadas en barrios menos glamurosos pero muy populares, como La Cuevita. 

La feria de La Rampa fue fundada en 1993. Aquel verano, contra las cuerdas de la crisis económica, Fidel Castro despenalizó el dólar, abrió la Isla al turismo y legalizó los pequeños negocios privados. El mercadillo era entonces una vitrina muy observada y controlada dada su céntrica ubicación. En sus primeros años solo era posible comercializar en sus predios producciones nacionales, así que abundaban las sandalias de cuero, los tejidos de punto y una infinita variedad de recuerdos para llevar fuera de la Isla que incluían desde imanes con palmeras para colocar en el refrigerador, pasando por las boinas al estilo de las que popularizó Ernesto Che Guevara hasta miniaturas de los viejos almendrones que circulan por La Habana o de la fachada de La Bodeguita del Medio.

En la última década, aquellos límites se han flexibilizado y las mercancías, importadas y de baja calidad, se han adueñado de parte de la feria. También ha experimentado algunos cambios estéticos. Ahora, en el mercado callejero el blanco es el color de las sombrillas protectoras, de los puloveres que llevan los comerciantes y de los manteles con los que cubren sus mesas. Quizás sea una forma de exorcizar aquel argumento oficial de que “afeaban” la zona, usado para trasladarlos hace unos seis años hacia un costado de la heladería Coppelia, una ubicación que trajo pérdidas para el bolsillo de los merolicos y una caída del interés en los clientes.

El pago puede hacerse en efectivo o a través de transferencias electrónicas. / 14ymedio

A pesar de la irrupción de baratijas de plástico y de relojes que imitan marcas caras, en el local se siguen vendiendo algunos productos artesanales hechos en Cuba. Bolsos de cuero, calzado, orfebrería, vestidos de mujer que rondan los 4.000 o 6.000 pesos, esculturas de madera y decoraciones en papel maché. El pago puede hacerse en efectivo o a través de transferencias electrónicas. Mostrar en cada puesto el código QR para estas operaciones resulta obligatorio.

Aunque este viernes la mayoría de los clientes de la feria eran cubanos, los pocos turistas que se acercaron al local fueron recibidos como unicornios que asomaban desde un espeso bosque. Los comerciantes saben que los extranjeros casi siempre prefieren pagar en divisas. Así que les ofrecen liquidar la cuenta en dólares o euros, al cambio informal. Lo mismo ocurre en la otra feria cercana, ubicada en el parque de El Quijote. Bajo la figura desgarbada del hidalgo, los fulas se trastocan lo mismo en un par de chancletas para la playa que en una gorra de guerrillero con una estrella roja en la frente. 

Bajo la figura desgarbada del hidalgo, los 'fulas' se trastocan lo mismo en un par de chancletas que en una gorra de guerrillero. / 14ymedio
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