Las regulaciones para vehículos obligan a los santiagueros a cambiar sus hábitos de transporte
Santiago de Cuba/Los cascos resuenan sobre el pavimento en medio de la madrugada. El sol comienza a iluminar Santiago de Cuba, donde los coches de caballos, los camiones y las motos suplen al deprimido transporte urbano. Pero las medidas introducidas por las autoridades desde mediados del pasado año para preservar el centro de la ciudad han forzado cambios en la movilidad de los santiagueros.
Las regulaciones, dictadas por el Poder Popular de la ciudad con el apoyo de la Oficina del Historiador y las fuerzas policiales, abarcan desde prohibiciones de estacionamiento a precios topados a los vehículos de tracción animal. Pero la medida que más ha disgustado a los ciudadanos que no residen en el centro histórico ha sido el traslado de la piquera de coches, que ha pasado de la céntrica Alameda Germán Michaelsen a la periferia, junto a la Terminal de Trenes y Ómnibus de Santiago, próxima al reparto San Pedrito.
Coincidiendo con el proceso de restauración de la Alameda y las calles que rodean al nuevo malecón, la Oficina del Conservador de la Ciudad puso todos sus esfuerzos en restringir los coches en las áreas más céntricas
Desde el anterior punto de recogida salían, durante años, las rutas hacia La Barca de Oro y la antigua Terminal de La Habana, lo que suponía una carga de aproximadamente 2.000 viajeros al día, según los cálculos de varios trabajadores por cuenta propia que frecuentan el lugar.
Desde principios de 2016, y coincidiendo con el proceso de restauración de la Alameda y las calles que rodean al nuevo malecón, la Oficina del Conservador de la Ciudad puso todos sus esfuerzos en restringir los coches en las áreas más céntricas. "Había que preservar el lugar por su alto valor urbano y ambiental", asegura una especialista de la entidad que prefiere el anonimato. "Los caballos defecaban en plena vía y sus dueños no colocaban un recolector", se queja la profesional.
Los vecinos de la zona se encuentran entre los beneficiados y aplauden la medida, como María Antonia Reyes, que antes debía limpiar frente a su casa "cuando los caballos se orinaban" y ahora se muestra satisfecha por poder respirar "un aire más limpio".
También los bicitaxistas se han visto favorecidos por las nuevas regulaciones. "No damos abasto, tenemos una carrera tras otra y al terminar el día llego a mi casa con más dinero", cuenta Manolo, uno de estos transportistas.
Los santiagueros, que privilegiaban hasta la fecha el transporte en coches de caballos como alternativa al deficiente servicio de ómnibus, han visto reducidas sus posibilidades de movilidad interna.
"La Alameda era un punto fácil para cargar hacia cualquier lugar", cuenta a 14ymedio Norge González, cochero con más de 15 años de experiencia. "En menos de diez minutos el coche se llenaba, pero ahora las personas prefieren coger otra cosa por la lejanía de la piquera", asegura.
Otra de las disposiciones que han encendido los ánimos de los conductores es la imposición de precios topados, que fueron fijados en dos pesos, tres menos de los que se cobraban con anterioridad. Los infractores pueden ser castigados con elevadas multas o, incluso, el decomiso de los vehículos.
Ante este panorama, algunos de los cocheros han propuesto paralizar su labor durante un par de días, como método de presión a las autoridades y con el fin de que revoquen las medidas
Ante este panorama, algunos de los cocheros han propuesto paralizar su labor durante un par de días, como método de presión a las autoridades y con el fin de que revoquen las medidas. La falta de organización del gremio y el temor a una retirada masiva de licencias frena, sin embargo, cualquier iniciativa de protesta.
La regulaciones para el trabajo por cuenta propia incluyen una licencia para quienes transportan "carga o pasajeros con medios propios o arrendados utilizando coche tirado por caballos", una ocupación de especial importancia para la movilidad en áreas rurales, donde hasta el 80% de los pasajeros se mueve en este tipo de vehículo.
El malestar en el sector por las últimas medidas tomadas en multitud de municipios se ha hecho notar por toda la Isla desde el pasado año. En noviembre, los cocheros del municipio Mayarí, Holguín, paralizaron su labor en protesta a la imposición de precios topados por parte de las autoridades, que a partir del 1 de octubre los obligaron a rebajar los importes a la mitad.
En julio, los conductores de carros tirados por caballos en Placetas, Villa Clara, realizaron una huelga tras ser advertidos por funcionarios del Gobierno local de que serían trasladados a otra ruta de operaciones, fuera de las áreas céntricas de la ciudad.