El retraso en la validación de las vacunas cubanas por la OMS es "culpa de los bancos"
Eduardo Martínez Díaz, presidente de BioCubaFarma, cuenta a 'Granma' que esperan recibir el aval finalmente en 2023
Madrid/El proceso de reconocimiento de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para Abdala, la vacuna cubana contra el covid-19, sigue parado después de que en abril se entregó la documentación a las autoridades sanitarias. Ocho meses más tarde, Eduardo Martínez Díaz, presidente del grupo empresarial BioCubaFarma, asegura a Granma que el problema está en el embargo, que provoca la negativa de los bancos a trabajar con la Isla.
El doctor explica al diario del Partido Comunista que "uno de los componentes del proceso de evaluación tiene atraso". BioCubaFarma anunció hace meses que había decidido transferir la producción de uno de los componentes de Abdala a su nueva planta de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM). Los expertos de la OMS tenían previsto visitar y evaluar la fábrica a finales de este año, pero no podrá ser así.
"Si bien la línea de producción, en la cual se realizan las operaciones de formulación, llenado y envase de ese complejo ya están activas y produciendo, la línea en los que se fabrican los productos recombinantes presenta atrasos en su puesta en marcha", cuenta Martínez Díaz.
"Llevamos nueve meses tratando de realizar los pagos, que no se han materializado por la negativa de varios bancos en hacer la operación de transferencia"
"Este atraso está dado porque no se han podido hacer los pagos a la empresa encargada de la puesta en marcha del equipamiento y de los sistemas de esa línea de producción. Llevamos nueve meses tratando de realizar los pagos, que no se han materializado por la negativa de varios bancos en hacer la operación de transferencia", remata. El doctor se muestra esperanzado con que en 2023 pueda completarse el estudio y recibir el aval de las autoridades sanitarias, casi tres años después de la pandemia.
En la entrevista, el experto insiste en que las vacunas cubanas aprobadas en la Isla –Abdala y Soberana 02 y Plus– son "seguras, efectivas y capaces de controlar la epidemia", y se apoya para ello en el control de la enfermedad en Cuba así como en los países que las han reconocido sin esperar a la OMS.
Según Martínez, ocho países han dado el autorizo "y otros las están evaluando", aunque solo se ha hecho público, hasta la fecha, que Irán, México y Nicaragua han dado luz verde a los sueros cubanos. En el caso de Teherán a Soberana, de cuya elaboración es copartícipe a través del Instituto Pasteur. México ha aprobado también Abdala tras recibir el visto bueno de su regulador, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). En el caso de Nicaragua, las dos vacunas están así mismo reconocidas.
Además de los tres anteriores, Venezuela, Vietnam o Bielorrusia han inoculado alguna de las soluciones cubanas tras recibir lotes intercambiados o comprados a la Isla. Por el momento, se desconoce la cantidad de unidades entregadas en el exterior y el dinero obtenido a través de su venta. Las autoridades cubanas anunciaron que sus vacunas serían económicas, aunque la prensa nicaragüense calcula que fueron 7 euros por unidad basándose en un préstamo solicitado por el Gobierno de Daniel Ortega al Banco Mundial, pero no hay desglose que permita comprobar los conceptos del crédito.
En cualquier caso, los cubanos vacunados con Abdala o Soberana –casi el 100% de los inmunizados en la Isla– han tenido auténticas dificultades para viajar a muchos países (entre ellos EE UU y la Unión Europea) en los que era obligatorio presentar un certificado o pasaporte covid con alguno de los sueros reconocidos por la OMS.
Martínez Díaz en su entrevista de este lunes reivindica como elemento distintivo de las vacunas cubanas la alta "termoestabilidad" que exigen menor cantidad de frío que otras vacunas (como las de Pfizer o Moderna) y se almacenan a entre 2 y 8 grados, aunque, afirma, aguantan hasta una semana a temperaturas superiores a 30 grados, "lo que las hacen atractivas para su uso en países pobres, donde existen dificultades para mantener la cadena de frío del inmunógeno", añade.
Los leves efectos secundarios y la efectividad que, afirman, han demostrado en los estudios realizados en la Isla, también son esgrimidos por el funcionario a pesar de que eso no sería una característica diferenciadora de cualquier otra de las autorizadas. Martínez subraya que los resultados de las investigaciones se han publicado en varias revistas científicas, lo que exige que hayan sido sometidas a una revisión por pares. "Hasta la fecha se han publicado más de 20 artículos científicos en revistas de alto impacto y se continúan preparando otros reportes", dice.
Martínez Díaz en su entrevista de este lunes reivindica como elemento distintivo de las vacunas cubanas la alta "termoestabilidad" que exigen menor cantidad de frío que otras vacunas
El doctor asegura que Cuba, a diferencia de otros países, no ha sufrido el embate de ómicron, aunque es difícilmente comprobable, ya que es preciso secuenciar cada caso para averigüarlo, algo que no se ha hecho de manera generalizada en ningún país del mundo y mucho menos en la Isla, donde la mera capacidad de diagnóstico era muy limitada en el momento de explosión de esa cepa. Martínez aseguró, en todo caso, que esa situación se debe a que las vacunas desarrolladas en la Isla disminuyen su capacidad frente a esta variante en dos veces, mientras que otras lo hacen en 20 veces.
"Este fenómeno que estamos observando tiene su explicación en la naturaleza del antígeno que utilizamos y el propio diseño de nuestras vacunas", explica. Martínez detalla que los laboratorios de la Isla utilizan el antígeno RBD, que produce anticuerpos contra una región de la proteína que es común en todas las variantes del virus.
Mientras, otras vacunas (las basadas en ARN mensajero) han usado la proteína espiga completa (S), que induce defensas contra zonas en las que sí hay mutaciones. La American Chemical Society advirtió a finales de 2021 de la posibilidad de que las vacunas basadas en la proteína S (Pfizer o Moderna) podían quedarse cortas si no se diversificaba la estrategia. Desde entonces, las farmacéuticas estudian la situación y posibles mejoras.
"Defendemos la hipótesis de que las vacunas basadas en el antígeno RBD pueden constituir un refuerzo universal para el resto de las vacunas contra el covid-19 amplificando una inmunidad protectora contra las diferentes variantes del virus Sars-Cov–2, que han circulado o que pudieran generarse en el futuro. Recientemente varios grupos de científicos en el mundo han publicado artículos que apoyan esta hipótesis", asegura Martínez.
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