El asesino de la joven Rosmery Ponce Peña se entrega a la Policía tras dos semanas huyendo
La familia critica a los oficiales por no haberles informado sobre el arresto ni dar detalles sobre la situación actual del hombre
La Habana/José Luis Domínguez Velázquez, el presunto asesino de la joven Rosmery Ponce Peña, de 23 años, se entregó a la policía de Güines, provincia de Mayabeque, la noche de este sábado. El arresto del hombre, que estaba prófugo desde el pasado 10 de julio, ha puesto fin al terror que vivían los familiares de la víctima, amenazados de muerte por el supuesto homicida.
Yesmely Peña Rondón, tía de Rosmery Ponce, cuenta a 14ymedio que se enteraron de la noticia de la detención de Domínguez Velázquez este lunes "por una llamada de un vecino". Al escuchar los rumores, la familia llamó a la estación de policía de Güines y le informaron que el hombre estaba siendo procesado en la Unidad Provincial de Investigaciones Criminales y Operaciones de San José de las Lajas.
Peña Rondón criticó a los oficiales por no haberles informado sobre el arresto. "No me dieron ninguna explicación de por qué no nos avisaron y nos han hecho vivir estos dos días de terror, temiendo que en cualquier momento entrara por esa puerta y nos matara", lamenta la mujer. La policía tampoco dio detalles a la familia sobre la situación actual del presunto asesino.
La tía, junto a su hermana [la madre de Rosmery Ponce], su madre y su sobrino trataron de mantenerse con vida encerrados en un cuarto de su casa, en las cercanías del central azucarero Amistad, y, a pesar de los reclamos, no recibieron protección policial en las más de dos semanas entre el asesinato de la joven y la detención de Domínguez Velázquez.
"No me dieron ninguna explicación de por qué no nos avisaron y nos han hecho vivir estos dos días de terror, temiendo que en cualquier momento entrara por esa puerta y nos matara"
"Mi hermana recibió hoy la noticia del arresto con alivio, empezó a llorar y a dar gritos, quiere ir para el lugar donde él está detenido, pero estamos preparándola para ese momento", cuenta Peña Rondón a este diario. El hijo de Rosmery también vive días difíciles: "Está muy inquieto, no quiere dormir y todo el tiempo busca a su mamá porque él, además, estaba lactando todavía".
"Esperamos que no le echen 20 o 30 años de cárcel, sino que lo condenen a cadena perpetua", exige la tía. "Tiene que pagar", reclama. "Hoy fue el primer día en que pude salir a la calle después de muchos días. Estamos más tranquilos pero seguimos reclamando justicia por haberle arrebatado la vida a una muchacha tan joven, con un futuro por delante y un hijo que adoraba".
La familia denunció que el hombre calculó con frialdad el crimen, esperó a que Ponce Peña estuviera visitando a una amiga para, a través de una ventana, dispararle en la cabeza. "Ella llegó viva al hospital, pero ya no estaba consciente", contó en su momento la tía.
Aunque no conoce los detalles del arma usada para matar a Rosmery, la familia ha escuchado rumores de que se trata de una escopeta propiedad de Domínguez Velázquez. El día que la asesinaron, el niño, de dos años, "no estaba con ella porque se quedó con la abuela. Él tiene muchos problemas, cuando quiere llamar la atención se golpea la cabeza en el suelo y no habla. Creemos que está traumatizado por los abusos que vivió junto a su padre".
Cansada de los golpes y los maltratos, la joven decidió romper la relación y llamó a su familia para que la sacara de la casa del maltratador. Antes de que se fueran de aquel lugar, José Luis Domínguez Velázquez los amenazó: "no se preocupen que yo las voy a matar a todas".
"Esperamos que no le echen 20 o 30 años de cárcel, sino que lo condenen a cadena perpetua"
Rosmery Ponce Peña soñaba con "reconstruir su vida", recuerda la tía. "Ella estaba buscando trabajo, esperaba trabajar en un merendero", detalla. "Quería concentrarse en su hijo" a pesar de que el maltratador le había advertido de que sin él "nunca sería feliz".
El hombre mantenía estrechas relaciones con policías locales, de las que se pavoneaba en público. Varios reportes, recopilados entre familiares y vecinos, señalan a Domínguez Velázquez como "chivato" que informaba sobre lo que hacían los residentes de la zona.
Antes de aquel lunes fatídico, Rosmery Ponce Peña soñaba con darle a su hijo lo que ella jamás tuvo. "Quería ser feliz porque nunca pudo ser feliz con ese hombre, durante los tres años que estuvieron juntos. Él no la dejaba ni siquiera contactar con su familia, la apartaba", denuncia la tía."Se conocieron en una fiesta en el parque del pueblo. Al principio aparentaba que era bueno, pero no resultó ser nada bueno".
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