La guagua fantasma de La Timba

Ruta 67 (Foto: Luz Escobar)
Ruta 67 (Luz Escobar)
Luzbely Escobar

29 de mayo 2014 - 10:51

La Habana/La ruta 67 es lo que decimos en Cuba una guagua fantasma. Sin embargo, para los habitantes del popular barrio de La Timba este es el único transporte público que los lleva al centro de la ciudad y a su casco histórico. Los timberos le tienen tomado los horarios en los que pasa y hasta se saben de memoria el nombre de los choferes que la conducen. Osvaldo es uno de ellos y ostenta la condición de Vanguardia Nacional por su dedicación al arte del timón y la alcancía.

En los años ochenta, existían varias rutas que entraban a esta pobre barriada habanera. Durante el Período Especial el Ministerio del Transporte hizo un reordenamiento y suprimió muchas de ellas. La 67 quedó entonces como única sobreviviente. Pertenece al paradero de Palatino y lo normal es que funcione con un solo ómnibus. Se le ve pasar cada dos horas. La primera guagua sale a las 6:20 am, acercando a su destino a los obreros que madrugan. En días que se constituyen en verdadero milagro, hay dos carros que pasan cada hora.

Algunas personas mayores, para evitarse las caminatas con la bolsa de mandados a cuesta, esperan el solitario ómnibus para bajarse en una o dos paradas. Son los menos y pertenecen a una cofradía que conoce al dedillo los horarios de la ruta. Una especie de "Club de la 67", conformado en su mayoría por ancianos que rememoran entre ellos la época dorada de su guagua preferida.

A veces un miembro del club le advierte a otro que no se quede a esperar, porque la guagua está rota y no ha podido salir. Tienen contactos y los usan, para conocer si ya salió del paradero, si el chofer está enfermo y no pudo ir a trabajar, si tuvo algún problema técnico que la dejó recluida en el taller. Además de su fidelidad a la 67, los caracteriza el optimismo, pues confían en que al final ella aparecerá doblando una esquina, con un ligero sonido del claxon y las puertas que se abren frente a los pacientes pasajeros.

Su entusiasmo de fanáticos se manifiesta incluso en unos celos descomunales hacia la ruta 27. Originaria del mismo paradero, a esta última le han asignado refuerzos adicionales que se evidencian en un número mayor de ómnibus. Un pasajero indagó sobre esta desproporción y el chofer le respondió molesto "es que nosotros somos la hija pobre de Palatino" y "no recaudamos tanto como la 27, por eso no somos priorizados".

Los apasionados usuarios no entienden cómo es posible que no se le dé valor a la función social que representa su ruta preferida. Ni de cómo en esas instancias se estudie el caso solamente desde el punto de vista económico. No lo entienden, porque para ellos, esta ruta es parte de la vida de su comunidad. Es un trozo de su entorno. La 67, como ellos la llaman, es parte imprescindible de la cultura urbana de La Timba.

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