Sala Polivalente, un coloso que vuelve a la vida

Este lunes se comenzaron a ubicar unos 128.000 metros de listones de madera que cubrirán el tabloncillo. (14ymedio)
Este lunes se comenzaron a ubicar unos 128.000 metros de listones de madera que cubrirán el tabloncillo. (14ymedio)
Luz Escobar

22 de febrero 2017 - 12:33

La Habana/Los transeúntes no pueden creer lo que ven cuando se dan cuenta de que la oxidada mole de la Sala Polivalente Ramón Fonts está siendo reparada. El centro deportivo, cercano a la Plaza de la Revolución en La Habana, se convirtió en un símbolo de la crisis económica tras la desaparición de la Unión Soviética, una situación que ahora intenta revertir un puñado de constructores.

Pasado más de un cuarto de siglo desde su inauguración, durante los XI Juegos Panamericanos de 1991, el inmenso inmueble representa un reto para sus restauradores. Parte del armazón metálico está dañado por las inclemencias del clima y en el techo deben ser sustituidas unas 450 tejas, según la prensa local.

Este lunes se comenzaron a ubicar unos 128.000 metros de listones de madera que cubrirán el tabloncillo. Esta labor ha supuesto la instalación previa de un bastidor de madera e influirá directamente en la calidad de los topes atléticos.

"El deterioro llegó a un punto crítico, pero estamos tratando de rescatar lo que se pueda y terminar en el mes de abril", cuenta a '14ymedio' un ingeniero implicado en las obras

Algunos muros ya han sido pintados, pero queda mucho por hacer en las gradas, los servicios sanitarios y las redes eléctricas que fueron devastados por el abandono que el local sufrió por años. Más que una labor de restauración, en muchos de estos detalles hay que comenzar desde cero, según varios especialistas consultados.

"El deterioro llegó a un punto crítico, pero estamos tratando de rescatar lo que se pueda y terminar en el mes de abril", cuenta a 14ymedio un ingeniero implicado en las obras de mantenimiento que prefirió el anonimato. Para el profesional "lo más difícil es dar a este lugar un nivel que permita competencias deportivas que cumplan con los estándares internacionales".

Desde afuera resulta complicado imaginar que en menos de dos meses el coloso de metal se sacudirá la desidia. "Esto se había convertido en un lugar peligroso por las noches", cuenta Libia, una habanera de 43 años que de lunes a viernes espera el ómnibus en una parada cercana. "Cuando caía el sol no se veían ni las manos", afirma.

Las áreas verdes que rodean a la Polivalente han sido blanco de denuncias por sus problemas de seguridad. A pesar de las cercanía de varios ministerios y entidades estatales, la zona es frecuentada por exhibicionistas y ladrones. Frente al lugar, la Terminal de Ómnibus genera un paso constante de viajeros que se encuentran en el punto de mira de esos malhechores.

Ahora se vuelven a instalar parte del alumbrado exterior que se había dañado y varios custodios supervisan el área para cuidar también los materiales constructivos almacenados dentro de la nave. "Donde quiera que hay madera, cemento y pintura, hay andar con cuatro ojos", ironiza uno de los guardias que patrulla el perímetro.

Por el momento, los trabajos de mantenimiento del centro deportivo se concentran en la rehabilitación eléctrica e hidráulica además de la pizarra electrónica. La instalación de un sistema de climatización no está comprendida en el actual proyecto a pesar de que la estructura metálica se calienta en exceso durante los meses de verano.

Pocos días después de abrir sus puertas por primera vez, el humor popular rebautizó la sala como la Policaliente debido a las altas temperaturas que hacían difícil la práctica deportiva en su interior. "Es muy complicado enfriar un lugar así, por su tamaño y porque conllevaría hermetizar todas sus parte para que no haya fugas", agrega el ingeniero.

El complejo deportivo, que lleva el nombre del más famoso esgrimista cubano de todos los tiempo, fue premio de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba el mismo año de su inauguración, pero su estructura no ha tenido una buena acogida entre los residentes de la capital cubana.

"Es rotundamente fea", sentencia José Miguel, graduado del Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI). El joven apoya su opinión en "un acabado chapucero y a toda prisa, unos bordes afilados que carecen de toda belleza y la utilización de materiales poco recomendados para usar en una zona tropical". Para el diseñador, la Polivalente "es de la peores cosas que se ha construido en este país en el último medio siglo".

Muchos recuerdan lo que significó para la economía nacional la construcción del complejo y de otras instalaciones deportivas en un momento en que el país entraba en el Período Especial. Los Panamericanos, celebrados en La Habana entre el 2 y el 18 de agosto de ese año, movilizaron a casi medio millón de personas en sus labores y durante meses el país se volcó casi por entero a preparar la cita con atletas de 39 países.

"Después de eso vino lo peor", sentencia Raymundo, de 78 años y vecino de la cercana calle Bruzón. Ahora sus ilusiones van más allá de volver a sentarse en las gradas de la Polivalente y ver un partido de baloncesto o una demostración de gimnastas locales. "Quiero que abran de nuevo la bolera para enseñar a mi nieto a jugar los bolos".

Un bar restaurante acristalado con vista hacia la avenida Rancho Boyeros también es objeto de sus ilusiones. "No sé si lo volverán a abrir, pero hubo un tiempo en que ahí se vendían una de las mejores cremas de queso de La Habana", dice relamiéndose.

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