Para salvar la empresa estatal cubana proponen el modelo de Singapur
El “bloqueo y todo lo demás” no pueden seguir siendo la excusa, dice un invitado de Cuadrando la Caja
La Habana/“Hemos tenido nueve modelos empresariales. Ninguno ha dado resultados”. Con este diagnóstico lapidario resumía uno de los invitados del programa oficialista Cuadrando la Caja los sucesivos intentos de revivir –a través de decretos que han funcionado como meras “curitas”– la red empresarial estatal. La emisión de este lunes abogaba por que el Parlamento apruebe cuanto antes una Ley de Empresas que dé más autonomía a las entidades que van bien y presione a las que fracasan sistemáticamente.
El panorama es desalentador. Dos invitados, Luis Marcelo Yera, experto del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas, y Antonio Vallín, director de los laboratorios farmacéuticos AICA –que produjeron la vacuna Abdala–, abordaron el “proceso tortuoso” que representa pedir permisos al Estado cada vez que se va a dar un paso o aprobar una inversión extranjera. Muchas veces, admitió Vallín, los inversores se desesperan y desisten de dar su dinero a una estatal porque aún no ha llegado el visto bueno de la cúpula. “El inversor no espera”, advirtió el directivo.
Dueño de un largo tramo del programa, Vallín tuvo tiempo de exponer sus propias ideas económicas. “Cuba, con la economía y el tamaño que tiene, y con sus pocos recursos energéticos y minerales, no puede construir una economía basada en sí misma”, zanjó. “Tiene que construir una economía donde Cuba sea un subsistema de una integración mucho mayor con el exterior”.
Dueño de un largo tramo del programa, Vallín tuvo tiempo de exponer sus propias ideas económicas
El “bloqueo y todo lo demás”, alegó, no pueden seguir siendo la excusa para la desarticulación empresarial de la Isla. “Se exige mucho”, se quejó, “pero no hay una ley que permita en positivo salir para afuera y vender afuera. Ni la tasa de cambio, ni la forma de poder negociar, ni la manera de tener exenciones arancelarias… No es suficiente”.
El presentador reconoció que, en opinión “del pueblo”, el sector estatal está más que moribundo. Lo argumentó con una serie de testimonios de calle en que se manejaban ideas como “Las empresas estatales son obsoletas, que el desarrollo venga”, “Están atrasados en todos los sentidos” o “Hay ideas rentables y por obstáculos no las concretan”.
Ambos invitados quisieron ser profetas de una nueva etapa que se abrirá, en teoría, con la “necesaria” Ley de Empresas. Su paradigma, que el Gobierno “estudia preciosamente”, es Temasek Holdings, el fondo estatal de inversiones de Singapur, que tiene intereses en casi todas las compañías importantes del país y “se comporta como si fuera privado”. El modelo de Temasek permite que se cierre un trato con un inversor potente de EE UU o Inglaterra y que “el primer ministro se entere leyendo el periódico”, dijo Yera. “Nadie tiene que consultar nada”.
Poniendo los pies en la tierra de la Isla, donde la centralización del Estado hace inviable cualquier negocio que no haya pasado antes por una oficina ministerial, Vallín comenzó una serie de lamentaciones sobre el actual modelo empresarial. Desde 2011, explicó, se han implementado un sinnúmero de Decretos-Ley a los que la red estatal “no ha reaccionado”.
La centralización del Estado hace inviable cualquier negocio que no haya pasado antes por una oficina ministerial
Hasta ahora, en opinión de Vallín, ha habido una notable “dispersión legislativa” y se aspira a que la Ley de Empresas derogue la multitud de acuerdos parciales tomados por el Parlamento y los ministerios. La ley, aseguró, tendrá la función de “desregular lo contradictorio”.
La escasa autonomía que se les ha dado a las alrededor de 2.000 entidades estatales ha sido interpretada por los directivos “cómodos” como un abandono. A esa suerte de confort que implica esperar la decisión “de arriba” se acostumbraron los directivos cubanos por el estilo de Fidel Castro. Sin criticar excesivamente el método del caudillo, que temía, según Vallín, que autonomía fuera sinónimo de “corrupción”, el director de AICA piensa que es hora de que las empresas tengan libertad de decisión, de la que solo gozan ahora las mipymes estatales.
Para los empresarios no ha sido fácil “bucear en qué está permitido y qué no, a lo largo de más de 40 años de resoluciones”, insistió Vallín. Todo conlleva un “gran riesgo, porque te puedes equivocar, porque ya no tienes que pedir permiso y la culpa no es de otra persona”. La autonomía que reclama no es para todos en la misma medida, estima, porque las empresas corren a ritmo distinto y si un directivo se apresura “no será comprendido” y será “malinterpretado”.
“Pero toda nueva ley y toda nueva libertad lleva responsabilidad”, dijo, pidiendo que esa fuera la “actitud” de los gobernantes hacia los empresarios. “No había que consultar mucho” durante el Período Especial, coincidió Yera, que retrató a los 90 como una suerte de edad de oro para la libertad de acción de las empresas.
Yera es partidario de dar autonomía sin quitar las “concesiones”, es decir, ciertos privilegios subvencionados
Las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (Osde), que limitan el campo de acción de las empresas, son las “malas de la película”, argumentó el presentador. Vallín no estuvo de acuerdo y defendió a BioCubaFarma, una vez más, como un proyecto exitoso. Si el rol de la Osde fuera, en lugar de la supervisión y el control, la promoción del crecimiento de las empresas bajo su ala, no serían vistas con tanta irritación por los empresarios, argumentó.
Yera es partidario de dar autonomía sin quitar las “concesiones”, es decir, ciertos privilegios subvencionados. Que las 134 empresas que llevan la voz cantante en la exportación no “padezcan lo que padecen todas”, es decir, la falta de combustible y presupuestos, pidió, porque están dando la cara por el país. Aunque, acotó Vallín, “la Ley de Empresas no viene con un saco de dinero”.
Los laboratorios AICA demostraron, dijo Vallín, que en tiempos de crisis –como la pandemia– hay que “encadenarse con quien sea, público, privado, extranjero” para conseguir dinero. AICA ha intentado proponer modelos a otros grupos estatales y la respuesta ha sido “pasiva”.
Vallín esperó a los minutos finales de Cuadrando la Caja para dar con el meollo del problema, que pareció evitar desde el comienzo de la emisión: “Necesitamos también que haya una renovación de pensamiento en los organismos de la administración central del Estado”, que siguen operando con poderosas herramientas: “la burocracia, el silencio administrativo y la no respuesta”.