Santiago de Cuba, una ciudad paralizada por la falta de combustible
La crisis se ha agudizado en los últimos días en la zona oriental de la Isla
Santiago de Cuba/Los hay destartalados y faltos de pintura, modernos y relucientes o empujados por sus propietarios para llegar hasta la gasolinera de la carretera Central, esquina a la avenida Carlos Manuel de Céspedes, en la ciudad de Santiago de Cuba. Ante la escasez de combustible, que se ha agudizado en los últimos días en la zona oriental de la Isla, todos los vehículos de la larga fila alrededor de la gasolinera parecen igual de afectados y paralizados por la crisis.
A lo largo de la calle 1ra del Reparto Sueño se extiende la cola de motocicletas, carros y camionetas. Los más afortunados han logrado alcanzar la sombra de un árbol y pueden quedarse cerca del vehículo o tomarse una siesta en su interior, pero la mayoría se refugia en un portal, bajo unas ramas, o se resguarda tras un muro. Algunos llevan varios días a la espera y han organizado grupos que custodian la fila para que otros puedan ir a comer, bañarse o dormir algunas horas en su casa.
"Mi hermano y yo llevamos tres días en esto", cuenta a 14ymedio Gabriel, de 42 años. Su auto, un Fiat argentino con más años que su propietario, alguna vez fue de un color azul brillante del que solo queda una superficie deslucida y oxidada. "Tenemos a mis padres que viven en Contramaestre y para nosotros es vital contar con movilidad porque les damos una vuelta a cada rato, hay que llevarles comida y ayudarlos con la finca", explica.
"Los hay disciplinados pero también tenemos el problema de que orinan en las aceras y se ponen a hablar alto de noche"
A pocos metros del Fiat de Gabriel, un Lada negro y amarillo, que hace las veces de taxi arrendado por el Estado, se calienta bajo el sol de este martes. Su conductor aguarda bajo los balcones de un edificio cercano y calcula que le irá tocando comprar "viernes o sábado". En total habrá estado unos cinco días "para solo diez litros de gasolina por cliente, que es lo que están dando". Al final de la fila ha llegado un joven arrastrando una moto que tiene la apariencia de no haber rodado por las calles hace mucho tiempo.
Ante la obligación de traer el vehículo para poder comprar el combustible, hay quienes se auxilian de otro carro para trasladar su viejo Chevrolet, su cuidado Ford de inicios del siglo XX o su más moderno Citröen. Echan mano de los grupos de WhatsApp para avisar cuando llega el camión cisterna al servicentro. Los vecinos de los alrededores han tenido que aprender a convivir con la situación. "Los hay disciplinados pero también tenemos el problema de que orinan en las aceras y se ponen a hablar alto de noche", lamenta una residente del Reparto Sueño.
Otros aprovechan la obligada estancia para ofrecer a los conductores sus mercancías. Fritangas, galletas, dulces o el salvador turrón de maní conforman buena parte de las ofertas. El agua fría y el café matutino también son muy demandados por los que esperan su turno. No faltan tampoco los vecinos que ofrecen la posibilidad de usar el baño de su casa o darse una ducha por un precio que tiene poco de módico, pero que los sudorosos conductores pagan para no ausentarse de la fila por largo tiempo.
En los medios informativos locales, apenas se habla de la crisis del combustible. El diario local Sierra Maestra y la página de Facebook de la corporación militar Cimex en la ciudad, que gestiona los servicentros junto a la Unión Cuba-Petróleo (Cupet), dedican más espacio por estos días a explicar las ventajas del pago electrónico en las gasolineras que a contar los apuros que sufren los propietarios de vehículos. Mientras ensalzan los beneficios de que los clientes no usen dinero en efectivo para pagar sus servicios, la gran preocupación de los choferes es cuántos días más pasarán en la cola, si alcanzarán los diez ansiados litros de combustible y si al mediodía se nublará algo el cielo para no sufrir el inclemente sol.
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