Con semáforos en apagón y un bache "piscina", el desorden se adueña de las calles de El Cerro
Dentro del hueco ya se han formado pequeñas “cataratas” con el agua que mana de la tubería y los vecinos preven una desgracia
La Habana/“Hasta que no ocurra una desgracia el Gobierno no va a arreglar esto”, predice Marta, una vecina que vive a pocos pasos del bache-piscina en el municipio de Cerro, en La Habana. Tras varios años abriendo en dos la calle, el boquete no sólo ha cobrado proporciones monstruosas, sino que, desde la última vez que este diario visitó el barrio, ha absorbido más basura, escombros y agua.
Su columna vertebral, una tubería que debió ser arreglada por la empresa estatal Aguas de La Habana hace semanas, sigue rota. “Vinieron a coger la merienda”, se burla Marta, aludiendo a los obreros que, supuestamente, se encargarían de tapar el salidero y restaurar el pavimento. Sin embargo, es fácil constatar que ya el bache no exige una solución menor o parcial, sino una acometida seria.
Marta ve venir “una desgracia” y no le falta razón. Al bache lo circundan dos partes “transitables”: el fragmento de calle que quedó a su lado y un trozo de acera, que ahora sirve de puente para el que quiera arriesgarse a cruzar. Solo hay que ver, comenta la mujer, cómo se comba la estructura cuando alguien pasa.
“Si alguien se cae ahí y tiene la mala suerte de no saber nadar, se ahoga”, dice. La advertencia no es exagerada. Dentro del bache ya se han formado pequeñas “cataratas” con el agua que mana de la tubería. Ni siquiera hace falta que llueva para que el hueco se llene del líquido azulado por el que flotan trozos de madera y “balsas” de suciedad.
La situación es insostenible y aunque las familias de la barriada conviven, desde hace años, con el bache-piscina, hay quienes piensan en protestar de una manera visible contra su presencia. “Más de una vez nos hemos propuesto tirar piedras dentro del charco, hasta que venga la Policía y se arme ‘la desagradable’”, dice Marta, cansada de advertir a los niños del barrio que no se metan en el charco.
Las imágenes de un grupo de niños bañándose en el bache-piscina llegaron a las pantallas de los cubanos, vía Facebook, el mes pasado. El resto de la calle es mejor no mirarla. Polvorienta, cercada por vertederos, el paso que no interrumpe el boquete lo obstaculiza la basura. En abril, cuando 14ymedio fotografió el estado del lugar, al bache le habían nacido, incluso, plantas de calabaza, con su correspondiente fauna de mosquitos, ranas y cucarachas.
Cerro, el municipio que –según el refrán– tenía “la llave” de La Habana y sus viaductos, contiene varias de las peores calles de la capital. El desastre no se limita al estado del pavimento, sino también a las señales de tránsito y los semáforos. Un ejemplo claro son el conjunto de semáforos “en apagón” desde la esquina de Calzada de Cerro y Tejas hasta Belascoaín.
Sin oficial de Tránsito que lo controle, el tramo se encuentra en absoluto desorden. Los carros zigzaguean en busca de vía libre y sus choferes ya no se molestan en alzar la vista buscando las luces rojas, verdes y amarillas. Con un verano que recién arranca y jornadas cada vez más largas de apagones, la única luz que se puede aprovechar en La Habana es la del sol.