"La gente y también los Servicios Comunales arrojan la basura en los ríos de Santa Clara"
Animales muertos, plásticos, gomas de camión, aguas albañales han hecho del Bélico y el Cubanicay unas cloacas apestosas
Camajuaní/Más que ríos, lo que atraviesa la ciudad de Santa Clara son zanjas malolientes con varias capas de basura, hojarasca y escombros. El Bélico y el Cubanicay nunca tuvieron buen caudal, pero nada se compara al estado de pestilencia e insalubridad que los caracteriza hoy, cuando los santaclareños intentan a toda costa evitar el paso por sus cercanías.
El Bélico, antiguamente llamado río de la Sabana, y el Cubanicay –río del Monte– delimitan el centro de la ciudad. Ambas corrientes fueron esenciales para los primeros pobladores de Santa Clara, que emigraron desde Remedios en el siglo XVII y se establecieron en sus inmediaciones.
La contaminación de ambos afluentes lleva décadas enturbiando el agua. Botellas de plástico, gomas de camión y bicicletas, restos de ropa y comida... toda la basura de las casas santaclareñas va a parar, en las noches, a la corriente. Ni la Policía ni el Gobierno –entretenidos esta semana con la visita de Miguel Díaz-Canel, quien se reunió "con el pueblo" casi a orillas del Cubanicay– garantizan la limpieza de sus riberas.
Del mal olor también es responsable el alcantarillado deficiente de Santa Clara, que desde sus orígenes hizo desembocar las aguas albañales y otros desechos en los ríos. El tema es frecuente en los programas de la prensa y radio locales. Alta Tensión, el programa de CMHW presentado por el periodista Abel Falcón, que se presenta como "candente" y "crítico", transmite las quejas de sus oyentes y lanza, de vez en cuando, alguna saeta recomendando a los Servicios Comunales una acción de limpieza más efectiva.
Lo que cuentan los santaclareños a Falcón es alucinante. Tuberías que fácilmente tienen unos cincuenta o sesenta años, si no más, cargadas de óxido y podredumbre, desaguan en el Bélico y el Cubanicay un volumen inconcebible de desechos, excrementos y líquidos contaminados. Como resultado, cientos de familias ya están habituadas a enfermedades derivadas de la polución.
Incluso los dos ríos parecen haberse resignado a la suciedad. Sobre el plástico y los trozos de ladrillo, que ya no puede arrastrar la corriente, crece una capa de hierba y musgo, quizás para disimular la podredumbre.
Los desechos orgánicos son quizá lo que pone la nota de mayor insalubridad. Numerosos corrales de cerdo, cubetas de desperdicios y animales muertos encuentran su destino natural, sobre todo, en el Bélico. Lo dramático es que el grueso de la basura se halla a pocos pasos del centro histórico de Santa Clara, camino obligatorio de quien baja por el parque Vidal hasta la terminal de ómnibus, e inevitable al trasladarse hacia la zona de hospitales.
Ni la Policía ni el Gobierno –entretenidos esta semana con la visita de Miguel Díaz-Canel, quien se reunió "con el pueblo" casi a orillas del Cubanicay– garantizan la limpieza de sus riberas
No siempre fue así, claro. José Miguel, un santaclareño ya anciano, recuerda que hacia 1960 ambos ríos –más bien riachuelos o arroyos– eran cristalinos. "Los muchachos podíamos ir a veranear en sus orillas, a la sombra de los árboles. Ahora ya es imposible que mis nietos vayan. Nadie los dejaría acercarse a un lugar que da asco, con un mal olor que llega a la carretera", asegura.
Para algunos santaclareños como Reiniel, de 56 años, el Cubanicay significó el descubrimiento de la pesca. Solía pasar días enteros junto a su padre, esperando a que algún pez mordiera el anzuelo, algo que ahora sólo puede lograr viajando con mucha dificultad hasta el malecón de Caibarién.
"Lo que más me sorprende", cuenta, "es que incluso con la situación actual, el río se las arregla para tener vida. Cuando he pasado por allí siempre logro descubrir algunos peces sobrevivientes, a veces alguna jicotea, luchando en ese ambiente malsano".
Hace algunos años, el gobierno provincial y la dirección de Servicios Comunales destinaron un modesto presupuesto a limpiar los ríos de la ciudad. Aparecieron varios remolcadores que arrastraron la basura hasta las orillas y la recogieron. El Bélico y el Cubanicay recuperaron discretamente su cauce. No habían pasado cinco años y ya habían regresado al mismo estado de putrefacción.
"La gente también tiene culpa", reconoce Cristina, de 41 años y trabajadora de Servicios Comunales en Santa Clara. "No se puede igualar a todo el mundo, pero la mayoría de los que viven a orillas de los ríos, a pesar del mal olor y la suciedad que ven todos los días, son unos irresponsables. Les da lo mismo", lamenta.
Para Cristina, es imprescindible tomar conciencia de la responsabilidad de cada instancia con el problema. "Yo misma cuando vivía cerca de ahí, botaba jabas de basura dentro, pero reflexioné, dejé de hacerlo y eso es lo importante", asegura. Otra situación gravísima, dice, es que muchas veces los propios transportes de Servicios Comunales –carretas y camiones– se acercan al río y arrojan la carga de basura en el río. "Para ahorrar camino o combustible", supone Cristina.
La situación del Bélico y el Cubanicay no debe seguir escondiéndose, opina la trabajadora. "Lo ideal", concluye, "sería renovar el sistema de alcantarillado. Que se limpie y se mantenga. Y la basura, que se vierta en una fosa o en otro lugar diseñado para eso, no el mismo centro de Santa Clara".
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