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Siete heridos y más de 2.200 edificios dañados tras los terremotos que afectaron a Granma

Un experto advierte del potencial peligro de un "sismo fuerte" en la zona y pide preparación

En Pilón, hay más de 2.000 viviendas afectadas por el terremoto. / Lázaro Castañeda
14ymedio

12 de noviembre 2024 - 12:44

La Habana/El número de heridos en el doble terremoto que este domingo afectó de manera significativa a la provincia de Granma se sitúa en siete tras conocerse la información oficial de la reunión del Consejo de Defensa Nacional del lunes. Se desconoce, sin embargo, cualquier detalle de los tres nuevos lesionados que fueron agregados a la lista y que se unen a las dos de Pilón –una menor de 5 años y una mujer de 48– y los dos de la comunidad de La Junta, en el municipio costero de Media Luna –un menor y un adulto.

En esa provincia, epicentro del sismo que ha tenido más de mil réplicas –47 de ellas perceptibles en Pilón–, hubo 2.018 viviendas dañadas, 26 de ellas son derrumbes totales y hay 30 instituciones de salud y 40 educacionales afectadas. Además, hubo nueve deslizamientos de tierra en zona montañosa. Al menos 85 profesionales enviados de distintas zonas de la Isla llegarán en estas horas para la evaluación técnica de las infraestructuras.

La vecina Santiago de Cuba tampoco se libró de los efectos del terremoto y hay 234 viviendas dañadas, sobre todo en paredes, techos y muros, de acuerdo con la información oficial. 

Santiago de Cuba tampoco se libró de los efectos del terremoto y hay 234 viviendas dañadas, sobre todo en paredes, techos y muros, de acuerdo con la información oficial

Pese a ello, el diario provincial ha intentado mantener una visión positiva y, tras entrevistar al geólogo Eberto Hernández Suró, ha publicado una entrevista que titula citando al experto: “En Cuba se estima que un terremoto significativo ocurra cada 80 o 90 años. A nosotros nos han dado dos años más de gracia”.

El especialista recuerda que Chivirico y Pilón están identificados por su alta actividad sísmica desde hace más de 500 años y desmiente los rumores erróneos que han circulado sobre una posible vinculación entre los ciclones y los movimientos de las placas tectónicas. Además, llamó a la población a mantener la calma ante las réplicas, que “si bien no siempre se presentan, es habitual que sean numerosas”. Hernández considera que la tendencia a la disminución de las últimas horas “sugiere que la actividad sísmica está amainando y que la comunidad puede comenzar a recuperarse de este episodio”.

El especialista valora muy positivamente que la tecnología ayude a detectar los movimientos de tierra –Cuba cuenta con 24 estaciones sismológicas de banda ancha– y explica que eso no indica un aumento de la actividad telúrica, sino una mejor monitorización, que detecta incluso los sismos de magnitud muy reducida. 

Uno de los mayores temores de la población este domingo fue que los terremotos vinieran seguidos por un tsunami. Hernández admite que todo movimiento de tierra puede conllevar riesgos, pero subraya que en este caso no se ha cumplido ninguna de las condiciones que hacen temer un evento de ese tipo, entre ellos, que se superen los 7 grados en la escala Richter –los del domingo alcanzaron 6 y 6,7– y que el epicentro se sitúe en el mar. 

Además, el movimiento debe ser vertical –que una parte de la placa que esté en contacto suba y otra baje–, y las costas no deben ser muy profundas y han de tener forma de rampa. En ausencia de los cuatro elementos, no hay razón para pensar que se pueda producir un tsunami, indica el geólogo, que avisa de otras zonas con ese peligro potencial, en concreto desde el norte de Guantánamo hacia Moa.

El especialista advierte de uno de los peligros de la provincia a la hora de que suceda un terremoto, y que afecta a las ciudades de Bayamo y Manzanillo, que es la calidad del suelo

El especialista advierte de uno de los peligros de la provincia a la hora de que suceda un terremoto, y que afecta a las ciudades de Bayamo y Manzanillo, que es la calidad del suelo, más arcilloso y arenoso en esta zona. “En contraste, los suelos firmes y rocosos tienden a atenuar las ondas sísmicas, funcionado como una especie de barrera que disminuye su energía. Por tanto, las características geográficas de cada ubicación juegan un papel crucial en la manera en que se experimentan los sismos”, explica.

Hernández cita la frase que da título a la entrevista y subraya que hacía 92 años desde el último terremoto severo, en Cabo Cruz, pero la explicación no es tan tranquilizadora. “La acumulación de energía en la falla tectónica se considera un factor de riesgo significativo. Las investigaciones revelan que la región está cargada”, detalla, “en consecuencia, es probable que ocurra un ajuste en algún momento y por tanto, la posibilidad de un sismo fuerte en el área, lo que enfatiza la necesidad de preparación y conciencia sobre el potencial sísmico de la región”.

El experto pide, en estas circunstancias, anticipación. “La preparación es la mejor estrategia para enfrentar estos fenómenos naturales, que son inherentes a la estructura geológica de la región”, zanja.

Este nuevo desastre ha sacudido a Cuba cuando aún no se recupera de las consecuencias del paso de las intensas lluvias al sur de la Isla y los huracanes Oscar, hace casi un mes, que dejó ocho víctimas mortales, y Rafael, el pasado miércoles. 

El balance de estos eventos por provincias sigue siendo desolador en cuanto a daños materiales. En Artemisa, apenas un 2% de clientes tiene servicio de electricidad, mientras la telefonía fija está a un 61,2% y la móvil al 34,4%. Hay 15.453 viviendas dañadas y 15.192 hectáreas de cultivos afectadas de las que se ha logrado recuperar unas 992, y se han podido acopiar 546 toneladas de alimentos. 

En La Habana aún quedan 22 familias evacuadas y el abasto de agua está al 72,2%, dejando a 500.000 personas sin servicio

En Mayabeque, la electricidad sigue sin llegar a 10.000 clientes y se ha podido bombear agua al 68% de la población. Hasta 2.213 viviendas quedaron dañadas, la mayoría en sus techos, a lo que se unen 148 derrumbes totales.

En La Habana aún quedan 22 familias evacuadas y el abasto de agua está al 72,2%, dejando a 500.000 personas sin servicio. Hay casi un 97% de clientes que ya tienen luz, pero la estabilidad es escasa y, en la mejor de las situaciones se ha vuelto, como en toda la Isla, a los apagones programados, ya que, a pesar de los envíos de petróleo previstos, la precariedad del Sistema Eléctrico Nacional sigue siendo extrema, con un déficit aproximado para este lunes de 855 megavatios.

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