El socio del cocinero de Fidel Castro abre en La Habana una tienda gourmet con precios exorbitantes

Puerto Fresco tiene una oferta de pescados como en ningún otro lugar de Cuba

El lugar ofrece una amplia oferta gastronómica en distintos quioscos distribuidos al costado.
El lugar ofrece una amplia oferta gastronómica en distintos quioscos distribuidos al costado. / Facebook Puerto Fresco
Juan Diego Rodríguez/Olea Gallardo

12 de diciembre 2024 - 12:20

La Habana/Con su moderna decoración y su abundantísimo surtido, Puerto Fresco, un nuevo establecimiento que combina mercado con restaurante, parece otro país distinto a Cuba. El local llama la atención especialmente por donde está situado, en la Avenida del Puerto y Ensenada de Atarés, una antigua zona industrial de La Habana, rodeado de almacenes y con la vista, al fondo, al otro lado de la bahía, de la refinería Ñico López.

Carnicería, pescadería, dulcería, panadería, más todo un arsenal de latas de conservas, pomos de legumbres, congelados, aceites, salsas y bebidas. En Puerto Fresco hay de todo y, a diferencia de otros comercios en la Isla, en abundancia y con variedad.

Además, a la manera de esos viejos mercados europeos reconvertidos en restaurantes de moda, ofrecen una amplia oferta gastronómica en distintos quioscos distribuidos al costado izquierdo y con mesas delante. En ellos se puede degustar pizzas, pastas, hamburguesas, sándwiches, pollo frito, tacos, quesadillas y hasta ceviche. También tienen mostradores de cafetería y heladería.

A la entrada, se entrega a los clientes una tarjeta plástica electrónica, para lo cual tienen que dar su nombre. Según la explicación de la empleada, es para el área gastronómica. En ella se refleja lo que piden y esto se abona, al final y en efectivo, en las cajas. “No hace falta, no vamos a comer”, decía una joven que acudió este miércoles en compañía de su madre. “Pero esto es para todos, da igual”, le contestaba la trabajadora. “Funciona también para tener información de las visitas que recibimos a diario”.

Carnicería de Puerto Fresco, con todo tipo de género y cortes.
Carnicería de Puerto Fresco, con todo tipo de género y cortes. / 14ymedio

Si la carnicería llama la atención, con todo tipo de género y cortes –pollos enteros, filetes de res, piernas de cordero, piezas magras de cerdo, tocinos, chorizos…–, la pescadería es como asomarse a un cuento de hadas, irreal en Cuba. Las especies pocas veces vistas en las últimas décadas –dorado, salmón, cangrejo, merluza, pulpo…– se despliegan ante la mirada atónita de los clientes que, muy a cuentagotas, visitan el lugar. Los que traspasan sus puertas, casi lo visitan como un museo.

“La chica del mostrador de pescado nos dijo que un montón de cubanos de más de 60 años le piden tomarles una foto junto al bacalao salado que tienen colgando, ya que era común cuando eran jóvenes, pero casi inaudito hoy en día en los mercados cubanos”, indica un usuario en una publicación de Facebook.

Porque –he aquí las doce campanadas que deshacen el encantamiento– los precios son inalcanzables para la mayor parte de la población. “Esto no es un mercadito de poca monta, no es una simple mipyme, aquí hay billete”, observaba este miércoles un jubilado, alejándose del refrigerador de pescados al conocer cuánto le salía un filete pequeño de salmón: “Mil pesos, eso es pa’ millonario ahí” (el kilogramo está a 15.495 pesos, más de tres veces el salario mensual de un trabajador estatal).

Otros costos recogidos al azar –2.200 pesos el litro de helado marca Gustó (una exitosa mipyme), 1.000 pesos una pizza pequeña, 500 pesos una lechuga china– dan cuenta del panorama. Pocas personas, algunas de ellas extranjeras, consumen y llegan a las cajas. 

“No hace mucho que estamos abiertos, por eso también hay poca gente, pero pronto se van a animar, en cuanto conozcan”, expresaba otro de los jóvenes empleados.

Inaugurado el pasado 19 de noviembre, Puerto Fresco pertenece al cocinero Iván Rodríguez López, como él mismo lo anunció. “¡Estamos muy felices de presentar un sueño en el que hemos estado trabajando durante meses!”, escribió en sus redes sociales el mismo día de la apertura. Unos días después, publicaba el logo de la empresa, a cargo del diseñador Javier Rondon, con el mensaje: “Comenzar un nuevo proyecto siempre trae consigo sumar empeños y personas que nos ayudan a ser mejores. Puerto Fresco es una marca que está naciendo, y sin Rondon no hubiera sido posible”.

Plaza de Mercado Puerto Fresco, en Avenida del Puerto y Ensenada de Atarés.
Plaza de Mercado Puerto Fresco, en Avenida del Puerto y Ensenada de Atarés. / Facebook/Puerto Fresco

Rodríguez López tiene en La Habana Vieja dos conocidos restaurantes situados en una misma casona del siglo XVIII: Iván Chef Justo y Al Carbón. El primero lo abrió, como paladar, en 2012, junto a Justo Pérez. En él comieron, por ejemplo, los Reyes de España, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, durante su visita oficial de noviembre de 2019. Varios medios españoles y cubanos lo acreditaron, ilustrando sus notas con fotos de los monarcas posando entre ambos chefs.

En aquella ocasión, solamente nombraron a Iván Rodríguez, omitiendo a su colega, aunque también es renombrado en la Isla. Conocido como el “cocinero de Fidel Castro”, Justo Pérez sirvió comidas para el mandatario y sus distintos visitantes extranjeros durante 35 años. En una entrevista publicada en 2015 por Cubainformación, aún con el dictador vivo, contaba de Castro que era “un encanto de persona, un tipazo, quien no lo conoce no sabe”. Y decía: “Le encanta el pez perro o cherna a la plancha, el arroz frito y las pastas. Ha tenido siempre un paladar muy especial, aunque ahora debe seguir una dieta”.

De su socio Iván Rodríguez, “graduado de la mejor escuela de La Habana”, expresaba: “Nos empatamos en el trabajo y comenzamos a cocinar para las cenas del Gobierno y las oficiales del ministro de Turismo. Con un equipo de cocineros, hemos hecho todas las cenas de los presidentes que pasaron por La Habana, desde fines de los setenta”.

El propio Rodríguez López también ha concedido entrevistas a medios oficiales. En una de ellas, aseveraba que “un chef tiene que saber de economía, de contabilidad y hasta saber llevar un almacén”, y sentenciaba: “Me considero un obrero”.

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