“Yo solo le pido a Dios que no me sigan cortando pedazos”
Pedro López Portales perdió un pie por culpa de la negligencia de los funcionarios de la prisión donde se encuentra preso
La Habana/La trágica historia de Pedro López Portales y de la amputación de su pie izquierdo empieza con la visita a Cuba del papa Francisco y culmina con la conmemoración del vuelo del primer cosmonauta cubano en la Soyuz.
Cuando se anunció la visita del Papa a la ciudad de Holguín, en 2015, el Orfeón de esa provincia programó un concierto para la recepción de bienvenida. De inmediato agentes de la Seguridad del Estado visitaron a los integrantes del conjunto musical y en medio de "las conversaciones" sostenidas con el personal conocieron de forma colateral la supuesta alteración de las nóminas de la entidad. Como resultado de las investigaciones practicadas, Pedro López Portales, más conocido en el ambiente artístico como Karachi, fue condenado a diez años de cárcel.
Cuando llevaba poco más de dos años en prisión, Karachi consiguió ser el director de un grupo de músicos aficionados y el pasado 18 de septiembre se le ordenó que fuera a una comunidad militar para apoyar una actividad cultural dedicada a celebrar el 38 aniversario del viaje del cosmonauta Arnaldo Tamayo Méndez.
Desde su cama en la sala de Angiología del Hospital Clínico Quirúrgico Lucia Iñiguez de Holguín, donde López Portales convalece, cuenta a 14ymedio: "Teníamos que ir a la actividad, pero no había transporte, así que hicimos a pie los casi 11 kilómetros que separan al campamento de reclusos conocido como La Ladrillera hasta la comunidad militar nombrada 18 de septiembre en honor a la fecha en que un cubano voló al cosmos con los rusos".
Sin recibir una explicación, en lugar de conducirlo directamente al hospital, lo encierran en un calabozo de la prisión provincial hasta que, a la mañana siguiente, lo llevan al centro médico
A Karachi, que hoy tiene 51 años, le diagnosticaron diabetes una década antes. Entonces era el administrador de la Casa de la Trova en Holguín y representante de varios músicos.
Mientras caminaba acompañado del resto de su tropa de artistas aficionados sintió molestias en su pie por el roce de la piel con los zapatos. "Empecé a tener mucho dolor y me sentía con fiebre –relata Karachi– pero el Mayor Alberto Riva Leal, jefe de aquel campamento, me negó todo tipo de asistencia médica. Solo cuando ya era evidente mi malestar me dejan en la enfermería hasta que el día 24 de septiembre soy trasladado al hospital".
Sin recibir una explicación, en lugar de conducirlo directamente al hospital, lo encierran en un calabozo de la prisión provincial hasta que, a la mañana siguiente, lo llevan al centro médico. "Luego supe que la demora fue porque el mayor necesitaba llevar a su padre al oftalmólogo el día 25 y quiso aprovechar el transporte para resolver su problema".
En cuanto los doctores examinaron al paciente determinaron que debía ser ingresado de inmediato, pero los responsables de la prisión no acataron el dictamen. "El mayor Rival Leal no autorizó a que me ingresaran porque decía que no tenía hombres que se pudieran hacer cargo de mi custodia y fui a parar a la sala de penados del Hospital Lenin donde no había ni condiciones ni especialistas para mi caso. Allí pasé una semana hasta que se me pudrió el pie".
Cuando los médicos del Hospital Lenin determinaron que debía ser trasladado al Hospital Clínico Quirúrgico ya era demasiado tarde y tienen que practicarle de urgencia la amputación
Cuando los médicos del Hospital Lenin determinaron que debía ser trasladado al Hospital Clínico Quirúrgico, donde sí hay especialistas en angiología, ya era demasiado tarde y tienen que practicarle de urgencia la amputación.
Para hacerlo todo más dramático Karachi sostiene que él es inocente. "Yo no hacía contratos ni llevaba los documentos que dieron señales de falsificación. Sin embargo entre las casi 20 personas implicadas en el caso fui el único que terminó tras las rejas. El director del Orfeón salió del país y se quedó".
Desde el 9 de marzo de 2016 fue encarcelado "de forma preventiva". Esperó más de un año para ser juzgado y ha pasado por diferentes centros penitenciarios. Los responsables de todas las demoras que agravaron su situación se excusan en reglamentos y normas de presidio. "Ellos quieren ahora salvar su responsabilidad y están dando carreras para otorgarme la licencia extrapenal. Yo solo le pido a Dios que no me sigan cortando pedazos y que me salven lo que queda de mi pie".
Su odisea de salud continúa. Karachi es frecuentemente sometido a dolorosas curas en las heridas abiertas de la pierna, por donde le administran los medicamentos. "No me ponen anestesia ni analgésicos locales porque los médicos dicen que si siento dolor es una buena noticia de que los nervios funcionan".
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