Un sorbo de electricidad para seguir manejando
La Habana/Lo peor que le puede pasar a Agustín es quedarse sin batería en plena calle. Es más terrible incluso que la rotura de un faro delantero o la falta de parqueos para su moto eléctrica made in China. Tanto la rotura como el lugar para custodiarla se resuelven con dinero, pero la falta de energía necesita más que unos billetes deslizados en las manos adecuadas.
El número de propietarios de motos eléctricas ha crecido en Cuba desde que el Gobierno de Raúl Castro autorizara su importación. Los graves problemas de transporte que padece la Isla han llevado a muchos a optar por comprar una motorina a un precio que ronda los 1.600 CUC en sitios digitales con envíos a la Isla y hasta 2.500 CUC en el mercado informal.
Sin embargo, después de desembolsar la cantidad, el propietario debe vencer otros obstáculos. La carga eléctrica de estos vehículos sigue siendo uno de los mayores problemas. La mayoría de los servicentros del país todavía no cuenta con un servicio de suministro eléctrico y en las calles tampoco hay tomacorrientes disponibles para esos fines.
Como consecuencia la creatividad se dispara y los emprendedores tratan de aprovechar la demanda. En los últimos años han aparecido cables que suben y bajan desde los balcones de las zonas más céntricas para ofertar productos y los vendedores, en lugar de ofecer tabaco o ron, anuncian una hora de conexión a la red eléctrica de alguna vivienda.
También abundan los comerciantes que aprovechan la oportunidad para venderle al sediento conductor desde un batido de frutas hasta una pizza para que "recargue las baterías humanas", esas que tanta falta hacen para mantenerse frente al timón de la cotidianidad.
