Sin tabacos en moneda nacional
La Habana/A la misma hora en la que se inauguraba este lunes el XVII Festival Internacional del Habano, un hombre de andar cansado recorría varios locales estatales y hacía una simple pregunta: "¿Tienen tabaco?". De manera invariable, los empleados le respondían con un chasquido de la lengua o un desganado movimiento de cabeza de un lado a otro.
En la tierra del tabaco, los cubanos fumadores de puros lo tienen cada vez más difícil. El mercado se ha trasladado casi por completo al área en divisas, mientras los consumidores locales se quejan por el desabastecimiento y la mala calidad del producto destinado a la venta en moneda nacional.
La situación contrasta con la alta participación de Cuba en el mercado internacional, donde de los 400 millones de puros de máxima calidad que se comercializan en el mundo, los Habanos ocupan el 70% del mercado en unidades y el 80% en cuanto a valor.
Lejos de las lujosas tiendas en que un puro puede costar el salario del mes de un profesional, quedan los locales sucios y desabastecidos en que se comercializa el producto en la otra moneda. "A veces llegan sin anillas, sin marca y con la capa completamente deteriorada, pero aún así se acaban enseguida", refiere Cándido. El camarero de un pequeño tugurio en el Consejo Popular Plaza quien asegura que "hace tiempo están perdidos los tabacos y los viejos están como locos".
Los funcionarios del ramo "se lavan las manos". Raúl Hernández Ferrer, director de la Empresa Comercializadora de Tabacos en Rama La Vega, aseguró a la prensa oficial a finales de 2014 que el plan de tabacos a comercializar en la capital era hasta septiembre pasado de unos 29 millones de tabacos, y al cierre de mes ya se habían entregado unos 32 millones.
Sin embargo, los tabacos desaparecen. Según explica Marilyn Vera Rodríguez, directora de la Empresa de cigarros, tabacos, fósforos y productos alimenticios de La Habana, entre el 24, 25 y 26 de septiembre de 2014 se "entregaron más de un millón de tabacos a las unidades de venta de la capital, y, en menos de una semana, se esfumaron".
Lejos de las lujosas tiendas en que un puro puede costar el salario del mes de un profesional, quedan los locales sucios y desabastecidos en que se comercializa el producto en la otra moneda
El problema ha ido agravándose hasta llegar a la actual situación en la que resulta imposible comprar de manera legal un tabaco en la misma moneda con la que se pagan los salarios. El mercado ilegal ha aumentado sus precios y, si en diciembre uno de esos rudimentarios puros costaba dos pesos moneda nacional, ahora llega a valer tres. Y eso si se tiene la dicha de encontrar a algún suministrador al que todavía le queden.
"Mucha gente compra estos tabacos de mala calidad, les ponen una anilla lujosa y se lo venden a algún turista que no sabe distinguir entre un puro y un palo de escoba", refiere con sorna un vendedor ilegal de habanos que merodea el Capitolio habanero. "Los míos sí son cien por ciento buenos y auténticos, pero en este negocio hay de todo".
El mercado ilegal de tabacos para nacionales está "seco, no hay nada", según asegura Mauricio, un anciano que completa su magra pensión con la reventa de este producto a las afueras de la Terminal de Trenes de la calle Tulipán.
Ni en el comedor popular de la calle Dragones, donde siempre hay personas mayores dedicadas a este mercadeo, ni en la periferia del barrio chino, ni en los múltiples pasillos de la calle Galiano se puede encontrar por estos días los demandados tabacos.
La imagen de un cubano que exhibe orondo su tabaco encendido es ya cosa de la propaganda oficial y de los cuadros que se venden a los turistas
Ya pocos se acuerdan de cuando, hace unos años, se distribuían hasta cuatro unidades por el mercado racionado. Solo los hombres tenían derecho a esa cuota y las mujeres nada más recibían cigarros, pero un requisito para ambos sexos era haber nacido antes de 1955. Se decía entonces, medio en broma y medio en serio, que a mediados del siglo XXI, solo un puñado de centenarios en todo el país gozarían de tal privilegio. Sin embargo, recientemente se eliminó ese mecanismo y todo el tabaco pasó a la venta liberada.
Así que por estos días en que excepcionales volutas de humo se elevan durante las celebraciones del Festival del Habano y se promueven las marcas Romeo y Julieta y Montecristo ante unos mil participantes de 60 países, llevarse un puro a la boca –aunque sea de mala calidad– es un imposible para la gran mayoría de los nacionales.
La imagen de un cubano que exhibe orondo su tabaco encendido es ya cosa de la propaganda oficial y de los cuadros que se venden a los turistas.