Al tercer día de la reapertura de Coppelia, empieza a faltar de todo en la "catedral del helado"
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En las largas filas para entrar a la heladería, el tema principal era el rápido deterioro del emblemático comercio
La Habana/Han pasado unos pocos días desde la reapertura de la heladería Coppelia y la caída en la variedad de ofertas ya ha comenzado a notarse. Este viernes en la tarde solo quedaban a la venta dos sabores –guayaba y piña– en lugar de los ocho que exhibía el miércoles pasado la tablilla de productos del local, ubicado en la esquina de 23 y L, en El Vedado habanero. Uno de los puestos para comprar barquillos había incluso cerrado por falta de mercancía.
En las largas filas para entrar a la "catedral del helado", el tema principal era el rápido deterioro del emblemático comercio. "Ya sabemos que aquí todo tiene poco fijador, pero la verdad es que esto se está destiñendo demasiado rápido", comentaba una adolescente que fue en busca de una ensalada de chocolate y fresa a partir de los anuncios que leyó en las redes sociales. "Pensé que me iba a encontrar con otro espectáculo más bonito, pero es el mismo de siempre".
Con precios que oscilan entre 30 y 40 pesos por cada bola, según el tamaño y la combinación que se pida, la heladería sigue siendo mucho más barata que los negocios privados que han proliferado en la zona. Sin embargo, los particulares le ganan ampliamente la partida al comercio estatal en diversidad de sabores, calidad de los productos para agregar y en el amplio surtido de dulces. El tiempo de espera tampoco se inclina a favor de Coppelia.
"Marqué a las cuatro de la tarde y ya son más de las cinco y no he podido entrar", lamentaba una madre con una niña pequeña este viernes. "Quería tomarme un buen rizado de chocolate con unas torticas, que me dijeron que sacaron el primer día, pero ya no queda nada de eso". Tras una hora y media de espera, la mujer y su hija finalmente pasaron a una de las canchas ubicadas en la planta baja. El vaso de agua que colocaron sobre su mesa fue otro duro golpe. La temperatura de aquel líquido era tan cálida como la tarde que se extendía sobre La Habana.