En la terminal de ómnibus de Cienfuegos, no viajas si no pagas un extra 'por la izquierda'

"Llevamos ocho días esperando por una guagua que por lo menos nos adelante hasta Las Tunas, para luego seguir el camino como podamos"

Los salones de espera por estos días están llenos de personas que vienen a anotarse o rectificar sus números.
Los salones de espera por estos días están llenos de personas que vienen a anotarse o rectificar sus números. / 14ymedio
Julio César Contreras

29 de diciembre 2024 - 13:23

Cienfuegos/A 28 de diciembre, a Maritza no le sorprende que la lista de espera para viajar de Cienfuegos a Guantánamo haya avanzado sólo cuatro números en una semana. "Le advertí a mi esposo desde finales de octubre que viniera a reservar los pasajes, porque todo el mundo sabe que después de la segunda quincena de diciembre es casi imposible moverse a cualquier provincia del país". A Reinaldo, en cambio, buscar excusas para que su mujer no lo recrimine le sirvió de poco. Al final, ambos terminaron sentados, equipajes en mano, en la entrada de la terminal de ómnibus nacionales a la espera de que se obre un milagro. 

Al matrimonio nunca le había resultado tan difícil salir de Cienfuegos. "Cuando vine el 20 de noviembre ya no había capacidad para ninguna ciudad de Oriente. Sin embargo, el mismo empleado que me dio esa información le había guardado tres cupos a una señora que estaba detrás de mí en la cola", explica el cienfueguero que notó entonces el motivo de las incesantes llamadas y apuntes del funcionario. 

"No sé cuánto dinero se buscaría por cada pasaje, pero estoy convencido de que, para quienes no estábamos en contacto directo con él, las reservaciones estaban agotadas antes de que hiciéramos la pregunta", reflexiona. 

El salón de espera, en el segundo piso de la terminal, por estos días está lleno de personas que vienen a anotarse, rectificar sus números o hacer estancias de muchas horas hasta que un ómnibus llegue con un asiento vacío lo que, en estas fechas, casi nunca ocurre. 

En la entrada se acumulan los viajeros que esperan, cargados de maletas, que llegue un ómnibus con capacidades.
En la entrada se acumulan los viajeros que esperan, cargados de maletas, que llegue un ómnibus con capacidades. / 14ymedio

"Llevamos ocho días esperando por una guagua que por lo menos nos adelante hasta Las Tunas, para luego seguir el camino como podamos. Por suerte nosotros vivimos cerca de aquí, pero hay gente que se ha pasado varias noches en este lugar y no se van hasta que consiguen pasaje", explica Maritza.

La mujer, que en las largas jornadas de cacería de ómnibus se ha familiarizado con el ambiente de la terminal, asegura que dentro de los salones mandan los trabajadores que tienen acceso a las listas de pasajeros. "Si alguien se decide a protestar, el empleado de la taquilla dice que están esperando a que pongan ómnibus extras, pero eso lo dice para que se calmen los ánimos", asegura. 

El matrimonio también ha aprendido en los últimos días a jugar bien sus cartas, fijarse en los trucos para adquirir pasajes y lograr que los empleados los reconozcan. "El jefe de turno siempre tiene garantizado como mínimo tres asientos para quienes puedan pagar 2.000 pesos por encima del precio original del pasaje", resalta Maritza, que achaca a las “trampas” la culpa de que la lista de espera no avance.

"Mi esposa y yo tendríamos que pagar 4.000 pesos, más los pasajes, si queremos irnos rápido. Ojalá tuviéramos ese dinero, pero por ahora solo nos queda tener paciencia y rezar por que el año nuevo no nos coja aquí", cuenta Reinaldo. 

La higiene y los servicios en la terminal "tampoco están como para que la gente se pase días aquí", dependiendo de las instalaciones. "El baño de las mujeres está cerrado, no hay una zona para guardar los equipajes, algunos bancos están rotos y la cafetería no tiene ninguna oferta. A eso hay que sumarle la indiferencia de los trabajadores. Lo de ellos es resolverle el problema únicamente a los que puedan pagar", añade Maritza, que reconoce que se siente como si estuviera varada en la carretera y "no en una terminal". 

El ruido de la calle que se cuela en el local trae las voces de los boteros particulares que  ofrecen viajes a la capital.
El ruido de la calle que se cuela en el local trae las voces de los boteros particulares que ofrecen viajes a la capital. / 14ymedio

El ruido de la calle que se cuela en el local trae las voces de los boteros particulares que  ofrecen viajes a la capital. "Hace dos días por un viaje a La Habana cobraban 6.000 pesos, pero hoy ya hay taxistas hablando de 10.000 por persona. También subieron a 5.000 y 7.000 pesos las salidas a Matanzas y Varadero", refiere Maritza, atenta al trasiego de choferes y los precios en caso de que algún día necesite ir hacia Occidente. 

"Esta es la época en que todo el que tiene carro aprovecha para ganar un poco más, aunque también es verdad que el combustible está perdido y los arreglos les cuestan un ojo de la cara. Muchos de los boteros están tan pasmados como nosotros, pero prefieren esperar antes que bajar el precio", analiza Reinaldo. 

Un rápido movimiento de personas hacia la taquilla de la lista de espera atrae de inmediato la atención de todos los viajeros. La esposa de Reinaldo se queda sentada cuidando los equipajes, mientras el hombre se dirige con paso firme hasta el interior de la terminal. Luego de breves minutos, el grupo de personas aglomeradas se disuelve y la información llega de primera mano. "Entró una guagua que va para Holguín. Al principio dijeron que habían cuatro capacidades pero, finalmente, solo hay una", dice, y añade resignado: "Esa tampoco es la nuestra".

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