El terror a las 'motorinas' se extiende en La Habana

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Por miedo a que exploten, un parqueo particular prohíbe recargar baterías

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Quien lee el cartel no demora en notar el por qué del 'apartheid' entre motorinas y carros. / 14ymedio
Juan Izquierdo

29 de septiembre 2024 - 19:46

La Habana/La llegada masiva de motos eléctricas o motorinas a Cuba, primero desde China y ahora desde varios países latinoamericanos, ha sido acompañada de múltiples accidentes provocados por la explosión de baterías en domicilios particulares. Familias enteras han muerto en esos incendios y muchos cubanos les tienen miedo al considerar esos vehículos como verdaderas bombas de tiempo.

“Está prohibido cargar motos eléctricas”, dice tajante un cartel en la puerta de un parqueo particular en la calle Rodríguez, en la barriada habanera de Luyanó. El que lo lee, no demora mucho en notar el por qué del apartheid, que divide los enchufes entre motorinas y el resto de vehículos.

“La gente le tiene terror a esas motos porque últimamente muchas han explotado”, cuenta Raquel, una vecina del estacionamiento que recuerda haber visto en redes sociales recientemente la noticia de uno de estos siniestros. La explosión de la que habla se produjo en la propia capital el pasado miércoles, cuando una de estas motorinas provocó un incendio en el número 59 de la calle Picota, entre Jesús María y Acosta, en La Habana Vieja.

El pasado miércoles una de estas 'motorinas' provocó un incendio en el número 59 de la calle Picota

Además de los muebles carbonizados, los objetos destrozados y las manchas de humo en la fachada del inmueble, perdió la vida un hombre de 60 años, identificado como Lázaro Calzadilla.

Antes de ese accidente, otro en Diez de Octubre el pasado agosto acabó con la vida de una familia de cuatro personas –incluyendo un bebé– y solo sobrevivió una niña de 13 años.

La experiencia ha demostrado a los cubanos que no hace falta manipular la batería, sobreexplotar la moto, ni cuquear los circuitos para que uno de estos vehículos inesperadamente explote y arrase con todo a su alrededor. “Yo entiendo que no les prohiban la entrada al parqueo”, reflexiona Raquel, “pero si no vienen, mejor”.

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