El túnel de la calle Línea, una boca de lobo en La Habana

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Queda lejos la época cuando la orquesta América cantaba "quieren el túnel cruzar" para celebrar esa obra de ingeniería

Túnel de Línea, en La Habana, que conecta El Vedado con la barriada de Miramar.
Túnel de Línea, en La Habana, que conecta El Vedado con la barriada de Miramar. / 14ymedio
José Lassa

12 de diciembre 2024 - 23:12

La Habana/En La Habana hay varios tipos de oscuridad. Está la que se busca voluntariamente, para un momento romántico y la otra, la más común, que es aquella impuesta por la crisis. No solo la falta de combustible extiende los apagones por la ciudad sino que también el deterioro del alumbrado público hace que lugares como el túnel de la calle Línea se vean como una boca de lobo. La vía que conecta El Vedado con la barriada de Miramar es ahora un lugar tenebroso que los choferes evitan.

"Hace tiempo que no pasaba por aquí y se me han puesto los pelos de punta", comentaba este miércoles el conductor de un auto vinculado a la aplicación La Nave que trasladó un cliente desde las cercanías del Parque Central hasta las proximidades del teatro Karl Marx. "Con los ojos acostumbrados a la luz del sol pasas a esto que tiene unas poquitas lámparas que no iluminan nada. Es muy peligroso porque aunque tengas buenos focos en el carro casi no hay visibilidad", explica el taxista.

La vía que conecta El Vedado con la barriada de Miramar es ahora un lugar tenebroso que los choferes evitan

"Me he sentido como el que entra a una cueva, esto es muy peligroso y parece que a nadie le importa", añadió por su parte el cliente, que no pudo evitar aferrarse al asiento mientras recorrían los poco más de 200 metros del camino soterrado. La próxima vez que deban ir al oeste de la capital cubana es poco probable que, tanto el chofer como el pasajero, elijan sumergirse en un paso que puede servir de escenografía para el guion sobre un viaje al infierno. 

De noche la situación es aún peor porque, aunque las pálidas luminarias interiores se notan un poco más, los accesos están tan sumidos en la penumbra que resulta incluso difícil distinguir los carriles. Si, para colmo, hay corte eléctrico en la zona, entonces los riesgos se multiplican y hay que encomendarse a los faros delanteros, mantener el pulso firme sobre el timón y apelar a la suerte para no chocar con nada o toparse con alguna otra sorpresa en el camino.

Últimamente del céntrico túnel solo emergen malas noticias. En febrero pasado, varios internautas denunciaron en las redes sociales la presencia de goteras que al caer sobre los parabrisas complicaban la visión para los conductores. Aquellas quejas llegaron solo unos pocos meses después de que se cerrara la vía para realizar algunos trabajos de reparación que incluyeron la pintura de los muros laterales en ambas entradas, un acabado de un color azul intenso que no se ve en mitad de la negrura. 

La Habana, la ciudad que en los años 50 iba a la cabeza de las innovaciones urbanísticas y arquitectónicas en América Latina, se quedó con solo tres túneles para canalizar el tráfico. Dos de ellos pasan por debajo del Almendares, devenido también en un río pestilente y apocado, mientras que el tercero y más impresionante se sumerge en las aguas de la bahía. El que conecta la calle Línea con Miramar es justamente el más antiguo, y el asombro que provocó tras su inauguración quedó plasmado incluso en una pegajosa canción.

Últimamente del céntrico túnel solo emergen malas noticias. En febrero pasado, varios internautas denunciaron en las redes sociales la presencia de goteras

Fue el conocido músico Enrique Jorrín quien compuso el tema que luego se hiciera popular en la interpretación de la Orquesta América. Entonces, aquella obra de ingeniería atraía por su modernidad y por la atmósfera romántica que se sentía al cruzarla, así que en los escenarios y en las vitrolas se escuchaba: "Toda la gente en La Habana que le gusta manejar / cuando salen de paseo / quieren el túnel cruzar… Y ahora dicen las chiquitas / cuando ven el maquinón: vamos al túnel, mi vida, / vamos al túnel, mi amor". 

Sin embargo, el miedo nunca ha sido buen aliado del coqueteo por lo que ahora todos se apuran y contienen la respiración cuando atraviesan la oscura vía. A nadie le da por ver, entre tantas tinieblas, una oportunidad para enamorarse ni acurrucarse embelesado. Más bien se crispan los músculos, se fruncen las cejas y una sensación de frío se apodera de la nuca hasta que se llega al otro lado. Solo entonces un suspiro de alivio recorre el interior del vehículo. El peligroso túnel ha quedado atrás.

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