Una turista canadiense reclama 140.000 dólares por un accidente en un hotel en Cuba

La demanda de Caroline Perreault va contra el operador Sunwing, aunque la instalación es del Gobierno cubano

Hotel Starfish Cayo Guillermo, en Morón, Ciego de Ávila.
Hotel Starfish Cayo Guillermo, en Morón, Ciego de Ávila. / Facebook/Starfish
14ymedio

11 de marzo 2025 - 20:30

Madrid/Caroline Perreault, una turista quebequense que sufrió un accidente en Cuba, reclama 200.000 dólares al operador canadiense Sunwing, al que considera responsable no solo de los daños físicos sufridos, sino también de los morales. No está claro, en todo caso, de quién es la responsabilidad del suceso, si del hotel Starfish, donde ocurrieron los hechos, o del Gobierno cubano, que es dueño de las instalaciones. 

El embrollo legal comienza un año atrás, cuando Caroline y su pareja, Gilbert Therrien, se alojaron en un hotel de Cayo Guillermo, en el popular destino de Jardines del Rey (Ciego de Ávila). El 9 de abril, mientras estaban sentados en la playa, una pérgola del hotel vecino, el Starfish, gestionado por el gigante canadiense Blue Diamond –cuyo estado describen como malo– salió volando por el viento y le golpeó en la cabeza. 

Perreault aporta a Radio Canada las imágenes del dramático momento, cuando una multitud la rodeó en la orilla del mar temiendo por su vida. “No respiraba”, agrega su pareja. El diagnóstico fue demoledor: tres vértebras rotas, conmoción cerebral y un trastorno de estrés postraumático agudo que actualmente le lleva a temer cada vez que escucha el viento golpeando su ventana. 

"Los cubanos son muy buena gente, pero no tienen materiales", señala la turista, que agradece la asistencia de las enfermeras

Therrien califica el traslado de Caroline –trabajadora del área de la salud en Canadá– como largo y terrible. En el hospital –cuyo nombre no precisa– no había agua potable ni, mucho menos, caliente. Tampoco medicamentos capaces de aliviar su dolor. 

"Los cubanos son muy buena gente, pero no tienen materiales", señala la turista, que agradece la asistencia de las enfermeras. Después, fue repatriada a Quebec en un avión medicalizado y ya allí sometida a una cirugía para unir las vértebras lumbares fracturadas. "Dos barras de metal que, lamentablemente, me quedarán ahí toda la vida. Y tengo otras dos fracturas en la parte superior de la espalda, que son fracturas por compresión, que no son operables", describe.

Según el medio canadiense que recoge su relato, la pareja no puede evitar emocionarse cuando recuerda estos días, pero todo el dolor se convierte en rabia cuando relatan la complejidad de ser compensados por lo ocurrido. “Estamos enfadados con Sunwing, que envía gente a Cuba a hoteles donde no están seguros. Creo que tienen una gran parte de responsabilidad”, sostienen.

"Lo que este caso ilustra es la obligación de no hacer nunca un viaje sin disponer de un mínimo de seguro", indica Jacqueline Bissonnette, una abogada consultada para el caso. Perreault, gracias a su trabajo en el ámbito sanitario, disponía precisamente de un buen seguro para el tratamiento y la repatriación, pero, como señala, es imposible encontrar una póliza que cubra absolutamente todo.

Ha necesitado tratamiento para superar el trauma y fisioterapia para recuperar la movilidad, que ha perdido en un 25%

Tras valorarlo con un abogado, Perreault decidió reclamar los citados 200.000 dólares a Sunwing. Además de todos los daños sufridos, ha necesitado tratamiento para superar el trauma y fisioterapia para recuperar la movilidad, que ha perdido en un 25% y le lleva a padecer dolor crónico de espalda. 

Por si fuera poco, el accidente ha arruinado uno de sus sueños. Tras jubilarse, había abierto un centro de terapia con masajes con el que estaba muy ilusionada, pero es un trabajo demasiado físico para que pueda continuar haciéndolo. “Realmente cambió mi vida por completo. Hubo un antes y un después. Así que todavía estoy sufriendo secuelas”, lamenta. 

"El propietario de un inmueble siempre es responsable de los daños que se produzcan como consecuencia del derrumbe de su edificio. [...] Por tanto, es evidente que hay negligencia, sí: las instalaciones deben ser seguras. No es normal que una pérgola se derrumbe así, de repente", dice Alexandre Brosseau-Wery, otro abogado –especialista en este tipo de lesiones– consultado por Radio Canada.

Una de las complicaciones del caso reside en que la pérgola no era del hotel en que se alojaba la afectada, sino del que está al lado. "Si el incidente hubiera ocurrido en su hotel, la situación legal sería mucho más sencilla, porque el operador turístico al que compró el paquete podría ser considerado responsable de las malas instalaciones", indica el experto. 

“El hotel –cuenta una conocida de la pareja afectada que repite todos los años porque le encanta la playa– está obsoleto desde hace mucho tiempo, desde hace años y años. Naturalmente, va a peor porque parece que lo que se rompe no lo arreglan, lo remiendan”.

En efecto, Therrien afirma tener fotos que indican que, tras el accidente, las pérgolas fueron reemplazadas. Brosseau-Wery, insta a la pareja a tratar de demostrar que Sunwing "sabía de los potenciales peligros existentes en la vecindad del hotel y debía haber avisado a sus clientes".

"Es fácil lavarse las manos y luego decir: 'No podemos investigar, es cosa de Cuba'"

La multinacional de seguros Zúrich, que proporciona la cobertura a Sunwing, argumenta que tanto el hotel como la pérgola pertenecen al Estado cubano y no está en sus manos cuestionar las condiciones de las instalaciones. "Es fácil lavarse las manos y luego decir: 'No podemos investigar, es cosa de Cuba'", dice indignado Therrien.

El medio también consultó con Luc Renaud, profesor del departamento de estudios urbanos y turísticos de la Universidad de Quebec en Montreal, que ha contado al público canadiense cómo la empresa de los militares, Gaesa, controla “la mayoría de los hoteles de lujo. El turismo en Cuba sigue siendo un instrumento económico al servicio del Estado y del Ejército", afirma.

Demandar al Gobierno es, según el abogado, “extremadamente difícil”. “La gente viaja a un país extranjero donde existe un régimen jurídico distinto al nuestro con actores que no tienen su domicilio en Quebec o que no necesariamente poseen propiedades en Quebec”, añade. 

El caso, que se dio a conocer este lunes en la prensa canadiense, se une a varios otros incidentes ocurridos a canadienses –el mayor mercado turístico para Cuba, pese a su caída, en 2024, de casi un 10%– en los dos últimos años. Aunque el impacto de estos testimonios, cada vez más habituales, ha empezado a generar desconfianza entre los turoperadores, el propio Gobierno y los viajeros del país norteamericano, aún son arrasadoras las cifras de turistas canadienses que llegan a la Isla: 860.877 en 2024, muy por delante de la comunidad cubana en el exterior que representa la segunda en llegadas, con 294.816 el pasado año.

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