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"Sin turistas y sin la Sherritt, Boca de Camarioca ya no es ni la sombra de lo que era antes"

La pandemia y los apagones arruinaron a los habitantes que habían invertido en hostales para extranjeros

Ahora, apenas llegan turistas al pueblo y, del mar, poco se gana. / 14ymedio
Fabio Aecio Ettore

11 de enero 2025 - 14:25

Boca de Camarioca (Matanzas)/En la memoria de la Isla, el poblado de Boca de Camarioca, en Matanzas, está inevitablemente ligado al primer éxodo masivo de cubanos orquestado en 1965 por Fidel Castro y el entonces presidente estadounidense Lyndon B. Johnson. Aquella estampida fue el antecedente más notable del Mariel y la Crisis de los Balseros, en las décadas siguientes. 

“Yo era muy joven cuando aquello. Vivía en Camarioca, aunque también me pasaba tiempo en Matanzas. Todavía me acuerdo de los yates que llegaban, las personas haciendo sus propios botes, los chismes a medio contar: se va fulano, se va mengano… Así estuvimos bastante rato”, cuenta Noemí, de 75 años, que vio partir a muchos conocidos siendo una adolescente.

“De mi familia no se fue nadie. Mi padre era miliciano y mi madre veía por sus ojos. Nosotros con la Revolución. Los que se iban eran ‘desviados sociales’, decía Fidel. Con los años nos dimos cuenta de que esos que se fueron también tenían motivos, y no estaban muy equivocados”, zanja.

La cercanía con Varadero y la costa matancera le dieron a Boca hace décadas cierto auge económico. Ahora, apenas llegan turistas al pueblo y, del mar, poco se gana. “Ya esto no es ni la sombra de lo que era antes”, explica Alfredo a 14ymedio. Con la decadencia de los últimos años y la crisis, su familia, pescadores desde hace varias generaciones, incluso debió dejar el negocio familiar para sobrevivir.

El propio Alfredo legó su barco a sus hijos y ahora viste un overol de Cuba Petróleo, empresa para la que trabaja como mecánico en los pozos cercanos al poblado. “Realmente por esta zona ya no queda mucho que pescar. Y, si de casualidad pescas algo, hay que tener cuidado porque hay inspectores hasta debajo de las piedras. Trabajando en Cupet al menos tengo una entrada fija de dinero, aunque tampoco son los mejores tiempos. Cuando estaba la Sherritt canadiense nos iba mucho mejor”, asegura.

La cercanía con Varadero y la costa matancera le dieron a Boca hace décadas cierto auge económico. / 14ymedio

Aunque sigue teniendo el derecho de explorar las zonas petroleras en la costa norte cubana, Sherritt International ha ido abandonando su actividad en no pocos pozos de la zona cercana a Camarioca. Hace poco, en 2023, se retiró del bloque de exploración 8A, uno de los que –junto al 10 y el 6A– investigaba. 

Según el empresario William Pitt, a cuya familia Fidel Castro confiscó varias minas y zonas de valor petrolífero en 1960, Sherritt cumplió sus objetivos de exploración en el bloque 10, pero no se aventuró a seguir trabajando en el lugar sin un socio con el que compartir inversión y riesgo. En 2017, el Estado cubano le dio también –ilegalmente y hasta 2045, acota Pitt– el bloque 6A, pero la empresa tampoco invertirá allí. 

El 20 de marzo de 2021 expiró el contrato de producción de petróleo en la zona de Puerto Escondido-Yumurí, que habían firmado Sherritt y la estatal Energas, añade el empresario. En 2023, la canadiense consiguió un socio con el cual pactó la entrega de equipos para reanudar la exploración de los pozos, pero no se conoce su identidad. 

Lo último que se supo de los pozos de Camarioca, en marzo de 2024, fue que la compañía china Gran Muralla colaboró con técnicos cubanos para abrir un pozo con longitud horizontal de 8.000 metros –el VDW-1012–, que iba de la tierra al mar. La prensa oficial celebró entonces la “hazaña tecnológica de la industria petrolera cubana”. 

A los emprendedores de Camarioca, que en tiempo de bonanza transformaron sus viviendas en hostales para recibir a los cientos de extranjeros que llegaban hasta Camarioca, tampoco les va bien. Hasta 2019 las cosas marchaban “viento en popa”, recuerda Maite, que posee dos habitaciones de alquiler en el pueblo. Pero “después de la pandemia el negocio se vino abajo”, lamenta. 

Con la decadencia de los últimos años ya no se ven pescadores en la costa. / 14ymedio

“Los apagones no dejan que nos busquemos un peso. Hace siete u ocho años para estas fechas la renta no daba abasto. Sin embargo, esta semana, por ejemplo, solo tenemos hospedado a un amigo canadiense que es de nuestros clientes más fieles. Por cosas así la gente vende su casa y se va de país, sobre todo los que vivieron de la renta a extranjeros muchos años y ahorraron dinero. Es más fácil irse a otro país que seguir viviendo con esta incertidumbre”, asegura.

La mujer sigue haciendo de todo para que su negocio levante cabeza, pero confiesa que sus esperanzas son escasas. “Se me cae la cara de vergüenza cuando a un cliente se le va la luz y no puedo ponerle planta, ni siquiera un ventilador recargable”, admite.

No obstante, tampoco tiene otra alternativa que seguir alquilando a quien aparezca. “Yo no puedo irme ya a ninguna parte y empezar de cero en otro lugar, dejando lo que me costó tanto esfuerzo construir”.

Maite es consciente de que no solo su negocio y otros de renta han salido afectados por la debacle económica de Boca de Camarioca. A la larga, la mujer sabe que la solución no está en buscar “alternativas temporales”. “No sé si la gente del pueblo va a comenzar a trabajar en Cupet o el Gobierno aflojará las restricciones de pesca para que, tal vez, entre algo de pescado y el comercio crezca. ¿Quién sabe? Puede que hasta el turismo se estabilice de nuevo. Mientras tanto aquí estaremos”.

A los emprendedores que transformaron sus viviendas en hostales para recibir a extranjeros tampoco les va bien. / 14ymedio
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