Vals de millones de dólares en el Festival del Habano, supuestamente para el sistema de Salud cubano
Durante la subasta de humidores que cerró el evento se recaudaron 17 millones de dólares
La Habana/Dos cajones de cedro superpuestos, una gigantesca cabeza de indio –el logotipo del Cohiba Behíke– y cuadros blancos sobre barniz negro: así es el humidor subastado este viernes por 4,6 millones de euros (4,7 millones de dólares) durante la gala de cierre del Festival del Habano. Nunca se había pagado tanto por un mueble para guardar tabacos, cuya exclusividad se cifra en un detalle que la prensa oficial no mencionó: la firma de Miguel Díaz-Canel.
Otros seis humidores –valiosos, pero sin rúbrica del mandatario, tradición que implantó Fidel Castro– fueron subastados durante la cena, para un total de 16,41 millones de euros (17 millones de dólares). Representaban a las grandes marcas del habano: Cohiba, Montecristo, Romeo y Julieta, H. Upmann, Partagás y Hoyo de Monterrey. Según algunos medios, el comprador, que no fue identificado, es chino.
El dinero, insiste la prensa oficial, va al sistema de Salud de la Isla. A la luz de la debacle sanitaria cubana y de la crisis total en el país, pocos pueden creer ya en ese mantra que se repite en cada Festival.
Díaz-Canel estuvo en la cena pero, a diferencia del año pasado, este sábado no circulaban fotos suyas fumando entre los invitados ni firmando el humidor, gestos que levantaron gran polémica en la pasada edición del Festival. También estuvieron en la cena el primer ministro, Manuel Marrero, y otros miembros de la plana mayor del régimen.
El mueble subastado no fue el único récord roto por Habanos S.A. –el monopolio del tabaco cubano, compartido por Cuba y España–, que anunció a inicios de semana haber tenido ingresos de 827 millones de dólares en 2024, 106 millones más que el año anterior.
La subasta en la que, en el pasado, Castro fungía como anfitrión de millonarios y a veces como subastador, es el evento más esperado del Festival, al que asisten magnates y aficionados de todo el mundo. Algunos de sus participantes fueron los primeros huéspedes, aunque muy discretos, del nuevo hotel de gran lujo Iberostar, en la Torre K, de 42 pisos, en la calle 23, frente al decadente Coppelia.
La gala del cierre –amenizada por el legendario grupo Earth, Wind & Fire– fue eclipsada, no obstante, por la cena “intermedia” que Habanos organizó en el Capitolio el miércoles para presentar otra vitola de lujo, el H. Upmann Magnum 50. Los adjetivos que la compañía utilizó para describir el evento no dejaban dudas sobre su carácter: “exclusivo, refinado, exquisito”.
El Salón de los Pasos Perdidos, antaño lugar de debates y reflexiones sobre la República, se llenó de 600 invitados en esmoquin, abrumados por los juegos de luces. No se escatimaron luminarias de colores en la cúpula del Capitolio, ni en la también revestida en oro estatua de la República, fundida en 1928 por el escultor italiano Angelo Zanelli.
"El lugar es la sede de nuestro Parlamento y ahora se utiliza en imágenes que asemejan a una especie de burdel de los años 50"
La periodista oficialista y profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana Ana Teresa Badía criticó duramente el despliegue. “¿Qué se quiso transmitir con este Festival del Habano? En un mundo en el cual cada vez más la construcción de la opinión pública es simbólica, esto es muy desacertado. Error grave de comunicación política que entierra la ideología que ha defendido Cuba. El lugar es la sede de nuestro Parlamento y ahora se utiliza en imágenes que asemejan a una especie de burdel de los años 50”, escribió en su perfil de Facebook.
El pintor Hermes Entenza, por su parte, escribió: “El Festival del Habano, donde el glamour se torna ridículo y extravagante, donde el pueblo trabajador, que mira azorado al edificio, no tiene ni cigarrillos para fumar. Cuba en el Capitolio, Cuba presa de sí misma, gimiendo a oscuras y sintiendo retumbar los muros del bello edificio al son de los empoderados que han llevado esta película al rango de un filme de terror… Hay que tener una mente muy perversa para aplaudir a este jolgorio”.
La desmesura marcó tanto la confección de los humidores como de las vitolas. Lo subrayó David Savona, director de Cigar Aficionado –la revista más reconocida del sector–, presente en el Festival, que describió paso a paso las horas que le tomó acabar el Cohiba Behíke BHK 58, protagonista de la noche.
Mientras se encendían los puros y los juegos de luces en el Capitolio, el déficit eléctrico del país era de 1.641 megavatios (MW). El viernes, mientras duraba la millonaria subasta en Pabexpo, al oeste de la capital, el faltante fue de 1.625 MW. Este sábado, cuando los invitados anuncian su regreso a casa con “puros de regalo”, dejan una Isla sumergida en el apagón y con un déficit de 1.575 MW.