"El Estado no me paga, así que vendo por mi cuenta", dicen los guajiros de Candelaria
Los frecuentes retrasos en la transportación y los sucesivos impagos de la Empresa Estatal de Acopio desaniman que los productores sigan la ruta legal para comercializar sus cosechas
Candelaria/Hace un año el olor a guayaba inundaba el camino donde Santiago Hernández esperaba a la Empresa Estatal de Acopio para vender su producción de frutas. Con el paso de los días vinieron las moscas y el hedor a podrido, pero el camión nunca apareció. Ahora, y como muchos en San Cristóbal (Artemisa), este productor privado prefiere arriesgarse en el mercado informal.
Las calles y carreteras de los pueblos artemiseños son el escenario de una sorda pelea económica. La policía controla que los campesinos de la zona, con una larga tradición agrícola, no vendan por su cuenta los vegetales, frutas y viandas que deben entregar a las entidades oficiales, pero el comercio ilegal sigue en aumento.
Los frecuentes retrasos en la transportación y los sucesivos impagos de la Empresa Estatal de Acopio desaniman que los productores sigan la ruta legal para comercializar sus cosechas. "Antes que se me vuelvan a echar a perder prefiero venderlos por unos centavos", asegura Hernández a 14ymedio.
"El precio máximo a que nos pagan el aguacate es a 1 CUP la libra, por lo que un quintal sale en 100", lamenta
El campesino no solo está molesto a causa de los problemas de traslado y falta de envases que alega Acopio ante cada retraso, sino también por los precios en los que se tasa su mercancía y los continuos problemas de pesado del producto que "siempre van en contra del hombre del campo", puntualiza.
"El precio máximo a que nos pagan el aguacate es a 1 CUP la libra, por lo que un quintal sale en 100", lamenta. En el mercado informal es difícil encontrar un ejemplar de esta deliciosa fruta por menos de 5 CUP. "Normalmente no baja de diez pesos cada uno, pero para recibir ese dinero de Acopio tengo que venderle diez libras".
"En la calle puedo subir o bajar el precio según me convenga, ya sea por la calidad del aguacate o porque hay mucha oferta, pero con el Estado todo es muy burocrático", asegura el agricultor. El Consejo de la Administración Municipal se reúne cada mes para revisar si debe modificar algunos de los precios, pero el Estado ha impuesto importes topados que no pueden superarse.
"Cuanta mayor producción haya de un producto en una zona, menor es el precio de compra de Acopio, así está establecido", cuenta Hernández. El campesino asegura no comprender esa fórmula "tan simple", cuando se habla de frutas y vegetales que la mayoría de las veces terminan en La Habana, con un alto consumo en los hogares y los restaurantes particulares.
No solo los productores privados y los usufructuarios de tierras estatales se sienten inconformes ante las estrictas disposiciones para vender sus cosechas. Los campesinos organizados en Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) también deben cumplir las normas de entregar buena parte de sus cosechas directamente a Acopio o a las empresas del Ministerio de la Industria Alimenticia (MINAL) que se dedican al procesamiento industrial de la fruta.
Los campesinos organizados en cooperativas también deben cumplir las normas de entregar buena parte de sus cosechas directamente a Acopio o a las empresas del Ministerio
A mediados de este año se perdieron más de 2.600 toneladas de mango en los campos de Guantánamo por falta de envases y dificultades debido a averías en las plantas procesadoras. La noticia levantó una ola de indignación entre los consumidores y el tema se debatió incluso en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Sin embargo, lo ocurrido no es nada nuevo y el panorama se repite a lo largo de los campos cubanos. Según un informe publicado por Mundubat, una Organización No Gubernamental de ayuda al desarrollo con sede en el País Vasco, el 57% de los alimentos producidos en Cuba se pierde antes de llegar al consumidor.
Los problemas se agudizan con los productos de temporada como el mango, el tomate y el aguacate. Este último ha entrado en octubre en la recta final de su cosecha y son justamente las provincias de Artemisa y Mayabeque las que obtienen una mayor cosecha.
Si en 2016 hubo una caída en la producción aguacatera, que apenas superó las 90.000 toneladas, unas 30.000 menos que en 2015, este año las abundantes lluvias han favorecido el crecimiento y maduración del fruto. Las precipitaciones han logrado incluso que los árboles sigan pariendo a estas alturas del año.
"Ahora el problema no son las matas, ni el clima, sino el hombre", se queja Amancio, un candelariense que lleva toda su vida "amarrado al surco". Hace más de una década, cuando Raúl Castro llegó al poder en Cuba, este guajiro de andar pausado pensó que los problemas de la empresa estatal Acopio iban a solucionarse.
"Todo el mundo decía que el General iba a poner fin a Acopio y que podríamos vender directamente nuestras cosechas, pero en realidad todo sigue con mucha burocracia y los precios que les ponen a nuestros productos son de burla", asegura el agricultor especializado en viandas y frutales.
Sin hacer caso a lo establecido, Amancio sale cada mañana temprano en su tractor para vender los últimos aguacates de la cosecha. El mayor riesgo es ser detenido por la policía y que le decomisen la mercancía y el menos grave es toparse con un inspector y recibir una multa.
Cada producto es ubicado en una categoría, donde solo aquellos etiquetados como "de primera" se pagarán al precio máximo"
"Hace más de tres meses le vendí unos plátanos a Acopio y todavía no me ha pagado, así que prefiero ir por mi cuenta", explica a este diario. El agricultor se queja también de los altos estándares que aplica el Estado para evaluar sus frutas. Cada producto es ubicado en una categoría, donde solo aquellos etiquetados como "de primera" se pagarán al precio máximo.
"Si el inspector ve una manchita en un plátano o ese día no tiene gana de pagarte mucho, te dice que la mercancía es de segunda o que no tiene calidad, entonces los meses de trabajo se van a bolina y solo te queda esperar a que decidan pagarte algún día una cantidad muy por debajo de lo que gastaste en producir", reflexiona Amancio.
El productor recuerda que Nelson Concepción Cruz, director general de Unión Nacional de Acopio, afirmó en las sesiones parlamentarias de julio pasado que "se ha reordenado el sistema de acopio a partir de la entrada de nuevos equipos y se ha recuperado gradualmente el sistema de pesaje".
Con el paso de los meses poco ha variado y la operación sigue siendo frecuente blanco de las críticas de los campesinos que alegan falta de precisión en el pesaje en contra de ellos, obsolescencia de los dispositivos de pesaje y manipulación en las básculas. Señalan también un exceso de subjetividad a la hora de categorizar la calidad de frutas, vegetales, granos y viandas.
Después del paso del huracán Irma y las lluvias asociadas a varias tormentas tropicales, los productores artemiseños se han lanzado con más fuerza a vender una mercancía que tiene sus días contados
Después del paso del huracán Irma y las lluvias asociadas a varias tormentas tropicales, los productores artemiseños se han lanzado con más fuerza a vender una mercancía que tiene sus días contados. "Voy recorriendo los pueblos más cercanos para vender lo que pueda", comenta Ramón, otro productor candelariense. "Lo que más tengo es aguacate y los vendo hasta a 3 CUP, al menos así no pierdo toda la mercancía".
Hace unos días la policía le dio un escarmiento por comerciar por su cuenta. "Salí con el carro lleno de plátanos y me detuvo una patrulla", cuenta. "Me llevaron para Los Palacios y me obligaron a vender por unos centavos", recuerda el productor. "Me dijeron que allí la gente lo necesitaba más, pero lo que no se dan cuenta es que yo también tengo necesidades", apunta.
Cuba se halla entre los países con una agricultura de más bajo rendimiento en América Latina, a pesar de que "el sector cooperativo dispone ya del 80% de las tierras y produce más del 90% de los alimentos del país", según el informe de Mundubat, pero la producción "solo cubre el 20% de las necesidades de la población".
Santiago, Amancio y Ramón creen conocer, en carne propia, el porqué de esos números tan bajos.