Un vertedero patriótico en La Habana
Foto del día
Formando un diseño tragicómico, en un edificio arruinado en Luyanó, la base de un refrigerador descansa sobre una bandera cubana; a su alrededor, hierba, ladrillos y pedruscos
La Habana/La escena recuerda a la portada de los célebres Cuadernos martianos, que hoy acumulan polvo y comején en cualquier casa cubana. Formando un diseño tragicómico, en un edificio arruinado de la calle Pérez, en Luyanó, la base de un refrigerador descansa sobre una bandera cubana; a su alrededor, hierba, ladrillos y pedruscos.
Cualquiera diría que se trata del más patriótico de los vertederos de La Habana, pero el estado de la bandera sugiere que su antiguo dueño –quienquiera que fuese– no apreciaba demasiado el símbolo, cuyo “uso incorrecto” ha llevado a prisión a varios activistas. Las franjas azules apenas se distinguen, y las blancas se han manchado con todos los colores del lugar.
No obstante, para los que todavía admiran lo que la enseña alguna vez representó, sobrecoge que la estrella solitaria –símbolo de Cuba desde los poemas de José María Heredia– esté estrujada bajo el cuadrado de hierro. Oxidado y en la basura, también es un recordatorio de la vida cotidiana del cubano, entre apagones, hambre y refrigeradores vacíos.
Las franjas azules apenas se distinguen, y las blancas se han manchado con todos los colores del lugar
Debajo del conjunto, un colchón, también hecho trizas y con los muelles rotos. En La Habana de Miguel Díaz-Canel, cabe la posibilidad de que el cubículo donde alguien arrojó estos objetos sea el hogar de algún mendigo, que use el colchón para dormir y la bandera para taparse. Pero de día, sin embargo, no hay nadie cerca de la ruina.
En el santoral de la religión afrocubana, este miércoles se celebra a Changó, un orisha al que los esclavos representaron de rojo, como la mártir cristiana Santa Bárbara. El rojo de la bandera hecha un guiñapo también es de Changó, a quien se le ofrecían fiestas y toques de tambor en vísperas del 4 de diciembre y que ayer solo recibió silencio.
La migración, el apagón y la falta de recursos han silenciado la festividad en un país cada vez más descreído en que el futuro depare algo bueno, venga del dios que venga. Santa Bárbara, patrona de los artilleros que trabajaban en el puerto habanero, protagonista de decenas de cantos, ha visto días mejores en una Isla tan maltratada como su bandera.