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El viacrucis de los cubanos para conseguir un certificado en el Palacio de los Matrimonios

La multitud de personas que acude todos los días a realizar trámites es un indicador de la avidez por emigrar

Una cola de solicitantes frente a la oficina del Palacio de los Matrimonios de La Habana Vieja. (14ymedio)
Natalia López Moya

04 de julio 2023 - 23:14

La Habana/"¿Tiene el tomo y el folio?", preguntó la empleada sin levantar la mirada hacia el hombre. "Sin esos datos no podemos hacer nada", remachó ella mientras revisaba el contenido de una gaveta. Después de tres horas de cola en la oficina del Palacio de los Matrimonios de La Habana Vieja, las ilusiones de este habanero de 45 años se estrellaban este martes contra la burocracia. "¿Y con los nombres y la fecha no se puede buscar ese certificado de matrimonio?", preguntó con un hilo de voz. La mujer clavó los ojos en él. "No, mi niño, no. Eso era antes, ahora estamos rebasados".

Si hace unos años se quería comprobar el éxodo cubano, había que asomarse a los aeropuertos o a las zonas más intrincadas de la costa en plena madrugada. Ya no es necesario. Basta pasar por las largas filas en las afueras de los locales donde se tramitan desde los antecedentes penales hasta las certificaciones de nacimiento para comprobar el número de los que quieren salir de la Isla. Una fiebre de recuperar cualquier documento personal de los archivos se ha adueñado de todos. Certificaciones de notas en las universidades, diplomas de bachillerato o tarjetas con las vacunas recibidas a lo largo de la vida: la demanda de cualquiera de estos papeles se ha disparado.

Certificaciones de notas en las universidades, diplomas de bachillerato o tarjetas con las vacunas recibidas a lo largo de la vida: la demanda de cualquiera de estos papeles se ha disparado

"Aquí desde bien temprano ya empieza a dar fuerte el sol en la zona donde la gente espera para entrar", aclara a los recién llegados un vecino del Paseo del Prado, entre Ánimas y Virtudes, que se gana la vida marcando desde la madrugada en la cola del Palacio de los Matrimonios, también archivo, para luego revender el turno. "Hace unos años vendía uno o dos cada día, pero ahora me ayudan en esto mi mujer y mi yerno, porque hay mucha gente desesperada por sacar sus papeles", cuenta a 14ymedio.

Por un precio que oscila entre los 300 y los 500 pesos, el cliente que contrata los servicios de este vecino se ahorra horas de espera y "una insolación segura", publicita el jubilado. Pero todavía le quedará vencer la peor parte: lidiar con los empleados malhumorados por el calor y el exceso de solicitudes que tienen que enfrentar. Un porcentaje elevado de los que entran se van sin haber podido comenzar siquiera el trámite para obtener una certificación.

"No sé por qué hablan tanto de informatización de la sociedad si todo hay que traérselo masticadito, no buscan nada. Prácticamente te piden que les traigas la certificación original para hacerte una copia. Para eso no es un registro civil", lamentaba este martes una mujer que buscaba un acta de matrimonio de sus padres para presentar en el proceso de solicitud de la nacionalidad española, a partir de la Ley de la Memoria Democrática.

"A veces le tengo que pedir al propio interesado de una certificación literal que me traiga de su casa las hojas para imprimirlas porque no tenemos ni papel"

Los empleados esgrimen sus razones para tantos obstáculos. "A veces le tengo que pedir al propio interesado de una certificación literal que me traiga de su casa las hojas para imprimirlas porque no tenemos ni papel. Los tóners de la impresora debían haberse cambiado hace meses y lo que podemos sacar casi ni se puede leer de tan clarito", detalla a este diario. "Hay gente que nos ha virado para atrás un documento porque cuando lo presentaron no se lo aceptaron porque no se veía lo que decía".

El mismo jubilado que ofrece los servicios de colero, por un precio mayor organiza una cita "más personalizada" con un empleado del registro. Bajo esa modalidad, que se cobra en una cifra de cuatro dígitos, el cliente ofrece la información que tenga, aunque carezca del tomo y el folio, la fecha exacta o algún otro detalles del matrimonio que quiere avalar con un documento. Por arte de magia, el trámite se inicia, el cartucho de impresora aparece, las hojas de papel no faltan y la trabajadora mira a los ojos del solicitante mientras este explica lo que quiere. Ella se muestra muy atenta con el solicitante y le sonríe, mientras afuera una muchedumbre se derrite al sol.

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