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Un viacrucis marcado por la emigración y las tensiones con el Partido Comunista de Cuba

La tradicional celebración del Viernes Santo en La Habana Vieja es el cénit de una semana santa coartada por las autoridades

La imagen del Nazareno recorre Aguiar, bajo el cartel del comité municipal del Partido Comunista / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez/Juan Izquierdo

30 de marzo 2024 - 14:30

La Habana/La estación más significativa del viacrucis celebrado en La Habana Vieja este viernes, cuando decenas de católicos salieron a las calles bajo la tensa mirada de la Policía, ocurrió en la cuadra del comité municipal del Partido Comunista. La imagen del Nazareno recorrió la calle Aguiar y pasó bajo el cartel rojo y negro de la misma institución que coartó la Semana Santa con prohibiciones en varias provincias de la Isla.  

Fue una procesión con pocos fieles y mucha vigilancia. Presidida por el cardenal Juan García, eran más los miembros del clero –frailes franciscanos, seminaristas y misioneras de la Caridad de Teresa de Calcuta– y de las fuerzas de seguridad que los creyentes que participaron en ella. No obstante, las figuras religiosas pudieron salir a las 6:00 pm de la parroquia del Cristo del Buen Viaje hasta la plaza de la Catedral. 

Se pidió a los creyentes y a los oficiales “dar espacio” a las figuras y quienes encabezaban la procesión. “Para qué tanta seguridad si la gente se sigue atravesando”, comentó con sorna uno de los clérigos. Antes de comenzar la procesión, los curas agradecieron la presencia de “fotógrafos, camarógrafos y la prensa”. “Qué gusto que estén aquí, porque es un gusto que la fe de este pueblo también se vea”, añadieron. 

Vigilado estrechamente por la Policía, el viacrucis parte de la Iglesia del Cristo del Buenviaje / 14ymedio

El Cristo y La Dolorosa, a hombros de feligreses trajeados, recorrieron las maltratadas calles de La Habana Vieja. Tras las figuras, una guagua con bocina amplificaba las plegarias del cardenal y los fieles, que pidieron “perdón” para el pueblo cubano. Las reflexiones sobre la Pasión de Cristo –habituales en la celebración– pusieron el acento en comparar, si bien sutilmente, el sufrimiento de los cubanos con el de los primeros cristianos. 

Se atribuyó a los soldados que crucificaron a Cristo un abuso de su “derecho a la coacción”, se aludió al “espectáculo del sufrimiento” que se hace costumbre. Se pidió a los creyentes “acercarse a los perseguidos” y escuchar “la sutil voz de la conciencia” sobre los encarcelados. “El viacrucis de la amargura no es un acto civil sino un acto religioso”, recordaron a viva voz los sacerdotes, entre los que se encontraban voces críticas contra el régimen como Jorge Luis Pérez Soto y Kenny Fernández. 

En primer plano, el cura Kenny Fernández junto a otros miembros del clero, en la plaza de la Catedral

Se incorporaron más personas cuando cayó la noche y el cuerpo simbólico de Cristo recaló en la iglesia del Ángel para ser enterrado. Decoradas con guirnaldas y luces de balcón a balcón, las callejuelas que desembocan en la plaza del Ángel –además de la banda de conciertos que acompañaba a los feligreses– animaron un poco el recorrido. 

Diezmado por la emigración de gran parte de los jóvenes católicos habaneros y por la población en general, el viacrucis de este viernes fue menos emotivo que el de años anteriores. Las tensiones con el Partido Comunista de varios párrocos, como el dominico Lester Zayas, impidieron que los viacrucis locales, de menor envergadura que el celebrado en La Habana Vieja, se llevaran a cabo. 

La procesión marcha, ya de noche, hacia la iglesia del Ángel, donde se celebra el Santo Entierro / 14ymedio

Entrevistado por EFE sobre las limitaciones impuestas a la parroquia del Sagrado Corazón, en El Vedado, que él atiende, Zayas volvió a asegurar que sus sermones sobre la crisis cubana incomodaron a las autoridades y son la causa de la prohibición. "La gente dice que los curas no pueden hacer política. Y es verdad, si por política entendemos la política partidista, pero si entendemos la política como lo social entonces, es posible hablar del Evangelio. No es posible que el sacerdote se pare en el púlpito y nos hable del Cielo que va a llegar si no somos capaces de transformar el suelo, donde tenemos niños que van a la escuela sin desayunar porque no tienen leche”, dijo. 

Añadió que lo que pasó esta semana en varias parroquias de toda Cuba –sobre todo en las diócesis de Santa Clara, La Habana y Bayamo-Manzanillo– es un “atentado contra la libertad religiosa”. No obstante, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba anunció que 111 celebraciones, incluyendo las de Viernes Santo y Domingo de Resurrección, fueron autorizadas por el Partido Comunista.  

La Semana Santa ha atizado el malestar de los católicos cubanos con el Gobierno. Mientras varios sacerdotes como Fernández y  Zayas, en La Habana, o Castor Álvarez y Alberto Reyes, en Camagüey, defienden su derecho a criticar –como ciudadanos y clérigos– la situación que vive la Isla, la Conferencia de Obispos ha permanecido en cierto letargo y no ha emitido cartas pastorales que, en otro momento, fueron su instrumento para exhortar a los gobernantes a un cambio. 

Las negociaciones frustradas por la liberación de los presos políticos, los acercamientos del Vaticano a Miguel Díaz-Canel y la cordialidad de la cúpula eclesiástica con las autoridades del Gobierno y el Partido hacen poco probable un giro crítico de los obispos. Pese a esto, algunas voces aisladas de la Conferencia, como la del arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García, se han pronunciado sobre la pobreza, el desabastecimiento y los apagones que condujeron a las protestas del 17 de marzo, con foco en su arquidiócesis. 

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