Con vigilancia, garrotes y cortes de internet, el régimen cubano se moviliza para impedir un nuevo 11J
Un comunicado de la organización opositora D Frente llamó a buscar de manera urgente "paz, libertad y bienestar" para la Isla
La Habana/Mensajes telefónicos, recados de boca en boca u "orientaciones de arriba": la crispación en los centros laborales cubanos durante el segundo aniversario de las protestas del 11J comenzó muy temprano este martes. En cada escuela, en cada empresa, a alguien le tocó permanecer "de guardia" y con el garrote a mano para garantizar que ningún grupo –unos amigos, una familia desesperada, todo el barrio– se lanzara a la calle como hace dos años, ante la escasez de comida, los apagones y el bochorno agresivo del trópico.
Que la Redacción de 14ymedio en La Habana amaneciera vigilada por oficiales de la Seguridad del Estado no sorprendió a nadie. Que los servicios de internet y telefonía de sus miembros estuvieran cortados, tampoco. Nada impidió, sin embargo, que este diario recorriera la capital para constatar que, a pesar de los intentos del Gobierno por aparentar "felicidad por un día", el miedo a la protesta seguía allí.
Como suele pasar, el primer golpe a la ficción del bienestar fue la chapucería de los propios oficiales. Tres renglones blancos manchaban una pared de la avenida Carlos III, entre Oquendo y Marquéz González. Las líneas, trazadas con desespero al costado de una dulcería unos días antes, lanzaban una pregunta: "Gobierno, y las drogas en la calle qué".
Donde la situación podría descontrolarse con facilidad es en alguna de las multitudinarias colas delante de los establecimientos gastronómicos y las tiendas
El cartel, que ha pasado de pintada a mancha, y luego a trazos de cal, ya ni siquiera atrae la atención de policías y militares. Letreros como ese "se han vuelto demasiado comunes", valoraba uno de los vecinos de Carlos III, que se detiene delante de la frase sin prestarle demasiada atención y define para ellos un "ciclo de vida": escribir, rayar, cubrir.
"Vamos a ver cuándo se va a acabar la pintadera esta", gruñía una anciana frente al dueño de la dulcería, que intentaba borrar –sin mucho resultado– las letras, una por una. Alejándose del lugar, otro vecino exclamó, jocoso: "Nada como la cal para enterrar a los muertos".
Donde la situación podría descontrolarse con facilidad es en alguna de las multitudinarias colas delante de los establecimientos gastronómicos y las tiendas. Si un oficial de la Policía mirara de lejos al grupo, víctima de un ataque de nervios y de los espejismos que provoca el calor, podría confundir a la cola con una manifestación.
Vociferantes, sudorosos, hambrientos y hastiados: así marcharon también los cubanos del 11J, con reclamos que –como ilustran las caras agobiadas y la resignación– no han sido escuchados ni resueltos.
Quien esquiva la aglomeración para sentarse en un parque, también debe soportar el acoso de los oficiales, tanto de uniforme como vestidos de civil, para quienes cualquier plaza pública es un campo de batalla donde aún reverbera la voz ronca de Miguel Díaz-Canel y su "orden de combate".
Los "muchachos" del Ministerio del Interior se pasean, sin disimular, por el parque de El Trillo y el de la calle Belascoaín, miran con desasosiego a quien se estira en un banco o saca un teléfono celular en el Parque de la Fraternidad y, en la esquina del llamado parque de El Curita, el acoso ha llegado a tal punto que nadie se atreve a ocupar un banco.
Desde mucho antes que estallara el 11J, la orden de que no se grabe ni se exponga el miedo del régimen también está dada
La farsa ha llegado al límite de que los agentes ocupan las aceras disfrazados de laboratoristas de Labiofam u operadores de Etecsa. Como ocurrió ante la convocatoria a la Marcha Cívica por el cambio el 15 de noviembre de 2021, los agentes más jóvenes y los veteranos forman grupos combinados.
Si alguien, por casualidad, se detiene a unos pasos de ellos y enciende el teléfono, no tardan en acercarse. Torpemente y echando mano de cualquier excusa, no dejan de mirar la pantalla: desde mucho antes que estallara el 11J, la orden de que no se grabe ni se exponga el miedo del régimen también está dada.
Fuera de Cuba, la fecha tampoco se olvida. La coalición de organizaciones opositoras D Frente llamó este martes a buscar, de manera urgente, "paz, libertad y bienestar" para la Isla. En el segundo aniversario del 11J –"una manifestación nacional cívica que expresó el rechazo a un sistema sociopolítico que excluye, empobrece y violenta a la sociedad cubana"– D Frente recordó el significado de aquel estallido social y el saldo de detenidos, procesados y violentados durante esas jornadas.
El Gobierno de Miguel Díaz-Canel cometió "un crimen de lesa patria", resume la organización, que convocó a una reflexión sobre los métodos de "desidia y represión" que se han convertido en característicos del régimen en los últimos años. "Cuba se nos muere", lamenta, por la penuria social que lastra la sanidad, la educación, la alimentación, la seguridad y las libertades.
Sin cambios ni esperanzas, prevé D Frente, nada impide que en cualquier fecha futura se produzca, como ocurrió en julio de 2021, una eclosión social que restaure, en la Isla, la pluralidad y el bienestar.
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