Virginia Dandan, la experta que no hace preguntas

La relatora de la ONU sobre Derechos Humanos y Solidaridad Internacional, Virginia Dandan, con el presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), Fernando González. (EFE/Joaquín Hernández)
La relatora de la ONU sobre Derechos Humanos y Solidaridad Internacional, Virginia Dandan, con el presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), Fernando González. (EFE/Joaquín Hernández)
Eliécer Ávila

15 de julio 2017 - 17:01

La Habana/Este viernes concluyó su visita a Cuba la experta en Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Virginia Dandan. La conferencia de prensa que ofreció antes de partir alimentó las expectativas, luego de pasar varios días de intenso programa de reuniones y actividades “en el terreno”.

Sin embargo, en sus declaraciones la funcionaria filipina no hizo mención a la situación de los Derechos Humanos en la Isla, sino que se limitó a elogiar su sistema de cooperación internacional. De paso, aprovechó para lamentar las limitaciones del país para acceder a nuevas tecnologías debido al embargo estadounidense.

Su miopía analítica reavivó las críticas de muchos hacia los organismos internacionales vinculados –o no- a las Naciones Unidas (ONU). Una “burocracia” internacional que ya no responde a su sentido original y se ha convertido en palanca de influencia para que algunos Gobiernos manipulen sus mecanismos y a sus funcionarios.

Esta práctica tocó techo cuando las representaciones de Corea del Norte, Venezuela y Cuba presidieron el Consejo Permanente de Derechos Humanos en Ginebra. Que estos violadores confesos ocuparan tales responsabilidades no resulta lo más preocupante, sino que el resto del mundo lo aceptara sin presionar por su inmediata destitución.

En sus declaraciones la funcionaria filipina no hizo mención a la situación de los Derechos Humanos en la Isla, sino que se limitó a elogiar su sistema de cooperación internacional

Tras ese incidente, queda poco espacio para el asombro, pero la señora Dandan ha logrado agregar cuotas de indignación contra el organismo que representa. A pesar de ser una experta, se permitió hablar desde la desinformación sobre un Gobierno que no oculta -y hasta se enorgullece- de violar los derechos fundamentales de sus ciudadanos.

A la experta le habría bastado una búsqueda en las redes sociales para encontrar evidencias de la situación que viven los cubanos. Hubiera visto los videos con turbas al servicio del Gobierno que gritan “abajo los derechos humanos” e imágenes de registros policiales donde se arroja la Declaración Universal a una bolsa de criminalística como “prueba” de actividad subversiva.

Si antes de llegar a Cuba, Dandan no tuvo tiempo de revisar internet, con tan solo mirar por la ventanilla del vehículo que la trajo del aeropuerto hasta la ciudad, se hubiera dado cuenta del culto a la personalidad que aplasta, aburre y asusta. Las numerosas vallas y carteles que a lo largo de ese recorrido imponen la imagen de los dos hermanos que han gobernado el país por casi 60 años son un detalle distintivo de un totalitarismo, y no debieron haber pasado desapercibidos a su ojo de aguzada profesional.

Por otro lado, la señora Dandan se especializa en el área de la educación pero no se fue a las calles habaneras a preguntarle a un niño sobre la enseñanza de los derechos humanos en su escuela, o -más precisamente- sobre los derechos del niño. En lugar de eso, prefirió las reuniones en los cómodos salones del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos o en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

El Gobierno de Raúl Castro calculó la utilidad de la visita de la experta y la reservó para que tuviera lugar pocos días después de ver la luz el nuevo Acuerdo Bilateral con la Unión Europea

A la experta le hubiera bastado indagar con cualquier transeúnte sobre si pertenecía a un partido u otro, o sobre su candidato predilecto para las próximas elecciones, para recibir una respuesta preocupante, pero ¿estaba dispuesta Virginia Dandan a escuchar esa parte de la realidad?

Sin dudas, el Gobierno de Raúl Castro calculó la utilidad de la visita de la experta y la reservó para que tuviera lugar pocos días después de ver la luz el nuevo Acuerdo Bilateral con la Unión Europea y su cláusula sobre el respeto a los derechos humanos que tanto ha molestado al oficialismo.

Esta situación coincidió con el cambio de retórica de los Estados Unidos y la nueva política de Donald Trump hacia la Isla. “Buen momento”, de seguro pensaron en la Plaza de la Revolución, para sacar una carta de abajo del brazo y generar algunos titulares positivos sobre derechos humanos.

Sin embargo, ha sido tan precaria y parcializada la opinión de la experta elegida para hacer el diagnóstico que ni siquiera ha logrado amortizar la inversión que hizo el Gobierno para cubrir los días que pasó en la Isla.

En el caso de Cuba, Dandan perdió la oportunidad de poner el oído más cerca de los padres de familia, los ancianos, los jóvenes, los emprendedores que intentan sacar adelante un proyecto independiente y los activistas que reportan las frecuentes violaciones de los derechos humanos. Prefirió escuchar a los victimarios en lugar de las víctimas.

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