Vuelve a Cuba el Ten Cent de los años 50, símbolo capitalista y ahora 'mipyme'
- "¡Come y bebe, que la vida es breve!", evoca el lema ubicado a la entrada del comercio en la calle Carlos III
- La tienda particular ha ocupado buena parte del local de una farmacia estatal, ahora reducida a un solo mostrador para atender a los clientes
La Habana/La calle Carlos III ya tenía un gran mercado en divisas, una Quinta de los Molinos y hasta un parque dedicado a Carlos Marx, pero le faltaba una farmacia convertida en mipyme. A punto de abrir sus puertas, el local ubicado en el número 704 de la amplia avenida, en Centro Habana, ha quedado dividido en una pequeña parte destinada a la venta de medicamentos y otra, más amplia, para el comercio particular de alimentos y bebidas.
"Mercado El Ten Cent mayorista-minorista" se lee en sus vidrieras, decoradas para la ocasión. "¡Come y bebe, que la vida es breve!", evoca el lema ubicado a la izquierda de la puerta de entrada que, junto al resto de los cristales de la fachada, han sido convenientemente tapados con papel de color negro para evitar que los ojos curiosos de los transeúntes perciban los detalles del interior.
En el mismo cartel, en letra más pequeña, se lee el nombre de la empresa que gestiona la tienda: Mexohabana. La empresa fue incluida en el listado de las mipymes aprobadas en mayo de 2023, está registrada por el municipio Plaza de la Revolución y tiene como actividad principal los servicios gastronómicos.
Los cristales oscuros y las estrategias de discreción solo han avivado las especulaciones alrededor del comercio. Este martes, una mujer se acercó al estrecho mostrador de la zona aún destinada a la farmacia. Los clientes ya no pueden entrar en el desabastecido local, que parece haber perdido el pulso frente al empuje de la empresa privada con la que comparte el emblemático espacio.
"¿Hay enalapril?", preguntó la mujer que tras recibir una respuesta negativa aprovechó para indagar sobre la tienda situada pared con pared. La empleada, cautelosa ante las preguntas, solo atinó a responder que "parece que abrirá la próxima semana". No obstante, otro cliente, vecino del barrio, se sumó a la conversación y disertó sobre El Ten Cent: "Lo que le han metido de dinero es mucho, neveras de calidad, exhibidores para bebidas, mostradores y muchas cajas con productos".
Los dueños no han escatimado gastos. Las inversiones no han ido solo a la decoración de la entrada, sino también a la instalación de un nuevo mecanismo de iluminación, un sistema de aire acondicionado y la implementación del cobro por las pasarelas electrónicas a cargo de la herramienta Axis Pos. La reparación del inmueble incluyó la pintura de sus paredes y solucionar los problemas de drenaje que arrastraba hace décadas.
"Por fuera ya parece otro país, un mercado en una ciudad capitalista", sentenciaba este martes un vendedor informal que, a pocos metros, colocaba sus baratijas sobre una manta. Un pomo de detergente líquido vacío, unos viejos zapatos de mujer y algunas fosforeras a medio llenar conformaban su pobre oferta. "En este portal duermen por la noche varias personas que no tienen casa", explicó a 14ymedio.
"Desde que empezaron los trabajos de remodelación y se corrió la voz de que iban a abrir una mipyme les han estado haciendo a esa gente la vida un yogur con la policía y las presiones", detalla. "Dicen que hay que despejar esto porque van a venir muchos clientes y no se puede entorpecer el paso ni dar una mala imagen".
Al hombre le parece irónico, cuando menos, el uso de la marca Ten Cent en la fachada de la nueva tienda. "Yo iba de niño al de la calle Galiano, mi abuela me llevaba a la cafetería. Después trabajé muy cerca, cuando ya le habían cambiado el nombre y había que comprar con la libreta de productos industriales. Nunca me imaginé que iba a volver a ver esto".
Los establecimientos conocidos como Ten Cent eran bastante populares en La Habana de la primera mitad del siglo XX, donde había cinco locales de los diez que abrieron sus puertas en la Isla. Los comercios minoristas, filiales de la matriz norteamericana F. W. Woolworth Company, se ubicaban en céntricas calles y avenidas como 23, Obispo, Monte y Galiano. Sus amplios salones y atractivos precios convocaban a muchos clientes y se quedaron profundamente grabados en el imaginario popular.
Todavía hoy, en el piso a la entrada de algunas de esas tiendas se sigue leyendo insertada en el granito la palabra Woolworth y los habaneros de mayor edad continúan llamando a estos locales con su nombre original de Ten Cent. Símbolos del capitalismo y el consumo, estos comercios cayeron ante la ola nacionalizadora que se extendió por Cuba con la llegada al poder de Fidel Castro en 1959.
Como un guiño a ese pasado republicano, parece erigirse la nueva tienda de Carlos III, enclavada, para mayor alegoría, en buena parte del local de una farmacia estatal venida a menos por el colapso de la industria de medicamentos cubana. Donde antes se alternaban las cajas de dipironas, las aspirinas y los morteros para aplastar y mezclar los compuestos en el dispensario, en breve se exhibirán cervezas importadas, galletas dulces traídas desde el extranjero y queso gouda de factura holandesa.
"¿No sabe cuándo va a entrar el diazepam?", averiguaba un anciano esta mañana a las afueras de la puerta estrecha, para atender al público, que ha quedado como único contacto entre los clientes y los empleados de la farmacia. "No, mi viejo, no sé", respondía lacónica la trabajadora del lugar. El vendedor de mercancías de segunda mano aprovechó la escena para decir en voz bien alta: "¡Diazepam es lo que vamos a necesitar para calmarnos cuando veamos los precios de allí dentro, porque ahí nada va a valer diez centavos!".
En el cristal, la figura del hombre con sus baratijas se reflejaba, desgarbada, justo debajo de la invitación de "¡Come y bebe, que la vida es breve!”.