La librería mexicana de La Habana se llamará Tuxpan y sustituirá a la Fernando Ortiz

La Habana/La nueva librería del Fondo de Cultura Económica mexicano (FCE) en Cuba, anunciada este miércoles por su director, Paco Ignacio Taibo II, abrirá sus puertas en la céntrica esquina de L y 27, en El Vedado, donde está ahora la emblemática librería Fernando Ortiz, según ha podido confirmar este diario.

Taibo declaró a la agencia española EFE que la librería será inaugurada el próximo 30 de abril, al término de la Feria del Libro de La Habana, de la que México es país invitado. Llevará el significativo nombre de Tuxpan, el puerto de Veracruz desde donde zarpó el yate Granma, en el que regresó clandestinamente a la Isla Fidel Castro en 1956.

Ni el director del FCE, ni las autoridades cubanas ofrecieron detalles de la ubicación exacta de la nueva librería, pero 14ymedio constató con un empleado del lugar que se trata en realidad de una renovación y cambio de nombre de la librería Fernando Ortiz, localizada a pocos metros de la escalinata universitaria y próxima al hotel Habana Libre.

El empleado del nuevo local agregó que la apertura al público está planificada "para el mes de mayo", aunque Taibo aseguró que será el próximo sábado 30 de abril

El local llevaba hasta ahora el nombre de un etnólogo, antropólogo, jurista, arqueólogo y periodista, de cuyos estudios brotó una amplia bibliografía entre la que destacan clásicos como Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940) y Los negros curros (1975). Todos ellos, volúmenes imprescindibles para acercarse a la identidad nacional.

El empleado del nuevo local agregó que la apertura al público está planificada "para el mes de mayo", aunque Taibo aseguró que será el próximo sábado 30 de abril. Tanto en el exterior como en el interior del inmueble destacan las huellas de una importante inversión económica.

Las vidrieras exteriores que abarcan parte de la calle L y de la 27 ahora cuentan con puertas de seguridad de metal, pensadas probablemente para contrarrestar la furia de los huracanes pero también de protección ante los apedreamientos que con frecuencia suscitan algunos comercios oficiales. Este miércoles faltaba todavía el mobiliario interior.

Con la fachada recién pintada en gris y azul, la librería llamaba la atención esta tarde de los transeúntes, acostumbrados a que solo los hoteles parecen crecer en plantas o ser renovados en una ciudad en medio de la crisis.

Mientras tanto, a varios kilómetros de ahí, en La Habana Vieja, se deteriora tras años cerrada al público la más famosa librería cubana, La Moderna Poesía, ante la mirada de los transeúntes y la desidia de los funcionarios. A través de los cristales se aprecia un paisaje oscuro, lleno de residuos provenientes de los antiguos muebles y fragmentos caídos del techo.

A través de un cristal roto, se puede ver una zona destrozada, sin falso techo, sin lámparas, con cables eléctricos que cuelgan y algunas columnas dañadas por las filtraciones de agua desde el piso superior que sufrió el inmueble por años, según testimonios recogidos por este diario entre los vecinos y comerciantes de la esquina de Obispo y Bernaza.

La Moderna Poesía fue fundada en 1890 por el inmigrante gallego José Pote López Rodríguez y en un inicio también contaba con una imprenta y un taller de grabado. En 1939 el heredero de Pote concluyó una reforma que convirtió al local en un hermoso edificio art déco de dos plantas y una acera decorada.

Se convirtió así en sinónimo nacional de literatura, papelería y material de oficina. En 1960, poco después de la llegada al poder de Fidel Castro, fue nacionalizada y estuvo durante décadas brindando servicio de librería al público pero deteriorándose por la falta de reparaciones. Hasta que a finales del siglo pasado una reparación capital le devolvió parte de su antiguo esplendor.

Sin embargo, tras aquella reforma el local pasó a vender solo en pesos convertibles, lo cual fue objeto de fuertes críticas de los clientes. Llegó después otro largo período en que La Moderna Poesía languideció por la falta de ofertas de nuevos libros, los excesos ideológicos de su catálogo y el desgaste de su infraestructura.

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