"En Venezuela, desde hace mucho, vivimos pensando y sintiendo que todo puede estar peor"

Entrevista al escritor Alberto Barrera Tyszka, ganador del Premio Tursquets de Novela 2015

El escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka. (FOTO: Cristina Marcano)
El escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka. (Cristina Marcano)
Yaiza Santos

01 de octubre 2015 - 09:39

México/Alberto Barrera Tyszka (1960), venezolano de sangre sevillana y polaca, acaba de ganar el Premio Tusquets de Novela por Patria o muerte, que tiene la enfermedad de Hugo Chávez como telón de fondo.

Barrera es un viejo experto en el difunto presidente: junto con su esposa, la periodista Cristina Marcano, escribió Hugo Chávez sin uniforme. Una historia personal (Debate, 2004), una biografía imprescindible para entender de dónde y cómo surgió esa figura en Venezuela.

Con un pie en México, donde reside la mitad del año, se levanta todos los días antes de las cinco de la mañana para dedicarse a su prolífico oficio de guionista de telenovelas, y el periódico El Nacional alberga una columna suya cada domingo.

Le queda tiempo, sin embargo, para dedicarse de manera fructífera a la literatura. Antes del Tusquets, ganó el Herralde de Novela, en 2006, por La enfermedad, y Anagrama publicó sus siguientes libros: Crímenes (2009) y Rating (2011). Hace dos años, la pequeña editorial Lugar Común reunió sus poemas, escritos desde 1985, bajo el título La inquietud.

Desde Santiago de Chile y a punto de tomar un avión, contesta las preguntas veloces de 14ymedio.

Pregunta. Con su trayectoria, con su escepticismo irredento, el premio Tusquets de Novela...

Respuesta. Me pareció que el riesgo valía la pena. Se trata de un jurado implacable y de un sello que cuenta con nombres como Leonardo Padura, Evelio Rosero u Horacio Castellanos en América Latina. Los premios les dan un espaldarazo a los libros. Ayudan a la promoción y a la difusión. Es algo importante, sobre todo en países en crisis, donde el mercado está casi zozobrando.

P. El contexto de Patria o muerte es Venezuela con Hugo Chávez enfermo de cáncer. ¿Qué destacaría de los venezolanos en aquel momento? ¿Cómo se vivió?

R. Fue un momento muy dramático en más de un sentido. Chávez luchó tanto para convertirse en el eje central del país. Organizó toda la sociedad alrededor de su persona y, de pronto, ocurrió lo inesperado, apareció la injusticia de la naturaleza, la enfermedad. Fue un proceso que, además, se desarrolló con muy poca transparencia. Las informaciones oficiales eran escasas y vagas. La única voz autorizada, por mucho tiempo, fue el propio Chávez. Y los rumores se convirtieron en una industria. El país era como una enorme sala de espera de hospital.

La única voz autorizada, por mucho tiempo, fue el propio Chávez. Y los rumores se convirtieron en una industria. El país era como una enorme sala de espera de hospital

P. ¿Lo peor estaba por llegar? ¿Cómo se vive ahora?

R. En Venezuela, desde hace mucho tiempo, vivimos pensando y sintiendo que todo puede estar peor y que lo peor de lo peor está a punto de llegar. La ausencia de Chávez fue un suceso importante, por supuesto, pero la historia ha demostrado que ahí no terminó la historia. Y que la historia puede siempre ir peor. Ahora tenemos la inflación más alta del mundo, devaluación, escasez, una sociedad más violenta y un Gobierno más autoritario y represivo. Todo esto no es un azar. Es también la herencia de Chávez.

P. Cristina Marcano y usted vieron muy pronto quién era Chávez, y aparte de su biografía, en columnas, artículos o reportajes, han sido siempre lúcidos. ¿Les cabe la sorpresa?

R. El caudillismo latinoamericano no dejará nunca de sorprendernos. Se reinventa cada día de distintas maneras. Es algo que no tiene que ver solo con sus gobernantes sino también con los gobernados. Es el problema de las tiranías modernas: son democráticas.

P. ¿Dónde empezó todo? ¿Cuál es, digamos, la lección de Venezuela?

R. Creo que el caso de Venezuela es muy particular. Venezuela se diferencia mucho del resto de la región. Su condición petrolera le da gran singularidad. Y esa naturaleza determina una visión y una vivencia diferente del Estado, de la política, de la economía, de la cultura... Sin embargo, comparte un denominador común con el resto del continente: la pobreza, la desigualdad. Ahí comienza todo. Una ansia desesperada. En una esperanza que termina produciendo monstruos.

P. ¿Qué es lo más grave que ha pasado en Venezuela en estos años?

Creo que el mejor escenario pasa por que el chavismo asuma que no pueden seguir imponiéndole su modelo al resto de la sociedad

R. Es difícil decidirse por un solo elemento: ¿La destrucción económica de un país petrolero? ¿El derroche de más de un billón de dólares en la construcción de un modelo de control político y la consolidación de una nueva hegemonía? ¿La invasión militar al mundo civil, al terreno de las funciones políticas, de la gerencia de empresas y del control y manejo del crimen organizado? ¿El dominio del Gobierno de todas las instituciones, la promoción de la censura, el ejercicio de un sistema de justicia parcializado, la represión....?

P. ¿Qué va a pasar en Venezuela? El mejor y el peor escenario.

R. Me cuesta mucho especular. Creo que cualquier salida implica conflicto y negociación. Creo que el mejor escenario pasa por que el chavismo asuma que no pueden seguir imponiéndole su modelo al resto de la sociedad. El mejor escenario pasa por el reconocimiento y la aceptación del otro, por un cambio radical pero pacífico en la vida institucional del país. Creo que el peor escenario es que todo siga como está, es decir, que nuestro único destino sea –en cualquiera de sus formas– la violencia del Estado.

P. Es usted periodista, novelista, guionista de telenovelas y, algo que se conoce poco, poeta. Si tuviera que elegir uno solo de esos oficios, ¿cuál sería?

R. Creo que novelista. Es donde me siento mejor. Donde creo que me expreso más plenamente. Narrando historias.

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