Almacenar imágenes
La Habana/Molotov fue el corto documental ganador del 24 Almacén de la Imagen, que concluyó el pasado sábado en la ciudad de Camagüey. La ciudad fue, sin embargo, la gran perdedora. La fuerza de uno de los escasos eventos culturales con que cuenta la urbe se reduce cada año.
El evento, bajo el auspicio de la Asociación Hermanos Saíz, exhibe y premia filmes de realizadores nacionales, especialmente jóvenes, y otorga también respaldo económico a proyectos para su realización, de ahí que clasifique aún entre la media docena de certámenes en Cuba que representan una oportunidad para cualquier joven realizador.
Con mucho almacén y poca imagen, el evento padece de varios defectos casi crónicos que se agudizan cada año. Entre ellos: el escaso poder de convocatoria de público –más allá de los involucrados en las obras en concurso– y la timidez al incluir y premiar obras, evitando siempre las de contenido abiertamente crítico. Entre ambos factores, la relación es directa.
El filme ganador, Molotov, de Irán Hernández —estudiante de Comunicación Audiovisual en el Instituto Superior de Arte— juega, a veces de manera burlona, con el conflicto generacional impuesto desde arriba en Cuba y sus consecuencias desastrosas. El corto recurre a códigos visuales que remiten a Santiago Álvarez, aunque con mayor pesimismo. Un niño, con el uniforme escolar desarreglado, pinta una bomba con spray en una pared de la destruida Habana en el plano final como cierre a esta historia que reclama una ruptura con lo viejo y un compromiso activo en medio de la apatía.