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Cine en 3D sí, pero sólo los clásicos

Durante el Sexto Salón de Arte Contemporáneo, podrán verse en La Habana clásicos como Intolerancia, El Padrino I o Blade Runner en 3D

Fotograma de El Padrino
Luzbely Escobar

19 de septiembre 2014 - 18:53

La Habana/Se dice por ahí que los cubanos no tenemos memoria a largo plazo. Sin embargo, pocos hemos olvidado que desde principios de este año ya no podemos disfrutar de las salas de cine 3D que florecieron por todo el país. Hay cosas que no se borran con tanta facilidad de la mente, sobre todo cuando han dejado un vacío que no llena otra propuesta.

Para aliviar la pérdida, por estos días nos llega de vuelta el cine 3D, aunque en esta ocasión no es para quedarse pues sólo en el contexto del Sexto Salón de Arte Contemporáneo. El artista plástico Francisco Masó ha insertado en la muestra una programación de lo mejor del cine universal, visto con la magia de la tridimensionalidad.

En el programa de la exposición se afirma que se pretende "revivir la experiencia 3D" con producciones cinematográficas de calidad que respondan a la "Política Cultural Cubana". ¿Será una manera de evadir los ataques oficiales de banalidad y mal gusto lanzados contra las ya prohibidas proyecciones de las salas privadas? Por si acaso, en la lista de la actual muestra solo se destacan clásicos como Intolerancia, El Padrino I, Blade Runner y The Truman Show.

Se trata del primer evento de este tipo en Cuba y se inauguró el pasado 12 de septiembre para quedarse en cartelera hasta el próximo jueves. Dos tandas diarias han garantizado que todo el público interesado pueda asistir, en los horarios de 11 de la mañana y 4 de la tarde en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, ubicado en la Plaza Vieja del Centro Histórico de La Habana.

El contexto que acoge la muestra de cine 3D no podría ser más apropiado. Esta edición del Salón de Arte Cubano Contemporáneo propone "implicarse con las nuevas alianzas informacionales, las redes culturales alternativas y diferentes modos de conectarse en la desconexión".

Vale la pena llegar hasta la sala oscura donde Don Vito parece dirigirnos su mirada y casi podemos tocarlo. Esas sensaciones, en lugar de hacernos olvidar, nos recordarán que hace apenas unos meses también podíamos experimentar lo mismo en los diminutos cines que se habían abierto en tantos barrios.

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