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Cubadisco… los tambores afónicos

Edición número dieciocho de la principal cita del disco cubano, pero lejos de ser una plaza de atractivo comercial para productores y artistas

Ernán López-Nussa alcanza el Gran Premio Cubadisco y Producciones Colibrí arrasa en treinta de las categorías del certamen

Frente a las discográficas estatales al estilo de la EGREM, las productoras independientes se abren paso con títulos atrevidos y de buena calidad

Cubadisco 2014
Zunilda Mata

22 de mayo 2014 - 15:17

La Habana/Con una exposición de instrumentos patrimoniales comenzó la edición XVIII de la Feria Internacional del disco cubano, Cubadisco. Dedicada a Trinidad y Tobago y a la percusión, esta fiesta de los sonidos siempre deja aplausos pero también críticas. Cada día con menos recursos financieros, el evento no ha logrado responder con acierto a las demandas comerciales y de distribución crecientes en el sector musical cubano.

En 1997 se inició este certamen, con la intención de incidir en la calidad de las producciones y estimular su crecimiento. La industria musical se encontraba en un momento para el optimismo, gracias a que se comenzaban a ver signos de diversificación. Después de más de dos décadas bajo la hegemonía de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales EGREM, se constituyeron otras compañías discográficas como RTV Comercial, los estudios P.M. Record de Pablo Milanés, Ojalá de Silvio Rodríguez. También se habían establecidos en la Isla tres sellos discográficos extranjeros: Art Color, Caribe Productions y Magic Music.

Las trabas burocráticas ha restado alcance al Cubadisco

Sin embargo, dieciocho años después las expectativas iniciales no han podido cumplirse. La calidad artística no ha sido el problema. En su lugar, las trabas burocráticas ha restado alcance al Cubadisco, a lo cual se le ha sumado la mojigatería de los funcionarios del sector musical, que no aceptan ver la producción de discos también como un negocio.

La percusión, en el centro de atención

En esta edición del Cubadisco, la percusión ha sido la protagonista. Sin dudas, una de las ramas de instrumentos musicales emblemáticas de la música cubana. Tambores batá, tumbadoras, pailas…identifican nuestro quehacer musical y resultan vitales en la composición y sonoridad de cualquier manifestación genérica. Al igual que los llamados instrumentos de percusión menor: el güiro, las claves, el bongó, el cencerro, las maracas, la cajita china y el chequeré, en los que en nuestro país posee intérpretes de primera línea.

Uno de ellos es el maestro Enrique Lazaga, presidente de honor del evento y galardonado con el Premio de Honor Cubadisco 2014. Güirero de corazón, durante sus seis décadas de vida artística ha formado parte de la Orquesta del Cabaret Rumba Palace, la Orquesta Popular de Conciertos, Maraca y Ritmo Oriental. Junto al veterano músico, se presentan otros reconocidos percusionistas como Ruy López Nussa, Enrique Plá, El Peje y Giraldo Piloto, los maestros Justo Pelladito y Emilio del Monte, el chequerista Pancho Terry, el timbalero Amadito Valdés y Jesús Abreu, fundador de Los Papines. La gala Tambor a la brasa, que se ofrecerá el próximo día 23 en la sala Covarrubias del Teatro, será el plato fuerte de este homenaje a los cueros.

La invitación a músicos de Trinidad y Tobago, Venezuela, Puerto Rico, Curazao, Martinica, Santa Lucía, Haití, Guadalupe Colombia y Bahamas, permiten disfrutar de una sonoridad caribeña, que ha dejado también su impronta en la música soul y las steel bands. Sin embargo, la presencia de estos artistas convidados ha estado ausente de una buena promoción, por lo que muchos de ellos pasarán sin penas ni glorias por los escenarios del patio.

Entre las pocas agrupaciones extranjeras anunciadas con antelación, estuvo el grupo español Chambao, con el que Carlos Varela compartió el escenario del teatro Karl Marx el viernes pasado. Ese mismo día, unas horas antes, tuvo lugar la apertura de la Feria Comercial Cubadisco 2014, en el Pabellón Cuba. Con la tardanza que ya va caracterizando al evento, se pusieron a la venta las producciones musicales premiadas el pasado año.

Producciones Colibrí se alza con treinta galardones

Los premiados en el Cubadisco 2014 fueron dados a conocer el miércoles 14 de mayo en un salón del emblemático Hotel Nacional de La Habana. Entre las grandes carencias que se le han señalado al certamen, está precisamente la de no tener una merecida gala para la entrega de los galardones. Lo cual reduce tan importante momento a la frialdad de una conferencia de prensa.

Por tercera vez en la historia del certamen, el maestro Ernán López-Nussa se alzó con el Gran Premio Cubadisco. En esta ocasión con el disco Sacrilegio que explora los límites entre la llamada música culta y el jazz. Con anterioridad, en los años 2003 y 2012, lo había logrado también gracias a los fonogramas Havana to Rio y Veinte Pianos, respectivamente.

El CD-DVD Sacrilegio viene avalado por el sello discográfico Producciones Colibrí, que dominó la lista de premios al llevarse lauros en –nada más y nada menos- que treinta categorías. Sin embargo, muchos de los discos presentados al concurso todavía no han salido del proceso productivo. Adelantos de estos se prepararon, a la carrera, únicamente para presentarlos en competencia y aún no pueden adquirirse en el mercado. Producciones Colibrí ha recortado sus planes discográficos por problemas financieros y se presume que su lista de títulos disminuirá en lo adelante.

El Premio Extraordinario a la Excelencia Interpretativa fue a parar a las manos de Beatriz Márquez por su desempeño en el disco Espontáneamente. Mientras con el Premio Especial Extraordinario se reconoció a Siempre habrá Van Van, obra compuesta por dos DVD y que nació del trabajo entre la prestigiosa orquesta y el grupo de teatro infantil La Colmenita. Se esperaba un homenaje así en esta edición del Cubadisco, después del reciente fallecimiento del director y músico Juan Formell.

El reconocimiento en la categoría de reguetón, un género muy popular en nuestra Isla, recayó en Supercubatón 2014 que se define a sí mismo como 100% reguetón cubano. Voces más jóvenes también lograron su recompensa en el certamen, como el Making Of de Haydeé Milanés en el Chaplin y el disco Ven de Raúl Paz.

El monopolio oficial sobre la grabación y distribución musical ha sufrido graves reveses en los últimos años

Las producciones independientes también alcanzaron algunos lauros. Como Qué lindo es el amor, del grupo Interactivo y Roberto Carcassés. Llama la atención que alternativas como esta se fortalecen en la medida en que se deprime la industria estatal. El monopolio oficial sobre la grabación y distribución musical ha sufrido graves reveses en los últimos años, desde que los llamados “paquetes” o combos –que se comercian de forma ilegal- incluyen canciones y video clips de productores independientes.

En Cuba, la relación creación-tecnología-comunicación-consumo está determinada por la existencia de profundos desequilibrios. La depresión económica que sufre el país se refleja en múltiples espacios y la industria cultural no escapa de ello. Los productos discográficos están destinados en su mayoría a un público poseedor de divisas. Para nadie es un secreto que la música circula a través de la piratería y a eso se le suma que, aunque la entrada a muchos espectáculos en vivo es “subvencionada”, los costos de acceso están por encima del poder adquisitivo de buena parte de la población.

Cubadisco tiene mucho de simulacro, o de paripé, al decir del título de Inti Santana premiado en la categoría Trova: Mundo paripé. A pesar de la fanfarria y los galardones entregados a bombo y platillo, el alcance comercial del evento es mínimo. No resulta una plaza para establecer negociaciones que favorezcan la competitividad de la industria. Cada día, además, cuenta con menos recursos financieros y evidencia una mayor desarticulación organizativa.

Será necesario elaborar nuevas estrategias, sacudirse viejos prejuicios comerciales y darle mayor autonomía a productores y artistas

Cubadisco, sin embargo, es un empeño potencialmente valioso. Nadie puede negar su contribución en la preservación del patrimonio musical cubano y las posibilidades que encierra un evento de su naturaleza para generar incentivos de gestión en el medio. Para que sobreviva será necesario elaborar nuevas estrategias, sacudirse viejos prejuicios comerciales y darle mayor autonomía a productores y artistas. De lo contrario, por mucho que llamen los tambores… sonarán apagados y afónicos.

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