Dictadores de todos los colores políticos pueblan la última novela de Roberto Ampuero

La obra reivindica los valores democráticos “en un momento en el que peligran”

Roberto Ampuero, durante la presentación de 'Nunca volveré a Berlín'
Roberto Ampuero, durante la presentación de 'Nunca volveré a Berlín' / Facebook
EFE

29 de mayo 2024 - 15:17

Madrid/Cuando se cumplen exactamente treinta años de que Honecker muriera en Chile, el líder alemán comparte protagonismo con otros grandes mandatarios muertos, como Pinochet y Castro, en Nunca volveré a Berlín, una novela poblada de dictadores con la que su autor, Roberto Ampuero, reivindica los valores democráticos “en un momento en el que peligran”.

En una entrevista con EFE en Madrid, Ampuero, que fue ministro de Relaciones Exteriores y Cultura de Chile con Piñera, reconoce que los temas políticos siempre están presentes en sus libros, pero ahora mismo prefiere abordarlos desde la novela que desde la responsabilidad gubernamental o diplomática, de la que permanece alejado hace dos años, cuando dejó su cargo como embajador de Chile en España.

La política y los hechos históricos se entretejen con la ficción ya en las primeras páginas de su última novela, ambientada en 1994, cuando un chileno que vivió exiliado en Alemania Oriental recibe la oferta de trabajar como traductor para Erich Honecker, quien, tras la caída del Muro de Berlín –que él ordenó construir–, se ha refugiado en Santiago de Chile con su hija.

“Pocos se acuerdan ya de que Honecker murió en Chile –comenta Ampuero–, pero así fue, durante poco más de un año, hasta que murió, vivió bajo el mismo cielo sucio de Santiago de Chile que otro dictador, Augusto Pinochet”, que gobernó el país con mano de hierro 17 años, los mismos que Honecker, y que en 1994 vivía semidefenestrado muy cerca de su enemigo alemán.

Ampuero lo recuerda muy bien porque él también vivía en la misma ciudad en aquella época y acaba de volver a su Chile natal tras vivir en Alemania Oriental y Cuba, donde viajó atraído por el comunismo y de donde volvió desencantado.

Honecker y Pinochet vivieron bajo el mismo cielo

“Ninguna dictadora es buena, ni de izquierda ni de derechas –afirma Ampuero– y hoy en día es necesario abordar este tema, porque el mundo está polarizado y muchos ciudadanos parecen dispuestos a aceptar propuestas radicales a cambio de seguridad”.

El escritor pone el ejemplo del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, “que primero decía que era de izquierdas y ahora de derechas”, pero en todo caso llegó al poder con la promesa “de solucionar el problema del narco”, aunque sea “reduciendo los espacios de democracia”.

El mundo está polarizado y muchos ciudadanos parecen dispuestos a aceptar propuestas radicales a cambio de seguridad

En su opinión no se puede entender el Chile actual sin entender el Chile de los años 90, el de la transición a la democracia, por eso Nunca volveré a Berlín está ambientada en ese momento histórico en el que “los chilenos estaban más preocupados de la caída de su propio dictador, Pinochet, que de la de los dictadores como Honecker, y todo lo que salió a la luz sobre el comunismo tras la caída del Muro de Berlín quedó eclipsado en Chile por los problemas internos”.

“Eso permitió que algunos justificaran a los dictadores comunistas, como ahora otros justifican a los radicales de derechas, en un momento en el que la clase política está muy desprestigiada”, añade.

Los radicales avanzan y la democracia peligra hoy en día

Para que nadie olvide lo que conlleva ser gobernado por un dictador, Ampuero no sólo rememora a Honecker y Pinochet en su libro, sino que por sus páginas aparecen los fantasmas de muchos otros líderes muertos, como Marx, Lenin, Stalin, Allende y Castro, con los que Honecker habla de política durante los delirios que le provoca la enfermedad y la vejez.

“Más de 300 personas murieron acribilladas en El Muro y miles fueron heridas, detenidas y torturadas por tratar de escapar”

“Cada uno de estos personajes, desde su experiencia histórica, lo juzga”, cuenta el autor, en una suerte de juicio post mortem a un líder que consiguió eludir tribunales, a pesar de que “más de 300 personas murieron acribilladas en El Muro y miles fueron heridas, detenidas y torturadas por tratar de escapar” de Alemania Oriental durante su gobierno.

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