Fidelio Ponce, “el pintor de las miserias humanas”, vuelve a Camagüey
Camagüey/El maestro de los colores ocres y la tristeza regresó este septiembre a Camagüey, la ciudad que lo vio nacer hace 120 años. Fidelio Ponce de León, el pintor, enfermo de tuberculosis, melancólico infinito, volvió a través de sus lienzos a inspirar a las nuevas generaciones de creadores cubanos durante la edición 29 del Salón de las Artes Visuales que lleva su nombre en Camagüey.
El evento, considerado como el más relevante de los que organiza el Consejo Provincial de las Artes Plásticas (CPAP) en la ciudad, comenzó en 1985 y ha obtenido un reconocido prestigio por la calidad artística de sus muestras y el tesón con el que se ha mantenido, a pesar de sus altas y sus bajas.
En esta ocasión el Salón lanzó un concurso para artistas de cualquier nacionalidad o lugar de residencia. El tema central del certamen se enfocó en la tradición y la contemporaneidad, alrededor de los cuales giró la muestra colectiva que se exhibe en la galería central de la calle República 289.
El tema central del certamen se enfocó en la tradición y la contemporaneidad, alrededor de los cuales giró la muestra colectiva que se exhibe en la galería central
El jurado, integrado en su mayoría por especialistas del Consejo y por figuras de la crítica artística cubana, como Teresa Bustillos, Estela Ferrer, Danilo Vega y Hamlet Fernández, otorgó el premio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) a la obra Migración, de la serie Marionetas, realizada por el artista camagüeyano Orlando Basulto.
Mientras que el galardón Academia correspondió a la instalación E=mc2, del también creador camagüeyano Léster Delgado La Rosa, el gran premio recayó en el video digital El regreso, del artista plástico y audiovisual Geordanis Santana Avilés, de Nuevitas.
Las menciones del certamen correspondieron al también video digital Construyendo ideales, realizado por Eileen Almarales Noy, de Nuevitas; la obra Confrontación, de la serie Sigilos, perteneciente al artista Yaciel Elizagaray, de Trinidad, y la instalación Lamentos, de Ernesto de la Paz Pérez, de Camagüey.
La buena noticia para estos artistas fue el regreso de los montos en metálico acompañando los galardones, que años atrás se vio afectado por el bajo presupuesto del Ministerio de Cultura. Ahora también se vuelve a ofrecer una beca de creación que acompaña el gran premio, consistente en 10.000 pesos cubanos.
Geordanis Santana, ganador del gran premio e instructor de arte, comentó para 14ymedio la importancia para los creadores de esta ciudad de que exista un espacio como éste. Para el artista, "la plástica es una de las manifestaciones más sacrificadas y el hecho de que haya una oportunidad para mostrar lo creado y aspirar a un financiamiento para seguir creando constituye un fuerte incentivo para los artistas de esta época".
Las obras originales de Fidelio Ponce de León pueden disfrutarse en el museo provincial Ignacio Agramante
El reconocimiento por la mejor curaduría, que suele entregarse durante el concurso, se declaró desierto en esta edición, dada la poca calidad de los cuatro trabajos presentados.
Entre las muestras peor valoradas del Salón, estuvo el homenaje del artista español José González Trincado a Fidelio Ponce de León, exhibido en la galería Larios. En opinión de un especialista consultado, con exposiciones así y "bajo pretexto de convertirse en un evento de talla internacional, el salón se ha visto envilecido con la presencia de representantes que no defienden el prestigio de ediciones anteriores".
El público evaluó como muy positivas las obras originales de Fidelio Ponce de León, nunca antes exhibidas en la ciudad y que pueden disfrutarse por el momento en el museo provincial Ignacio Agramante. Ernesto Escobar Escobar, presidente del CPAP apuntó a este diario que "en esta serie se advierten los rasgos más distintivos de la obra del creador: la renuncia al color brillante como rasgo tropical tan común en la pintura de su época y esa atmósfera de misticismo que alude a la religiosidad".
A este artista se le conoce también como "el pintor de las miserias humanas", por el sufrimiento y el deterioro físico que le trajo el alcohol, primero, y más tarde la tuberculosis. No obstante, mantuvo su mente lúcida y su destreza ante el lienzo hasta el último momento de su angustiada vida.