Ir con la música a todas partes
Con una bocina conectada a un teléfono móvil, Raymel Casamayor busca con su proyecto ReContrucción llevar a las calles la diversidad musical cubana
La Habana/Cada domingo, Raymel Casamayor se da cita con varios amigos en el habanero Parque Maceo y, todos juntos, salen a caminar por las calles cercanas con una bocina conectada por bluetooth a un teléfono móvil a través de la que se escuchan todo tipo de ritmos cubanos, más allá de la rumba y reggaetón que dominan la zona.
Sus caminatas musicales se han convertido en el proyecto ReConstrucción, que lleva más de cinco meses en marcha y con el que pretende hacer más accesibles al público sonidos que han quedado arrinconados por otros más pretendidamente populares. "Las personas no han tenido acceso a otros ritmos. No han tenido manera de acumular y guardar otra música, todos los días empieza una nueva y la otra se va quedando atrás", sostiene.
La idea se le ocurrió a Casamayor, técnico de sonido, cuando empezó a vivir en Centro Habana y observó que mucha gente hacía lo mismo pero con otro tipo de música. Cuenta que primero le prestaron una bocina y empezó a salir con una amiga a la calle poniendo otros ritmos para ver ver qué pasaba.
"Ponemos música cubana, a Benny Moré, la Sonora Matancera... realmente pensé que la gente nos iba a tirar huevos pero fue todo lo contrario", afirma.
"Todos los domingos nos encontramos en el Parque Maceo y cuando a veces tengo que ir a otra provincia, lo hago por allá", aclara.
En Santa Clara ha hecho sus caminatas musicales por el barrio de El Condado y también ha pasado por Holguín, donde estuvo sonando su playlist en Gibara, durante la celebración del festival de cine el pasado mes de abril.
Casamayor rompe con el monótono reggaetón que se escucha diez minutos antes de las 5 entre las calles Belascoaín y San Lázaro y comienza a enlazar una samba, con un son, un cha cha cha, una rumba, algo de la Nueva Trova, boleros y hasta un merengue.
El calor del implacable agosto cubano ha llevado a cambiar la hora de inicio del espectáculo -"antes salíamos temprano, a eso de las cuatro, pero ahora con este sol estamos saliendo a las cinco" -y al reparto de sombreros entre los que se acercan a escuchar la banda sonora de Casamayor.
Algunos de sus oyentes le hacen peticiones a la carta. "El domingo pasado un señor me pidió que le copiara una selección de temas en una memoria y aquí se la traigo, la canción que a ellos les guste se la doy y es bueno porque luego la recuerdan", afirma.
Al doblar por la calle Laguna, al fondo del Hospital Ameijeiras, algunos vecinos reconocen a Casamayor y se detienen cerca del altavoz para bailar. En pocos minutos la cuadra se calienta, los que no estaban llegan y se avisan unos a otros. En un pequeño andador, un bebé salta al ritmo de un son mientras su madre también menea la cintura.
Ada María, de 64 años, detiene su paso cuando escucha El buey cansado de los Van Van, e invita a bailar a su pequeña nieta mientras le cuenta que esa era la música que ella bailaba en las fiestas con sus amigos cuando era joven.
"A los niños y a los padres les encanta esto que hacemos porque hay muy pocos lugares a donde llevar a los muchachos en este verano", cuenta.
Unos jóvenes se unen al grupo para pedir música de Yasek Manzano y los amigos de ReConstrucción le advierten de que, aunque no llevan ninguna pieza del jazzista, van a buscarla. "Te la pasamos la semana que viene", prometen.
En la esquina de la calle Escobar y Concordia, en una piscina improvisada a la orilla de la calle, varios niños se refrescan el sudor. Reciben a Raymel con tanta excitación que él mismo acaba empapado, pero la bocina intacta sigue esparciendo música a los cuatro vientos.