El grito de "libertad" retumba en el Teatro Martí como el eco del 11 de julio en Cuba

La Habana/El grito de "Libertad" coreado por miles de voces a lo largo de toda Cuba el 11 de julio de 2021 fue motivo de represión y encarcelamiento. Por eso cuando en el escenario del Teatro Martí en La Habana los actores que representaban la obra Los miserables en concierto mezclaron sus maravillosas voces para repetir la palabra prohibida, una auténtica emoción revolucionaria embargó a los presentes.

Víctor Hugo publicó su novela Los miserables 30 años después de la insurrección republicana de junio de 1832, cuando las calles de París se llenaron de barricadas contra la monarquía. En esta caótica epopeya se mezclan las bajas pasiones y los más elevados ideales, las frustraciones y las esperanzas.

Marius, un joven idealista dijo (cantó): "La revolución soñaban, aquí se encendió la llama y se habló de un gran mañana pero nunca nos llegó" y a nadie en el público se le debió escapar la similitud de lo que enseña la historia reciente cubana, como tampoco era posible eludir la analogía con la compartida ilusión del día que los cubanos estamos esperando cuando a coro todos proclaman: "Un día más, un día más llegará".

Me pregunto si, en estos tiempos de censura, a algún funcionario del Ministerio de Cultura se le ocurrirá regañar al elenco de esta obra por la convicción con que pronunciaron la palabra libertad

Me pregunto si, en estos tiempos de censura, a algún funcionario del Ministerio de Cultura se le ocurrirá regañar al elenco de esta obra por la convicción con que pronunciaron la palabra libertad, por la sediciosa convocatoria a la revolución de la libertad.

La orquesta estuvo a la altura de las interpretaciones de los cantantes. La única objeción que haría este desconocedor es la constante proyección de fragmentos de la película homónima de 2012 (inspirada en una versión teatral de 1985), que distraían la atención de lo que estaban haciendo los actores en el escenario.

Lamentablemente, al menos este domingo 25 de junio, no hubo programas impresos que permitieran conservar los nombres de los actores, ni siquiera una pancarta a la entrada del teatro.

Gracias a la indisciplina generalizada que violó la prohibición de hacer fotos y videos es posible dejar aquí un fragmento mal filmado, pero tan bien cantado que vale la pena disfrutarlo.

Ojalá se repita.

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