Muere en La Habana Argelio Santiesteban el autor de 'El habla popular cubana de hoy'
La curiosidad por explorar los registros orales de Cuba, rara vez reflejados en los medios oficiales, la mantuvo el periodista y escritor hasta el final de su vida
La Habana/El periodista y escritor Argelio Santiesteban falleció este martes en La Habana a los 79 años de edad, según confirmó en su cuenta de Facebook la emisora Radio Progreso. El también profesor, guionista y lingüista es muy conocido entre los lectores por su obra El habla popular cubana de hoy, de la que, al momento de su muerte, estaba preparando una cuarta edición.
"Dueño de todas las palabras del universo, vigilante violento del decir provechoso, monstruo del adjetivo en orden, temido por su verbo, odiado por su excelente humor", así lo describió en un breve obituario publicado este miércoles la periodista Elsie Carbo. Otros colegas y amigos se sumaron al recordatorio de un hombre cuya animada conversación y campechana escritura lo distinguían en medio de la soporífera prensa oficial.
Nacido en Banes, actual provincia de Holguín, en 1945, aprendió a amar los libros y la buena plática a través de su padre, un hombre culto y masón. Con la picardía que impregnaba a todas sus historias, contó en una ocasión aquel ejemplo familiar: "Soy su disminuida y chapucera segunda edición, y al igual que mi venerado progenitor, soy un amante apasionado del buen decir".
El contexto cultural en Banes también ayudó a su predilección por los giros verbales, las conversaciones extendidas y los buenos libros. En especial, recordó la influencia que tuvo en aquellos primeros años la revista Portada, fundada en 1953, y que recogía temas locales pero también reseñas históricas y viñetas cotidianas. A su tierra natal la definió como ese "triángulo donde se forjó nuestra nacionalidad", porque en Holguín nacieron desde Fulgencio Batista, pasando por Fidel Castro hasta Guillermo Cabrera Infante y Reinaldo Arenas, entre muchas otras figuras de la política y las letras.
El contexto cultural en Banes también ayudó a su predilección por los giros verbales, las conversaciones extendidas y los buenos libros
Su participación en la Campaña de Alfabetización en 1961 lo acercó a la forma de hablar de los residentes en la Sierra Maestra, un conocimiento que luego completó con otras formas de decir durante su más de medio siglo viviendo en La Habana. Por un lustro fue profesor de español y literatura en la temida prisión del Castillo del Príncipe, en la capital cubana. Esa experiencia de enseñar entre "asesinos y ladrones" lo ayudó a conocer mejor la jerga de "la mala vida habanera", al decir del etnólogo Fernando Ortiz (1881-1969).
El habla popular cubana de hoy nació, justamente, de esas múltiples experiencias vitales y de su constante sumergirse en los giros orales que se escuchaban en las ciudades y campos de la Isla. La curiosidad por explorar esos registros, rara vez reflejados en los medios oficiales pero muy extendidos en los hogares y las calles, la mantuvo Santiesteban hasta el final de su vida.
En 1983 se le entregó el Premio Nacional de la Crítica, en su primera edición, un galardón que le fue puesto en sus manos por Manuel Moreno Fraginals (1920-2001), el autor de El Ingenio, un texto capital para entender la historia de la Isla, el nacimiento de la industria azucarera y la propia identidad de los cubanos.
Por su parte, el poeta José Prats Sariol recordó este miércoles que la Academia Cubana de la Lengua nunca admitió a Santiesteban entre sus miembros y catalogó al periodista como un "brillante lexicógrafo y escritor costumbrista a la altura de Eladio Secades", un reportero que sobresalió en la crónica deportiva y el costumbrismo en la prensa cubana del siglo XX.
Santiesteban publicó también sus columnas en varios medios nacionales, donde abordaba desde curiosidades del habla popular, descubrimientos científicos, textos de humor y también sacaba a la luz pequeñas crónicas del pasado, con músicos, políticos o intelectuales como protagonistas. Entre sus títulos, se cuenta también Uno y el mismo (1994), Picardía cubiche (1994), Anécdotas de Cuba (1999) y el volumen sobre toponimia Cuando el pueblo jugó a ser Papá Dios (2011), entre otros.
Con su muerte, se pierde un autor enciclopédico que nunca se dejó atrapar en su escritura por las consignas ideológicas ni el dogma. A través de sus textos hablaba esa Cuba profunda que no se escucha en las tribunas ni en la televisión nacional.