El museo suizo del Arte Bruto revela el desconocido y brillante arte marginal en Cuba
Se trata de la creación más pura y alejada de la cultura oficial, como la concebida por pacientes en psiquiátricos
Lausana (Suiza)/Obras de arte popular y marginal de Cuba, alejadas normalmente de los grandes museos pero con una potencia visual arrolladora, están de regreso en el Museo de Arte Bruto de Lausana, 42 años después de que la Isla protagonizara en ese mismo lugar otra histórica muestra entonces de la mano del gran promotor de la creación popular cubana, Samuel Feijóo (1914-1992).
El peculiar museo suizo creado por Jean Dubuffet (1901-1985), quien ideó el concepto de "arte bruto" para referirse a la creación más pura y alejada de la cultura oficial, como la concebida por pacientes en psiquiátricos, acoge desde el pasado 6 de diciembre al 27 de abril más de 250 obras de una veintena de artistas: diez que ya estuvieron en la muestra de 1983 y once contemporáneos.
Las obras mostradas hace cuatro décadas no encajaban totalmente en la definición de arte bruto y entrarían más en el ámbito de la creación popular o tradicional, pero las contemporáneas, seleccionadas por el artista y galerista cubano Samuel Riera, sí se adaptan a la definición de Dubuffet.
"La mayor parte de estos artistas no producen sus obras para ser reconocidos, para exponer. Su motivación principal es la de crear, tienen la necesidad imperiosa de existir mediante la creación", explica a EFE la directora del museo y curadora de la muestra, Sarah Lombardi.
"La mayor parte de estos artistas no producen sus obras para ser reconocidos"
Algunos de los 11 artistas presentes en la sección contemporánea reciben tratamiento por problemas psiquiátricos o discapacidades mentales, la mayoría viven en condiciones muy precarias, y en su mayoría utilizan materiales humildes para sus creaciones, desde cartones y neumáticos abandonados a bolígrafos y ceras para colorear.
"En Cuba la escasez obliga a los artistas a usar materiales reciclados, algo común en el arte bruto global pero mucho más marcado en las obras cubanas por la falta de recursos", explica la directora de la colección.
La muestra presenta así a creadores como Héctor Pascual Gallo (1924-2020), un antiguo barbero y diplomático que en el distrito de Alamar, a las afueras de La Habana, comenzó a acumular objetos abandonados y a transformarlos hasta crear un extraño y popular jardín llamado Galería de los Afectos.
O también Daldo Marte, protagonista del cartel de la exposición, quien pasó temporadas en un hospital psiquiátrico y ahora es conocido por sus esculturas con caucho de neumáticos abandonados o por sus "performances" en La Habana, donde pasea a menudo disfrazado de superhéroe con complementos que elabora con cartón y plástico.
Otro habanero, Lázaro Antonio Martínez, ha logrado a través de sus collages en forma de pantallas de televisión, que muestran recortes de prensa pintados con colores que les dan un aire antiguo e irreal, pasar por encima de los problemas de comunicación derivados de su discapacidad intelectual.
Aunque muchas de las obras rara vez han llegado a los grandes museos, una de ellas, del guantanamero Ramón Moya, procede del Centro Pompidou parisino: se trata de una de las vestimentas "religiosas" que con materiales humildes, como sacos o plásticos, elabora y viste este artista, que vive aislado en una cabaña de madera en las montañas.
Lombardi destacó que estos creadores, debido a su marginalidad en la sociedad cubana, no se ven afectados por la censura en el país
Lombardi destacó que estos creadores, debido a su marginalidad en la sociedad cubana, no se ven afectados por la censura en el país, dado que su obra "pasa desapercibida para el público y las autoridades cubanas".
La selección de algunas obras de la muestra de 1983, que evitó denominarse de "arte bruto" y llevó por título "Arte inventivo en Cuba", rememora cómo Feijóo reunió en la Isla a artistas autodidactas como él y formó un grupo de creadores de la provincia central de Villa Clara en torno a la revista Signos.
"A pesar de sus diferencias, Feijóo y Dubuffet fueron grandes amigos y mantuvieron una correspondencia constante desde los años 50. Feijóo, además de ser un artista autodidacta, traducía al español los textos de Dubuffet para publicarlos en su revista, que fue muy influyente en América Latina", destaca la directora de la colección.
Lombardi también recuerda que ambos se conocieron en persona en 1968, cuando Dubuffet invitó a Feijóo a París para visitar su colección.
El Museo de Arte Bruto, fiel al espíritu de Dubuffet, se encuentra en una pequeña casa de una tranquila calle de Lausana, lejos del bullicio, y el hecho de que se encuentre en la ciudad suiza también fue una declaración de intenciones del artista francés, que quería alejar su colección de las galerías, academias y críticos de París.