En La Rampa, mejor no mirar hacia abajo
Unas obras de la Unión Eléctrica se llevan por delante parte del mosaico de la acera más famosa de la capital
La Habana/Si algo diferencia a un nacional de un turista cuando camina por las calles es el lugar en el que fija la vista. Mientras que los visitantes se quedan alelados viendo la belleza de la arquitectura o el milagro de que un decrépito balcón no se haya caído aún, los que vivimos en esta Isla vamos todo el tiempo mirando hacia abajo para evitar los huecos en la acera, los charcos de aguas albañales y todo tipo de desechos comunes en la vía pública. Es así en casi todas partes menos en La Rampa habanera, donde también a los extranjeros les gusta disfrutar del paisaje bajo sus zapatos.
La acera más famosa de la capital cubana está salpicada de mosaicos de artistas nacionales como Amelia Peláez, Wifredo Lam, René Portocarrero, Hugo Consuegra, Mariano Rodríguez y Cundo Bermúdez, entre otros otros. Pasear por ella ha sido por décadas como disfrutar de una sala de exposiciones sin necesidad de pagar entrada. Aunque los años y el deterioro le habían hecho perder belleza, los habaneros confiaban en que la piedra y el granito eran más duros que la desidia.
Pero hace unos días la Unión Eléctrica comenzó a romper la acera de la calle 23, especialmente en el tramo comprendido entre L y M y, además de llevarse por delante trozos de las obras artísticas, no tuvieron inconveniente en rellenar sin cuidado el contorno de las imágenes y cubrir partes de otras con cemento.
Ahora, todos siguen mirando hacia abajo cuando caminan por La Rampa, pero no para admirar la belleza de su suelo sino para comprobar hasta dónde puede llegar la chapucería. No importa si se es cubano o extranjero, todos dirigen la vista hacia el piso y les duele, claro que les duele.
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