El reconocido compositor cubano Aurelio de la Vega muere en Los Ángeles
Ignorado en la Isla durante 60 años, en 2019 se estrenó en La Habana su obra 'Intrata'
Madrid/El pianista, compositor, profesor de música y director de orquesta cubano Aurelio de la Vega falleció este sábado en Los Ángeles a los 96 años.
Exiliado en Estados Unidos desde 1959, fue ignorado en la Isla hasta que en 2019 fue estrenada en La Habana su obra Intrata, encargada por Zubin Mehta para la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles en 1972. Después de eso, su nombre ha aparecido en la prensa oficial, e incluso tiene una entrada en Ecured, el remedo cubano de Wikipedia, donde califican su trayectoria de "profesionalismo desmedido".
De la Vega nació en el barrio habanero de El Vedado, concretamente en Calzada y 8, en 1925, hijo de un ingeniero mecánico y un ama de casa.
"Había una tradición muy grande en mi casa porque mi abuelo, que era médico, tenía una colección de discos clásicos tremenda, y yo nací oyendo música clásica", contó en una entrevista con Eloy Cepero para el espacio de la Universidad de Miami Grandes leyendas musicales acerca de cómo se inició en la música.
En ese mismo espacio, emitido el pasado agosto, recordó cómo La Habana, en la década de los 50, era "una ciudad maravillosa, una ciudad mágica", donde "había música por todos lados".
En ese mismo espacio, emitido el pasado agosto, recordó cómo La Habana, en la década de los 50, era "una ciudad maravillosa, una ciudad mágica", donde "había música por todos lados"
A los 14 años, De la Vega realizó sus primeras composiciones. Tuvo como maestros a Fritz Kramer, vienés exiliado en Cuba, así como a Ernst Toch, con quien estudió en Los Ángeles a finales de los años 40. Su preferencia por la música germánica, por encima de la francesa o la italiana, hacía que lo conocieran en sus inicios como "El Alemán". El compositor, además, estudió leyes en la Universidad de La Habana, donde se cruzó con Fidel Castro.
En 1952, el músico se integró al grupo de los 12 asesores del Instituto Nacional de Cultura, creado por Fulgencio Batista, del que formaban parte también nombres como Gastón Baquero, Lydia Cabrera o Mario Carreño.
Un año después, fundó en la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, una carrera de música, que tuvo que ser interrumpida en 1957, cuando el centro cerró debido a los primeros combates en la Sierra Maestra.
Entonces, decía también a Cepero, se fue de nuevo a Los Ángeles, hasta que en el 59, "cuando triunfa el señor Castro y se apodera del poder y vienen los grandes piratas, me mandan a buscar de la Universidad de Oriente". Le ofrecían regresar a su cátedra, lo cual aceptó, y regresó a Cuba el 17 de febrero de 1959. "A mí esto no me pinta bien", decía haber confesado a su mujer en aquel momento, "porque yo conocía a Fidel Castro de la Universidad de La Habana".
A su padre le había dado un ataque al corazón luego de que varios "barbudos" llegaran a su oficina de la compañía eléctrica donde trabajaba y lo sacaron a palos.
A pesar de que nunca creyó que "la dictadura de Castro llegara a los extremos que llegó", y de haber perdido la casa que "dejó puesta" en La Habana, confesaba estar contento con la vida
Sus pronósticos no fueron desacertados. Al mes de comenzar el curso en Santiago de Cuba, lo suspendieron de empleo y sueldo y lo mandaron bajo arresto domiciliario. "¿Cuál es la acusación", contaba De la Vega que le preguntó al rector. "No, eso no se lo podemos decir", contestó.
A pesar de que luego de cumplida su condena lo vuelven a llamar para enmendar lo que dijeron fue "un error", el profesor renunció a su puesto y se exilió en Los Ángeles.
Su carrera fue fecunda, con obras como Adiós (1977), que ganó el Friedheim Award del Kennedy Center for the Performing Arts, en Washington, en 1978; el Cuarteto en cinco movimientos en memoria de Alban Berg (1957), Epigrama (1953), Interpolation (1965) o su última obra, Recordatio (2015).
"La gente me pregunta, después de tantos años, que uno sigue con Cuba metido en el corazón siempre, y si todo funcionara distinto, y hubiera un cambio y el comunismo desapareciera y hubiera una democracia real, ¿usted no volvería a La Habana?", narraba en la misma entrevista, donde se respondía que no: "¿Cómo es eso? Muy sencillo: Cuba y La Habana eran para mí una amante maravillosa, y esa amante maravillosa yo no quiero volverla a ver sin dientes y con los senos limpiando el piso".
A pesar de que nunca creyó que "la dictadura de Castro llegara a los extremos que llegó", y de haber perdido la casa que "dejó puesta" en La Habana, confesaba estar contento con la vida: "Cuando me vaya de este mundo, en mi cajita estaré con una gran sonrisa".
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