El "reino" del subconsciente brilla en primera retrospectiva de Julio Larraz
'The Kingdom We Carry Inside' repasa la fecunda carrera de seis décadas de una de las figuras más influyentes del arte latinoamericano actual
Miami/(EFE).- Una submarinista con maletín de ejecutiva, Indira Gandhi, cardenales, dictadores y la madame de un burdel frecuentado por poderosos son todos personajes de El reino que llevamos dentro, la retrospectiva del reconocido pintor de origen cubano Julio Larraz inaugurada en la Semana del Arte de Miami.
"Es el subconsciente", dice Larraz cuando Efe le pregunta por el "reino" al que hace mención el título de esta exposición que abre sus puertas este miércoles en el Museo de Arte de Coral Gables.
The Kingdom We Carry Inside, la primera retrospectiva de Larraz en un museo, repasa la fecunda carrera de seis décadas de "una de las figuras más influyentes del arte latinoamericano actual", como reza el texto de presentación.
Más de 80 obras entre pinturas, dibujos, caricaturas y esculturas de gran formato, de las que la más antigua es War, un óleo en el que retrató a una anciana vendedora callejera de flores como la encarnación de la guerra, pueblan varias salas del museo.
El porqué decidió convertir a la florista en War hay que buscarlo en la memoria de Larraz, el lugar donde están las raíces de muchas de sus obras.
La florista tenía un temperamento violento y solía dar codazos e insultar a los transeúntes, dice a Efe antes de la inauguración de The Kingdom We Carry Inside, que permanecerá en Coral Gables hasta el 30 de abril de 2022 y luego recorrerá Estados Unidos.
Larraz se cruzó con la "guerra" muchas veces en los tiempos en los que vivió en Nueva York antes de asentarse en Miami.
War convive en esta retrospectiva con los hijos del pintor, retratados cuando iban a pescar o recién salidos de la cama, y con personalidades de la política internacional como Richard Nixon, Indira Gandhi o Leonidas Breznev caricaturizadas por Larraz para medios como The Washington Post, Vogue, The New York Times o The Chicago Tribune.
El que fuera el presidente número 37 de Estados Unidos aparece en una de las caricaturas transformado en Luis XIV, casaca y pelucón empolvado incluidos, y la célebre frase L'État, c'est moi (El Estado soy yo) escrita a sus pies.
A su lado cuelga otra caricatura de un perro con una tarjeta que dice Press (prensa) en la cinta del sombrero moviendo la cola cuando un brazo con las estrellas del poder en la manga le pone delante un recipiente con comida.
Son los años 70 y Larraz estaba dedicado a la caricatura. Antes asistió por encargo de una revista al despegue del Apolo XI desde Cabo Cañaveral (Florida) rumbo a la Luna en 1969. Dos cuadros de aquel día histórico lo atestiguan.
Con un estilo todavía influido por un pintor italiano al que admiraba mucho un joven Larraz, nacido en La Habana en 1944, también plasmó en un lienzo a sus compatriotas que cruzaban en barcas más robustas que las balsas actuales el estrecho de Florida.
En 1961 Larraz vino a este país en avión para quedarse huyendo de lo mismo que sus retratados.
La figura de una de las personas a bordo, un viejo barbudo y con sombrero, anticipa el estilo por el que Larraz es conocido y coleccionado por amantes de su arte en todo el mundo.
Larraz crea para sus obras personajes como "Patria", la primera ministra del imaginario reino de Casabianca, "Juana Campamento", la dueña del burdel que usa las gafas que olvidó un cliente, el pétreo hombre sin rostro que se relaja en un jacuzzi o el espía que aparece impasible en lugares de paisajes insólitos y desde los que incluso puede verse la Tierra a la distancia en el cielo.
"Hay que darle forma a las cosas para entretenerse", dice.
Aunque ha vivido la mayor parte de su vida en EE UU, su natal Cuba no le es ajena.
I Could Have Been a Contender (Podría haber sido un contendiente), célebre frase del personaje de Marlon Brando en On the Waterfront usada ahora para referirse a alguien que podría haber sobresalido en algo pero no lo logró, es el título del retrato del fallecido cardenal cubano Jaime Ortega visto a través del vidrio de su auto que forma parte de la exposición.
Larraz dice que no influyó para nada en la selección de las obras de esta retrospectiva organizada por el Museo de Coral Gables y la fundación que cuida de su legado y se declara incapaz de decir cuál le gusta más.
Algunas, prestadas por coleccionistas privados, no las había visto prácticamente desde que las pintó y las tenía olvidadas, dice con alegría por haberse reencontrado.
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