El rescate de 'Un viaje a la Rusia roja', entre los libros cubanos publicados en febrero

El libro del olvidado Sergio Carbó se puede descargar gratuitamente en la plataforma Incubadora

Sergió Carbó (2-i), de blanco, en una foto junto a Ramón Grau San Martín (i), Fulgencio Batista (c) y otros políticos y militares cubanos en 1933
Sergió Carbó (2-i), de blanco, en una foto junto a Ramón Grau San Martín (i), Fulgencio Batista (c) y otros políticos y militares cubanos en 1933 / latinamericanstudies.org
Xavier Carbonell

03 de marzo 2024 - 13:55

Salamanca/El ensayo, la ficción reflexiva, el libro elástico e inclasificable, la traducción incluso –aludir a otro para hablar de uno– siguen teniendo más vitalidad entre los escritores cubanos que la novela o la poesía. Lo sabe bien Legna Rodríguez Iglesias, que acaba de ganar el premio Franz Kafka con Princesa Miami, un "atlas político y de población" que explora la fauna, la flora, la topografía, el alcantarillado y la metafísica de la capital del exilio. 

Se trata de una serie de crónicas –de nuevo la definición traiciona– escritas entre 2019 y 2024, y que reflexionan sobre el exilio, la biblioteca del emigrado, el choque con lo ajeno y la tribu que, de cierta manera, le ha dado forma a la ciudad: familiares, guapos, mulas, millonarios, espías de La Habana y gente que ya no sabe lo que es. "Hedonismo metafísico… un artefacto cómico y trágico… habla protoplasmática", dijo de Princesa Miami Jorge Luis Arcos, miembro del jurado. "Me quedé turulato". 

Otro libro extraño, dedicado al escritor francés Barbey d'Aurevilly, fue publicado por Alfredo Triff en Casa Vacía. Triff, que se define como "escéptico, melómano, fumador de puros, matemático frustrado y ailurófilo", escribe sobre el autor de Las diabólicas en una suerte de ficción ensayística. Genealogía del dandismo, aseguran sus editores, el libro resucita el París de Baudelaire, Sainte-Beuve y Goncourt. 

"Leer con determinada intensidad es también escribir", explica Rolando Sánchez Mejías sobre la "experiencia" de 'Hilachas'

Hilachas (Casa Vacía), del "escritor-lector" Michel H. Miranda, se presenta como un producto de arte textil. Materiales prestados y citas de jardines ajenos –como decía Bioy Casares– se cosen para formar un volumen. "Leer con determinada intensidad es también escribir", explica Rolando Sánchez Mejías sobre la "experiencia" de Hilachas, que define como un monstruo hecho de palabras que busca su lector. 

Entre los cubanos que, a la manera de Tintín, visitaron el país de los soviets, está el olvidado Sergio Carbó. Un viaje a la Rusia roja, publicado por Ediciones Memoria con prólogo de Mario Ramírez, se puede descargar gratuitamente en la plataforma Incubadora. El testimonio es comparable al de otros viajeros de la época, como Gide, y su rescate –en medio del enésimo romance entre Moscú y La Habana– no puede llegar en mejor hora. 

Otro texto recuperado es el volumen de cuentos Cuestión de monedas y otras narraciones (Verbum), de Esteban Borrero Echeverría. El poeta y médico cubano, que se suicidó en 1906, escribió la célebre alegoría El ciervo encantado y fue una de las figuras esenciales del estreno de la República. De él dijo Enrique José Varona que "dio a nuestra naciente literatura modelos de ese género tan difícil como es hoy el cuento". 

María Vera, la protagonista de la novela Y después de este destierro, de Roberto Méndez, se cura milagrosamente de la invalidez en la Pascua de 1908. De la experiencia sale convertida en profeta y predice –pese al nerviosismo del clero– la Guerra Civil española, el golpe de Estado de Batista, la Crisis de los Misiles y el resto de la "etapa convulsa" que Cuba le debe a Fidel Castro. Cercano al oficialismo cultural, Méndez consolida con este libro su relación con Ediciones Universal, de Miami, donde el año pasado editó una biografía del jesuita Felipe Rey de Castro. 

El ensayista Ernesto Hernández Busto –que prepara una esperada biografía de José Lezama Lima– publicó en Elba su traducción de 'El ruido del tiempo', de Ósip Mandelstam

El ensayista Ernesto Hernández Busto –que prepara una esperada biografía de José Lezama Lima– publicó en Elba su traducción de El ruido del tiempo, de Ósip Mandelstam. Los recuerdos juveniles del poeta ruso, condenado por su célebre "Epigrama contra Stalin" y muerto en 1938, culminan cuando Mandelstam encuentra su voz poética. 

"A caballo entre dos siglos que son también dos mundos, el joven Mandelstam se confiesa hostil a las epopeyas", explica la nota editorial. "No estamos, pese a las apariencias, ante una autobiografía nostálgica. El autor apenas se autoanaliza, ni le interesa apelar al encanto de una época pasada, más dichosa que los difíciles años en que escribe y publica estas páginas". 

Febrero, mes de la Feria del Libro de La Habana –más fiera que feria, según el chiste repetido hasta el cansancio en La Cabaña– trajo las habituales decepciones al lector cubano. Los protagonistas: las editoriales San Luis y Verde Olivo, las memorias de militares retirados y una colección de libros rusos que nadie pudo comprar. 

Esquivando a los censores, sin embargo, se colaron en la fortaleza colonial algunos títulos de autores ya exiliados. Lo sabe bien Legna Rodríguez Iglesias, a quien le hicieron llegar una foto de la edición cubana de Hasta Feldafing no paro, en una de las estanterías. "Sigo viva allá", escribió.

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