Santa Teresa de Jesús y Flora Lauten se unen sobre el escenario
El milagro de esa simbiosis lo ha permitido la obra 'Éxtasis', que se presentó en Casa de las Américas
La Habana/Una de ellas fundó un monasterio y la otra un teatro. Las separan cinco siglos, pero Santa Teresa de Jesús ha quedado encarnada con todas sus pasiones en la directora y actriz cubana Flora Lauten. El milagro de esa simbiosis lo ha permitido la obra Éxtasis, que se presentó dentro de la programación del Mayo Teatral de Casa de las Américas, en la esquina que forman las calles 39 y Loma en La Habana.
Las biografías de las dos mujeres se cruzan en una pieza cargada de intensidad y confesiones. La obsesión de la religiosa por crear monasterios y aumentar el número de sitios para la oración se completa con el duro bregar de Lauten desde que creó, hace tres décadas, la compañía Buendía, del que ha sido pilar fundamental.
Éxtasis fue anunciada inicialmente en el programa del pasado festival de teatro, pero no pudo salir a escena a causa del complejo proceso de reparación al que fue sometida la antigua iglesia ortodoxa donde el grupo tiene su sede. La reconstrucción del inmueble encuentra también un lugar en la obra, cuya escenografía se llena con andamios, vigas de madera y cuerdas.
La música de Jomary Hechavarría y Marta Valdés refuerza el ambiente monacal y sobrio que envuelve cada escena. Si en un principio estaba concebida como un monólogo, en la medida en que transcurrió el montaje se le fueron agregando personajes, interpretados por los jóvenes talentos Daniel Lana, Leandro Sen y Elba Pérez, que entran y salen de escena para acompañar a la santa en su defensa de la verdad.
El resultado es una puesta en escena sentida, por momentos desgarradora, y que ha logrado traer de vuelta a la actuación a Flora Lauten
Durante el proceso de moldear un personaje tan distante pero al que le unen tantos puntos en común, Lauten pasó momentos difíciles al cuidado de su madre enferma. Sin embargo, en medio de esa desazón, desde París "llegaba el consuelo de unas cartas", apunta Raquel Carrió en el programa que se entrega a cada espectador.
Escritas por el director franco-cubano Eduardo Manet, las misivas llenas de nostalgia por su tierra natal completaron la inspiración para reacomodar la pieza Teresa, un texto escrito por el dramaturgo a partir de la correspondencia de la madre Teresa de Jesús (1515-1582). El resultado es una puesta en escena sentida, por momentos desgarradora, y que ha logrado traer de vuelta a la actuación a Flora Lauten después de un cuarto de siglo de dedicarse a la dirección de actores.
La obra rezuma claves para entender los obstáculos que ha debido sortear Lauten en aras de mantener vivo su proyecto. La lucha de la protagonista y sus apasionados textos encajan muy bien en las preguntas sobre el presente en Cuba. Interrogantes que exigen conocer "¿cómo defender una verdad frente a un coro de ciegos que no ven más allá de sus intereses?" y que se acompañan de la terrible afirmación: "Basta que piensen diferente para que te manden a encerrar".
Es difícil valorar en escena a una mujer que ha sido profesora de lo más valioso del teatro cubano actual. Lauten ha formado escuela y sus discípulos se cuentan por decenas. Entre ellos destacan Antonia Fernández, Nelda Castillo, Carlos Celdrán y Esther Cardoso. La maestra mostró en su vuelta a la escena un dominio exquisito de la voz y del cuerpo, pero sobre todas las cosas asumió el personaje de Santa Teresa desde la cercanía y el mimetismo.
La función terminó con una cerrada ovación y gritos de "¡Flora! ¡Flora!", mientras la consagrada actriz y directora, parada en el centro del escenario, recibía un ramo de flores con la cabeza todavía hundida entre los hombros.