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'El Sexto': "Los mitos son muy peligrosos, pero una idea puede romper lo que sea"

'El Sexto' en el Oslo Freedom Forum. (OFF)
María Tejero Martín

24 de mayo 2016 - 18:03

Oslo/(EFE).- A Danilo Maldonado le conocen como El Sexto, el nombre que lleva grabado con tinta en la piel y que pinta en las paredes de La Habana para sembrar una idea de libertad en sus compatriotas a modo de semilla que florezca y rompa los "mitos peligrosos" que, dice, rodean Cuba.

A los nueve años causó el pesar de su madre al dibujar a Fidel Castro con su uniforme de militar, pero con cabeza de mono; ya en la veintena, decidió convertirse en el antihéroe El Sexto durante la campaña del régimen a favor de Los cinco, agentes cubanos arrestados en Estados Unidos.

En la treintena, después de que Estados Unidos iniciara los contactos con Cuba tras años de embargo, Maldonado "sabía que iría a la cárcel", dice a Efe, cuando inspirado decidió pintar el nombre de "Raúl" y "Fidel" en el lomo de dos cerdos para una obra de inspiración orwelliana que no llegó a realizar.

"Lo peor es que nunca los llegué a soltar, pero fui a la cárcel, fui a la cárcel por algo que nunca existió, sin causa ni papel", explica Maldonado, quien fue declarado preso de conciencia por Amnistía Internacional.

El encierro le impidió recoger hace un año el premio Václav Havel a la disidencia creativa, por lo que hoy se encuentra, por primera vez en persona, en la capital Noruega, donde participa en el Oslo Freedom Forum, aunque afirma que ha estado ya en este foro anual de activistas y defensores de los derechos humanos "en conciencia".

Esta es una palabra fundamental para este artista que se considera un "preso de conciencia", que busca "despertar" la conciencia de los cubanos y abrir los ojos de los extranjeros cuyo romanticismo les impide ver que los coches antiguos que circulan por La Habana "quieren decir que nos paramos en el tiempo".

"Las rejas debían abrirse de manos del propio represor, solo así el arte existiría. Y así pasó"

Mientras dibuja en un folio, deja ver el Principito que lleva trazado en su brazo largo y magro. Y si, como diría el personaje de Antoine de Saint-Exupéry, "lo esencial es invisible a los ojos", Maldonado siente que su misión es atacar justo ahí, en el plano de la conciencia abstracta, donde "trabaja con cosas que no existen para hacerlas realidad".

Como la libertad en Cuba, lamenta, aunque se muestra "seguro" de que el arte llevará primero los derechos a la Isla y luego permitirá que se hagan realidad, de igual modo que, explica, concibió la huelga de hambre que hizo en prisión como una obra de arte que tituló "el despertar de Mao".

"Yo decía que si la conciencia podía cambiar lo que sea, debía salvarme de ahí, o me moriría porque habría estado hablando pura mierda. Las rejas debían abrirse de manos del propio represor, solo así el arte existiría. Y así pasó", afirma.

Maldonado cree que el arte puede servir como catalizador de cualquier cambio, como predecesor, y afirma que "una idea puede destrozar lo que sea". Hasta un régimen.

"Quiero derrotar a una dictadura que ha durado durante muchísimo tiempo en mi país, desmitificarla y desmitificar los falsos cánones que se vendieron, como el del Che Guevara", afirma El Sexto.

"Quiero derrotar a una dictadura que ha durado durante muchísimo tiempo en mi país, desmitificarla y desmitificar los falsos cánones que se vendieron, como el del Che Guevara"

"Muchas veces se vendió que estar vestido de verde y andar armado por el mundo es ser cool. Y no es ser cool. Cool era un tipo como Martin Luther King, Mahatma Gandhi o Cristo. Pero no ese tipo de personas que se creen que son rebeldes y lo que son es un asesino que quiere imponer su idea", sentencia.

Maldonado no se anda con rodeos, tampoco al defender las caricaturas de Mahoma o cargar contra sus seguidores que siguen siglos después matando en su nombre.

"Eso es lo que no quiero que pase en mi país, que muera y ese fucking (jodido) loco pase como un salvador. Lo quiero es que mi arte lo desmitifique y lo destruya, deje su esencia en la base y que la gente entienda que no está bien", asegura en referencia a Castro.

Para ello confía en un "arte que lo puede todo", incluso con unos "mitos que son muy peligrosos".

"Logran pasar tanto tiempo que si la gente no se ocupa de diluirlos son más peligrosos que las mismas personas vivas. Pero una idea puede destrozar y socavar lo que sea (...) Por eso me temen y van detrás de mí. Me apresan porque saben que eso influye", dice el artista, que advierte de que seguirá en Cuba y dará su vida por el que considera su deber: "despertar" las conciencias.

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